Recorrido histórico por el Maristán de Granada
Localización
El Maristán u hospital árabe de Granada, fue construido en el barrio al-raha o de la tranquilidad, situado en la ladera sur de la colina del Albaicín, cerca del río Darro, aprovechando la estructura de un edificio anterior “premaristán” de una planta ubicado en la Coracha, amplio pasillo amurallado que comunicaba las nuevas fortificaciones de la Alhambra con la Alcazaba Cadima. Ocupaba una parcela rectangular de algo de más de mil metros cuadrados, limitando al norte con la Calle Portería de la Concepción, frente al atrio del Monasterio de la Concepción, en cuya dirección se situaban su fachada y puerta principales, al oeste con el Bañuelo o Baño del Nogal y al sur y al este tenía casas adosadas frente a las que se encontraban respectivamente la Puerta de los Tableros, más conocida como Puente del Cadí, y la Casa de Zafra.
Origen histórico
El Maristán granadino fue fundado a instancias del sultán Muhammad V en agradecimiento a Dios por haber recuperado el trono granadino, que tuvo que legitimar por segunda vez tras los reinados de Ismaíl II y Muhammad VI el Bermejo, y como merito para alcanzar la vida eterna, siguiendo la senda de Dios, al realizar una obra caritativa y de piedad para los enfermos pobres musulmanes, tras unos años en los que la epidemia de peste había causado muchas muertes en la ciudad extendiéndose por el reino nazarí y la Península, tras su entrada por el puerto de Almería en 1348.
El Maristán fue construido sobre un edificio existente, añadiendo una segunda planta y una alberca al tiempo que se modificaron los accesos a las salas, en los inicios de su segundo reinado (1362-1391), después de regresar de su obligado exilio magrebí, concretamente en la ciudad de Fez entre 1359 y 1362. La inscripción de la lápida fundacional inserta en la parte superior de la portada dice que las obras fueron iniciadas en la segunda decena del mes de muharram del año 767 musulmán (27 de septiembre a 8 de octubre de 1365 cristiano), coincidiendo con la finalización del Mexuar de la Alhambra, y serían terminadas en la decena intermedia del mes de sawwal del 768 musulmán (9 al 18 de junio de 1367), durando su construcción 20 meses. La lápida fundacional, además de la fecha de construcción del hospital destinado a enfermos musulmanes pobres, menciona el título honorífico de al-Gani bi-llah que Muhammad V adoptó a finales de ese año, para indicar que se había costeado con el botín tomado al infiel cristiano, y ser un buen muyahid o guerrero por la Fe.
Respecto al segundo período de gobierno de Muhammad V, Ibn al-Jatib, en su Ihata fi ajbar Garnata, habla de la construcción del hospital granadino entre las generosas acciones que el sultán hace por la comunidad dentro de la lucha espiritual, señalando así que: “Entre las actitudes de sinceridad y de beneficencia (al-ihsan) de la extraordinaria lucha espiritual está la construcción del hospital supremo (al-maristan al-aʻtam), buena obra asentada hasta el confín de los tiempos y privilegio de la mejor de las ciudades. No se llega a él sin la principal de las conquistas, que está en relación con la abundancia de la indigencia y aparición de la necesidad, lo cual provoca en él magnanimidad de la devoción (al-din) y un espíritu fortalecido; por lo tanto, manifiesta la actitud de compañerismo de los íntimos amigos, y la meta es al-Andalus”.
El Maristán granadino, dando imagen del enorme poder de quien lo manda erigir, se inserta en una larga serie de obras, tanto palaciegas y militares como civiles, que mandó hacer este soberano, persistiendo en la línea emprendida por su padre, Yusuf I, de reislamización del reino frente a las anteriores influencias castellanas.
