Un zapato de cuero curtido de la colección del Museo de la Alhambra
El fondo artístico de la Alhambra conserva una magnífica colección de zapatos en cuero curtido. Su delicado material y la difícil conservación les ha añadido un importante valor artístico y cultural. Existe un fondo con un repertorio muy variado, adaptado a distintas funcionalidades y a la posición social de su clientela. Se encuentran variadas tipologías, como los zuecos, los escarpines de seda, las pantuflas bordadas, los zapatos sencillos de finas suelas o de grueso corcho, que podían presentar complejos ornatos en seda bordada o más sencillos con bonitas formas incisas o repujadas sobre el cuero.
Para la producción del cuero curtido, con el que se realizaba este calzado, se requería una producción industrial tediosa, con largos procesos y fases que necesitaban de abundante agua. Esto condicionaba la localización de estas industrias que, normalmente, se encontraban en las riberas de los ríos o en lugares de abundante caudal de agua. Son conocidas como tenerías.
En las tenerías se encontraban numerosas pilas o albercas donde se practicaban los diferentes procesos para el tratamiento de la piel, pues al ser un material orgánico era propenso a la descomposición y exigía una serie de tratamientos para su endurecimiento y posterior trabajo de modelado. Cada proceso requería un tratamiento y un tiempo de maceración que provocaba largas esperas, algunas incluso de meses.
Granada contó con numerosas tenerías, algunas han sido descubiertas tras varias intervenciones arqueológicas en la ciudad. Destacan las encontradas en la ribera del río Darro, pero la ciudad de la Alhambra también albergó, en la zona conocida como el Secano, una tenería.
Los restos arqueológicos encontrados en este emplazamiento lo atestiguan y se conservan numerosas cañerías, desagües y albercas para los procesos de curtición.
La colección de la Alhambra cuenta con 32 zapatos y chapines, junto a numerosos fragmentos de otros calzados. La mayoría de estos son de sencilla decoración, de suela fina y con o sin cordel. Destacan en número los zapatos cerrados con aberturas en la parte superior y los anudados, algunos presentan curiosas aberturas laterales, propias del calzado de verano. El calzado de mayor tamaño es un zapato de 28 cm. de longitud, lo que sería en la actualidad un número 43 o 44. Y el más pequeño es de unos 11,5 cm, un número 18 en la actualidad apropiado para un bebé de 6 a 9 meses.
Un ejemplo de esta colección lo encontramos en este zapato, el cual destaca de la colección por su delicada decoración. El zapato está realizado en cuero curtido compuesto por tres piezas cosidas a una fina suela: dos serían para el talón y cierre anudado del zapato, y una para el empeine. Todas las partes fueron cosidas con una fibra vegetal, posiblemente de cáñamo o lino.
Para cerrarlo se le pondría un cordel o cinta, añadida a posteriori, tras su restauración. Es un calzado de aberturas laterales, más ligero que otros de la colección, que son cerrados completamente. Su tamaño es pequeño, con 21 cm de longitud (en la actualidad correspondería a un número 33), lo que indica que posiblemente fuese un zapato infantil.
Su elaboración se inicia seccionando la piel, posiblemente de oveja o carnero, curtida con curtientes vegetales, como el zumaque, una planta que le confiere a la piel una alta resistencia a la luz y al deterioro del color.
Su decoración está realizada mediante la incisión en la materia, creando motivos decorativos geométricos y sencillos que se distribuye en sus partes laterales. Toda ella organizada por una franja lisa en forma de “T” situada en el empeine. El ornato en esta zona se ciñe a líneas diagonales con pequeñas incisiones dobles que completan el fondo. Destaca la decoración del talón con pequeñas florecillas encadenadas a modo de guirnalda. En cuanto al interior, no dispuso de ningún tipo de forro ni de revestimiento interior.
Autora del artículo: Teresa Megías Gámiz.
Bibliografía:
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