Las piezas para perfume del Museo de la Alhambra
El perfume y las fragancias fueron un producto esencial para la higiene, la salud y el aseo personal entre la sociedad nazarí. Eran productos exóticos, la mayoría de las veces importados y de elevado coste, que también fueron consumidos y empleados dentro de la corte alhambreña, lugar en el cual las fragancias estuvieron muy presentes, no sólo quemadas o vaporizadas, odorizando sus estancias, sino también entre los productos de higiene personal y cosmética que sus residentes empleaban.
Sustancias de olor como el almizcle, el ámbar o el alcanfor, debieron ser almacenadas y conservadas en pequeños frascos o botecitos que facilitasen, igualmente, su uso. Este sentido parece tener el siguiente conjunto de piezas de vidrio conservadas en el Museo de la Alhambra, una serie de objetos de la colección de vidrio doméstico del Museo —ampollas, pomos y omones— que, por definición, presentan una serie de peculiaridades que los diferencian de otros vidrios de distinta procedencia. Todos ellos están datados en época nazarí (siglos XIII-XV) y por su forma, tamaño y material, debieron servir como contenedores para perfumes y aguas de olor.
El conjunto de vidrios con botellitas o ampollas constituye el grupo más numeroso de piezas para perfume de la selección. Todas las piezas han perdido el tapón y serían empleadas tanto para contener perfume como para aplicarlo, en un contexto de uso cosmético y aseo personal.
Dentro de este grupo se distinguen las ampollas con cuerpo de forma globular y cuello estrecho y cilíndrico (R5606, R5608, R13883, R3053), de aquellas con cuello abierto y diferentes formas para el cuerpo (R405, R407). Esta última (R407) además, resulta muy interesante pues fue hallada en la Alhambra, quién sabe si, incluso, producida en los talleres de la Medina alhambreña, donde se han descubierto hornos dedicados a la producción de cerámica, vidrio y metal.
A continuación, localizamos los pomos (R2016, R153), piezas cónicas en su parte inferior y globular en la superior que cierran en un estrecho gollete. Resultan objetos muy interesantes ya que este tipo de piezas no se conocen en época anterior a la nazarí. Tendrían también como objeto conservar el perfume. Estos bellos y delicados pomos de vidrio de colores, soplado y decorado, serían empleados concretamente como contenedores de agua de olor. Ambos presentan restos de decoración.
Por último, cierran la colección los omones, vasijas de cuerpo abombado de forma parecida a una manzana, con un largo cuello cónico que se va estrechando hasta terminar en un pequeño orificio que facilita el goteo y que iría seguramente cerrado con cera, a fin de evitar que el perfume se evaporase. Cabría añadir que los omones pueden tener pie o carecer de él, y que su cuerpo puede ser, además de abombado, aplanado. Resultan ser piezas de forma típicamente oriental al no haberse encontrado antecedentes remotos de ellas ni posibles analogías con otras formas occidentales. De hecho, su origen se encuentra relacionado con las nuevas formas creadas por las vidrerías sirias y egipcias a partir del siglo XII.
Todos los omones conservados en el Museo están incompletos y presentan como característica particular la fabricación en un vidrio sin colorear, aunque predominan los tonos verde-azulados (R2739, R16416, R1641). Es importante matizar que el hecho de no conservar decoración no quiere decir que no la tuvieran, ya que se solía localizar en el cuerpo de las piezas, precisamente la parte que no se ha conservado.
Los omones sirvieron para dispersar el perfume con un golpe de muñeca. Objetos de vidrio que, junto a los pebeteros de cerámica o bronce donde se quemaban hierbas olorosas, sirvieron para aromatizar las salas y estancias del al- Qaṣr, participando en la creación de un ambiente agradable para sus habitantes y, ciertamente, de la atmósfera de placer y sensorialidad del Palacio.
Alba Abdel-fatah Martínez