El modelo seguido de maristán, cuyo vocablo deriva de la voz persa bimaristán haciendo referencia a un hospital u hospicio, fue el de la dinastía meriní que por entonces reinaba en el Magreb, según el cronista egipcio al-Qalqasandi, concretamente el Maristán construido en Fez, su capital, hacia 1350, y con otros que con el sultán Abu Inan (1349-1358) se siguieron edificando en las principales ciudades del reino, con precedentes en los maristanes de otras ciudades del islam como los de Bagdad, Damasco y El Cairo.
Evolución Histórica
El Maristán nazarí sirvió de hospital hasta pocos años después de la conquista de la ciudad. Entre 1499 y 1502, a causa de la sublevación de los mudéjares, los Reyes Católicos dispusieron que en el edificio se instalase la Casa de la Moneda o de la Zeca/Ceca, del árabe Sikka, ocasionando un cambio en la distribución del interior y en la decoración del edificio. Otras intervenciones cambiarían su estructura interna en 1590 y la cubierta en los inicios del siglo XVII. Hacia mediados de este siglo pasó a ser propiedad privada, puesto que el tesorero de la Casa de la Moneda, Andrés Horacio Levanto, la adjudica en 1637 en herencia a su hija Francisca Benita Levanto. Tras ser disputada la herencia por otros familiares, le fue adjudicada definitivamente en 1656. Posteriormente su propietaria debió venderlo o donarlo a los frailes mercedarios descalzos del Convento de Belén, quienes, en 1748, lo acabarían vendiendo por escritura pública a José Marchante, quien lo adaptó a almacén de vinos, instalando tinajas y construyendo las cuadras correspondientes para los animales dedicados a su transporte. En 1820 este comerciante de vinos, según el Catastro de la Ensenada de 1751, lo arrendó al Ayuntamiento para que estableciera un cuartel militar y a partir de 1825 sirviera de cárcel. En 1836 con la exclaustración de los conventos el Ayuntamiento abandonó el edificio, dejando de pagar el arrendamiento, aunque tuvo que costear los gastos de una reforma que permitiría utilizar el Maristán como corral de vecinos.
En julio de 1843 José López, entonces propietario del Maristán, asesorado por el arquitecto Baltasar Romero del estado de ruina del edificio, solicitó permiso al Ayuntamiento de Granada para derribarlo. Tras ser conocida la noticia en la ciudad, el diario local el Grito de Granada increpó al Ayuntamiento para que lo impidiese, lamentando que los granadinos fueran a demoler tan notable edificio cuando numerosos viajeros venían a la ciudad a verlo entre otros monumentos. De nada sirvieron las protestas y las autoridades municipales concedieron el permiso solicitado sin haber expirado el plazo de reclamaciones, procediendo a su demolición, ya que el derecho de propiedad es inviolable.
A mediados de julio comenzaron las obras de derribo del inmueble, que fueron terminadas en agosto de 1843, aunque sólo se limitaron a las alas de los lados norte y oeste que presentaban un estado de ruina más avanzado. El arquitecto granadino Francisco Enríquez y Ferrer inmortalizó la imagen de este edificio, realizando planos de planta y alzado más detallados dibujos de la lápida fundacional de la portada y de los dos leones de la alberca antes de su derribo parcial.
Dibujo de F. Enriquez . Sección y plano de alzada del Maristan, 1843.
La demolición del edificio no llegó a completarse por existir engalabernos con otras edificaciones medianeras por el lado sur. Poco tiempo después, aprovechando restos de otras edificaciones, como pilares y zapatas de madera, fue reconstruido para albergar una casa de vecinos, destinando el gran patio a juego de bolos y pelota. Hacia 1925 cerca de uno de los ángulos de la alberca del patio se construyó un pozo de agua para ser distribuida por los aguadores en la ciudad. En los primeros años de la década de los 70 del siglo XX, a causa de su mal estado de conservación, la casa destinada a corral de vecinos, fue abandonada, siendo declarada enruina por el Ayuntamiento. Será entonces cuando Mariano Martín García y Juan Antonio García Granados reconozcan entre los restos las similitudes que hay entre la planta del corral de vecinos y el antiguo Maristán. En 1978 se comprobó que dentro del mal estado de conservación perduraban importantes restos de las galerías del edificio, principalmente del costado sur.
