Patio de los Arrayanes
El patio de los Arrayanes, llamado también de Comares y de la Alberca entre otros nombres, es el eje central del Palacio de Comares, dentro de los Palacios Nazaríes. Su galería norte da paso al Salón de Embajadores (en el interior de la Torre de Comares) y en la galería sur prácticamente sólo existe la fachada de lo que fueron otras dependencias del palacio destruidas al construir en el siglo XVI el Palacio de Carlos V que quedó adosado.
Cada rincón de este palacio es representativo de toda la arquitectura doméstica hispanomusulmana: acceso en recodo a un patio a cielo abierto, núcleo central de la vivienda dotado de algún dispositivo de agua y vegetación que centra la vida familiar y en torno al que se abren las habitaciones. Las viviendas que se conservan por toda la Alhambra tienen similar configuración, aunque en proporciones y decoración diferentes. Aquí, el eje del patio lo ocupa una alberca espectacular, no se trata como en otros palacios de algo pensado para el disfrute íntimo, sino ligado a la presencia del salón de Comares, lugar representativo por excelencia. Durante años, la alberca, ha servido para darle nombre, pues se conocía como «patio de la Alberca», aunque también se llamó «patio de los Arrayanes» por los recortados macizos de esta especie vegetal que se extienden a lo largo de sus lados mayores.
Es un patio de unos 36 x 23 metros, con una alberca central de 34 x 7,1 metros, a cuyos lados mayores existen solamente dos amplios setos de arrayán (Myrtus communis L.) de 2,35 m de ancho x 1 m de altura, que crean una sugerente perspectiva. Estos setos (o “mesas”) tenían en la segunda mitad del siglo XIX sembrados en sus extremos parejas de cipreses tallados. Posteriormente, se siembran naranjos (Citrus aurantium L.) y en el centro nísperos (Eriobotrya japónica (Thunb.) Lindl.). Ya a mediados de este siglo sólo quedaban los dos naranjos de los extremos del seto de arrayán del lado Oeste. Posteriormente, en los dos muros de las naves laterales del patio se sembraron plantas trepadoras y rosales, que fueron retirados finalmente, siendo en la actualidad, como en el momento de su creación, el arrayán el único protagonista vegetal de este jardín, donde el agua de la alberca y el cielo forman parte del mismo.
El jardín es de una continuidad sorprendente, siendo el único andalusí del que podemos afirmar que, hasta donde es posible conocerlo, carece de rupturas estéticas. Su evolución no ha alterado su forma. El elemento vegetal fundamental, el Arrayán derivado del árabe al-ryhan, el oloroso, es la planta nazarí por excelencia del que los estudiosos nos citan diversas variedades. La actual corresponde al arrayán común, aunque probablemente era el arrayán morisco (Myrtus communis subsp. baetica L. Casares & Tito) el que formaba las tablas en el medievo.
La alberca forma parte del programa constructivo y estético del palacio: su quieta superficie refleja como un espejo la arquitectura circundante y rompe la horizontalidad del patio, en busca de profundidad y verticalidad. Al mismo tiempo, dota al espacio de luminosidad directa, que cambia a lo largo del día. Ubicados en los lados menores, ante el arco central de los respectivos pórticos, se puede apreciar toda esa simbiosis entre arquitectura y naturaleza, perseguida y conseguida en pocos lugares como en la Alhambra nazarí.
En primavera es bastante común observar el vuelo en círculos del vencejo (Apus apus). Esta especie protegida, regresa todos los años de su viaje migrante hasta Madagascar pasando por África. Estos pequeños comedores de insectos, que nunca se posan y que tienen sus nidos en zonas muy cercanas a los palacios, nos mantienen a raya a los mosquitos y nos hacen disfrutar de sus acrobacias mañaneras en los patios de los Palacios Nazaríes.
Agua, vegetación y cielo abierto introducen la naturaleza en el interior del palacio de una manera simbólica pero también física, pues contribuyen a establecer un sistema de microclima, humedad, ventilación, aromatización, como si de un oasis se tratara, anticipo terrenal del Paraíso.