Transformaciones cristianas en el Peinador de la Reina
A pesar de la admiración que la ciudad de la Alhambra causó en los Reyes Católicos, el conjunto monumental sufrió una serie de reformas derivadas de la conquista cristiana del Reino de Granada. La Torre de Abu-l-Hayyay, como el resto de palacios nazaríes, se vio envuelta en una serie de cambios a partir de 1530 que, sin eliminar su esencia, terminarían transformándola en el Peinador de la Reina que hoy conocemos. José Manuel Gómez-Moreno Calera, uno de los principales expertos en la materia, ha colaborado con la publicación ‘Cuadernos de la Alhambra’ para explicar las transformaciones que sufrió este espacio entre los siglos XVI y XIX. En su artículo, incluido en el volumen 42, nos habla de los cambios en su estructura, los nuevos diseños cristianos y las innovaciones en el uso de este espacio. La parte inferior de la torre quedó convertida en una habitación de servicio donde colocar un quemador para el sahumerio de la estancia de arriba, que se convirtió en la estancia principal. El objetivo de la reforma era crear un gabinete o estufa, un espacio íntimo para la pareja imperial que destaca tanto en su decoración interna como en las vistas que ofrece de la ciudad.
El nuevo diseño presenta un suelo de gusto mudéjar de azulejos de lazo sobre un alfarje, cortando así por la mitad la antigua linterna árabe y creando dos plantas dentro de la torre. Además, se quitó su tejado, se recrecieron los muros y se modificaron y ampliaron las ventanas para permitir una mayor visión del exterior. Tradicionalmente, se ha considerado que estas estancias estaban relacionadas con la Emperatriz Isabel, de ahí el nombre de Peinador de la Reina. Sin embargo, recientes estudios señalan que se trataba de una estancia dedicada a la privacidad de Carlos V, si bien su esposa habría podido compartirlas. El popular nombre de Peinador de la Reina, de hecho, no comenzó a utilizarse hasta el siglo XVIII siendo conocida anteriormente como Estufa de las Casas Reales o Torre de la Estufa. En cuanto a su origen y diseño, numerosas fuentes apuntan que esta reforma estaba incluida en el Plano General o Plano Grande de Machuca (en torno a 1530-1531), aunque sufrió numerosas modificaciones hasta el siglo XVIII, bien debido a su propio deterioro o al deseo de los monarcas de la época. El diseño de los bellos artesonados es autoría de Pedro Machuca y pudo ser llevada a cabo por Juan de Plasencia (según el arqueólogo Gómez-Moreno González) o por los entalladores Ruberto, Martín Cano o Robles (según el historiador Gallego Burín). A pesar de que fue Carlos I de España el impulsor de estas grandes reformas, los complejos problemas de su gobierno, la muerte de la emperatriz Isabel y otros factores hicieron que nunca llegará a disfrutar de ellas. El Peinador de la Reina terminó utilizándose como ‘cárcel’ para aquellos que caían en desgracia ante los monarcas o como alojamiento de personajes desconocidos (viajeros, embajadores, etc.). Como prueba de esto, están los numerosos grafitis que sus últimos inquilinos dejaron en las paredes y que, en parte, han dificultado la labor de restauración de la torre.
Durante el siglo XIX y, tras la caída de parte de la muralla en 1831 por su deteriorado estado, comenzaron una moderada reforma de la torre. Sin embargo, habrá que esperar al siglo XX para que se produzca una auténtica restauración de la mano de Torres Balbás para que el peinador se reencuentre con su pasado islámico y se consolide como la compleja obra artística que disfrutamos en la actualidad. Si están interesados en conocer más sobre el Peinador de la Reina, su origen y utilidad, podéis encontrar toda la información en el número 42 de la emblemática publicación ‘Cuadernos de la Alhambra’, disponible en la Tienda de la Alhambra.
Texto y fotografías realizadas por: Gonzalo De Lázaro Gonzalo (asesor técnico del Servicio de Investigación y Difusión) y Nerea Balinot Romero (alumna adjunta Historia y Periodismo de la Universidad Rey Juan Carlos)