Entre 1984 y 1987 bajo la dirección Juan Antonio García Granados y Vicente Salvatierra Cuenca se realizaron tres excavaciones arqueológicas en el edificio, cuyos restos fueron adquiridos en 1987 por la Dirección General de Bienes Culturales de la Junta de Andalucía. En 1996 la excavación estuvo dirigida por José Javier Álvarez y las del otoño de 1998 y primavera de 1999 tuvieron lugar bajo la dirección de Susana Cevidanes. El 26 de abril de 2005 el Maristán sería declarado Bien de Interés Cultural, con la categoría de Monumento, por el Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía.
Descripción del edificio
El Maristán nazarí, ocupando un amplio solar, presenta planta rectangular, centrada por un patio con alberca de igual forma alimentada por el agua que brotaba de las bocas de dos grandes leones surtidores afrontados en los centros de sus lados mayores, según lo hallado en las excavaciones iniciadas en 1985.
El edificio, bien proporcionado en sus partes, tenía orientación norte-sur y paramentos protegidos por un alero con canecillos volados de madera bajo cubiertas de tejas de cerámica en blanco y azul formando damero. El patio central estaba rodeado de dos pisos con galerías porticadas que daban acceso a ocho naves, con una capacidad de unas cincuenta y dos celdas comunicadas interiormente, conforme con la estructura de un hospital asistencial, cuyo uso con el crecimiento demográfico asumiría el cuidado de enfermos mentales, siendo aumentadas las rentas para la casa de locos, por el rey Fernando, tal y como refiere Jerónimo Münzer en su viaje por Granada en octubre de 1494.
Las galerías de la planta baja tenían vanos adintelados ligeramente apuntados soportados por pilares rectangulares de ladrillo, nueve en los lados mayores y cinco en los menores, siendo esta disposición análoga a la de la alhóndiga conocida como Corral del Carbón de Granada. Las crujías de la fachada y del fondo presentaban pequeñas alcobas o alhamías, separadas del resto de cada una de las naves por vanos del mismo tipo que los de acceso a las salas.
En la primera planta tras atravesar la puerta de ingreso, única comunicación con el exterior, se pasaba a un amplio vestíbulo con cuatro pequeñas cámaras a ambos lados a través del cual se accedía al patio rectangular con jardines de plantas y árboles frutales entre una amplia alberca que tenía cuatro escalerillas en los extremos de sus lados menores, permitiendo bajar a su interior, de 1,50 m de profundidad. Dos surtidores en forma de leones de piedra caliza, sentados sobre sus patas traseras y afrontados en el centro de los lados largos, vertían por las bocas el agua a la alberca. A la planta alta se accedía por cuatro escaleras situadas en los encuentros de las galerías, hacia los extremos de los lados mayores. Las galerías de la planta alta teníandinteles de madera sobre zapatas talladas igualmente en madera sustentadas por pilares de ladrillo, al igual que en el patio del Corral del Carbón, con barandillas de celosía.
Las naves del Maristán abrían a las galerías mediante vanos adintelados. Los techos de las salas estaban cubiertos por alfarjes de viguetillas agramiladas y pintadas sobre las que montaba la tablazón de madera que en la planta baja soportarían las solerías del piso superior, probablemente de losetas de barro. En los muros el acabado original era de pintura reproduciendo un aparejo de ladrillo sobre un revoco que cubría el aparejo real, sistema seguido en la arquitectura califal, almohade y nazarí.
El esquema compositivo de la planta y estructura del Maristán se corresponde con un modelo muy difundido en la arquitectura islámica presente en edificios públicos como la madraza, la alhóndiga y el maristán, estando el origen en el macellum romano.
