Puertas de la alacena
Hoy conocemos una de las piezas que por su delicada técnica, suntuosa decoración y cuidada manufactura más llama la atención de nuestros visitantes: las puertas de la Alacena del Palacio de los Infantes o de Cettie Meriem. Este palacio se perdió durante las obras de apertura de la Gran Vía de Granada y, además de esta puerta, el Museo de la Alhambra también conserva varios arcos con yeserías provenientes de este lugar. En la casa nazarí es característica la existencia de nichos u hornacinas abiertos en los muros de estancias como la cocina o salón principal. Estos lugares se utilizaban para almacenar y ordenar enseres domésticos, o alimentos aprovechando el espacio y la temperatura estable que se generaba. Para cerrarlos se usaban telas o tapices a modo de cortinas o puertas de madera de dos hojas o batientes, que abrían hacia afuera. Un ejemplo de ello es esta puerta de la alacena de dos batientes, que fue realizada en época nazarí con la técnica de taracea. El marco está elaborado en madera de pino, con recuadre interior de ciprés. De esta misma madera están además hechas las hojas, sujetas al marco con ocho bisagras de bronce. La colocación de las bisagras nos indica que la apertura de la alacena se realizaba hacia fuera y su estructura, con dos argollas que se entrecruzan y atraviesan con un pasador, es similar a la de la celosía de la sala de Dos Hermanas de la Alhambra. Destaca su decoración, interna y externa. Cada frente está ornamentado de manera diferente, ofreciendo estas puertas una imagen distinta según se encontraran abiertas o cerradas. En la cara exterior, o principal, la taracera abarca tanto el marco como las hojas. La decoración de lacería forma tres tramas de rectángulos de doble calle que enmarcan una composición formada por ruedas geométricas de lazo de 12 puntas inscritas en hexágonos con sinos de seis y de ocho. La taracea es de excelente manufactura y está compuesta por pequeños trozos de madera, de plata y de hueso (tanto en color natural como teñido en un tono verdoso), pegados directamente sobre el tablero. La cara interna sólo presenta decoración en las hojas ya que el marco estaría empotrado al muro. En este caso la taracea no está pegada, sino incrustada y la ornamentación es mucho más sobria que la exterior, dejando visible la madera de ciprés con la que se realizaron las puertas. El motivo principal es una doble estrella de ocho que ocupa de forma simétrica la parte central de cada una de las medias hojas. La composición está enmarcada por una cinta entrelazada en los ángulos. En la hoja izquierda se adivina la impronta de una llave, encuadrada por seis agujeros pequeños que marcan la zona donde se situó la cerradura. Esta pieza fue adquirida a principios del siglo XX en el comercio de antigüedades de Granada y formó parte de la Exposición Universal de Barcelona de 1929.
Jose Iglesias Puente / 3 years ago
Unos trabajos de lacerias muy caracteristico de epoca nszari. Me interesa toda la cultura de Al-Andalus y la de los siglos del mudeja, asi como alguna pieza dexesta última época por ello que adquirí hace decadas una arquimesa de taracea aragonesa de los talleres de Torrellas.