Contamos con una descripción contemporánea a la construcción del edificio realizada por Ibn al-Jatib (1313-1374), jefe de la cancillería nazarí, visir y primer ministro con los monarcas nazaríes Yusuf I (1333-1354) y Muhammad V (1354-1359 y 1362-1391), quien en su Ihata fi ajbar Garnata describe al Maristán como un suntuoso edificio, ?con numerosas habitaciones, un amplio patio, aguas corrientes y saludable atmósfera, numerosos almacenes y lugares para las abluciones. Supera al hospital de Egipto por el extenso patio, lo saludable de sus aires y en sus aguas, que se precipitan a borbotones sobre la arenisca y la negra roca, ondulándose como el mar y fluyendo hacia los árboles?.
Del exterior del edificio hospitalario destacaba la fachada principal orientada al norte, simétrica, con vanos sencillos y geminados ornamentados con arcos de herradura apuntados y arquivoltas lobuladas enmarcados por alfiles, siendo las esquinas achaflanadas con semiarcos de herradura. De la fachada principal llama la atención la portada que centraba la crujía norte. La portada, constituida por un paño rectangular, estaba dividida en dos cuerpos de iguales dimensiones por una imposta corrida de ladrillo, que descansaba sobre pilastras del mismo material. En el cuerpo inferior estaba la puerta de entrada al edificio, adintelada, en la que sobre un zócalo de ladrillo visto se alzaban las pilastras laterales decoradas con labores romboidales de ladrillo recortado enmarcadas en una doble cinta entrecruzada. Sobre la puerta y rodeada de la misma doble cinta existía una inscripción en relieve, hecha con ladrillo recortado, en letras cúficas rectangulares, en la que se leía: “No hay más vencedor que Dios excelso”, único ejemplar conservado en Granada. La puerta tenía dos hojas de madera con alguazas, anillas y gruesos clavos.
El cuerpo superior, flanqueado por columnillas, estaba limitado lateralmente por dos pilastras en línea con las inferiores, que llevaban adosadas delgadas columnas rematadas por capiteles en los que apoyaban dobles ménsulas recogiendo el vuelo del alero de la cubierta. En el centro mostraba la lápida fundacional labrada en mármol blanco de Macael, con inscripción cursiva, actualmente expuesta en el Museo de la Alhambra. La lápida se encontraba encuadrada dentro de un arco de herradura apuntado con albanegas de azulejos blancos y azules, en forma de ángulos agudos, formando fajas en la parte baja de la lápida. Al exterior se disponía una arquivolta de arquitos lobulados entrelazados, decorándose las enjutas con labores de ataurique de palmas lisas, en cuyos centros había conchas al igual que en la clave del arco de la lápida. El resto del cuadrante superior mostraba una greca de cintas a escuadra sin llegar a entrelazarse, dejando en sus centros polígonos estrellados con gallones. Todo esto quedaba limitado por el doble arco entrecruzado. Los muros exteriores de las otras tres fachadas sólo tenían vanos pequeños distribuidos irregularmente. Al exterior se disponía una arquivolta de arquitos lobulados entrelazados, decorándose las enjutas con labores de ataurique de palma lisas, en cuyo centro había conchas al igual que en la clave del arco de la lápida. El resto del cuadrante superior mostraba una greca de cintas a escuadra sin llegar a entrelazarse, dejando en sus centros polígonos estrellados con gallones. Todo esto quedaba limitado por el doble lazo entrecruzado. En las últimas excavaciones se han podido registrar elementos decorativos pertenecientes a esta portada.
Los muros exteriores de las otras tres fachadas sólo tenían vanos pequeños distribuidos irregularmente. En las últimas excavaciones se han podido registrar elementos decorativos pertenecientes a esta portada.
Autora del artículo: Nieves Jiménez Díaz. Historiadora del arte