Las acequias de la Alhambra en época nazarí
Sin las acequias sería imposible la existencia de la ciudad palatina de la Alhambra. Se trata de elementos fundamentales y primigenios. Con el agua y defendida por sus murallas, la Alhambra nazarí comenzó a ser alumbrada en 1238. Dijo el historiador Ibn Idari con respecto al intitulado Muḥammad I, fundador de la dinastía:
“Este año subió Abū ‘Abd Allāh b. al-Aḥmar desde Granada al lugar de la Alhambra, lo inspeccionó todo y marcó los cimientos del Castillo, señaló en él quien los excavase y no terminó el año sin que el castillo tuviese unas elevadas construcciones de defensa. Le llevó agua del río, levantando un azud y excavando una acequia exclusiva para ello”.
La Acequia Real
Ese azud es la Presa Real, en el inicio del sistema hidráulico situado sobre el río Darro, cerca del cortijo de Jesús del Valle. La construcción del circuito hidráulico no debió estar exenta de dificultades y aún hoy en día se manifiestan. Acueductos, alcantarillas y túneles permitían que desde la margen izquierda del río pasar el caudal a la derecha y recorriera la ladera septentrional del Cerro del Sol hasta alcanzar su primer gran destino, la almunia del Generalife y las huertas Colorada, Grande y Fuentepeña.
Alimentada la finca, la acequia descendía bruscamente hacia la ciudad palatina. Justo antes de su ingreso en la Alhambra hay visibles varios elementos de importancia:
• En primer lugar se excavó hace unos años un tramo de la acequia original nazarí, que se encuentra bajo la actual. Se trata de un canal construido con muros de tapia hormigonada situados sobre un terraplén terroso.
• Más adelante se conserva un partidor abovedado, el arca de Fuentepeña, con una arquitectura moderna que debe esconder su origen nazarí. De él se deriva agua hacia los barrios del Mauror y la Antequeruela, servidumbres que ya existían en época medieval. El arca debía permitir fundamentalmente regular el agua a su paso por el barranco o Cuesta de los Chinos, sobre un acueducto nazarí sustituido por el actual de 1701.
• Una vez atravesadas la muralla, dominadas por la torre del Agua, hay infraestructuras entre las que destaca un acueducto.
En el interior de la ciudad la acequia multiplicaba su cometido, según las numerosas necesidades de cada uno de los sectores de la Alhambra que son recorridos y articulados por el canal. La zona denominada Secano, donde se asentó la populosa medina, artesanal y habitacional, bebía de ella. Alcanzaba los palacios, desgajaba canales a uno y otro lado, para sus fuentes, albercas, aljibes, jardines, baños y letrinas. Restos de este trazado se han excavado bajo la calle Real y se conservan visibles en el subsuelo del palacio de Carlos V, en la exposición permanente del Museo de la Alhambra. Los sobrantes se derramaban de nuevo sobre el Darro, llenando de música los bosques.
Acequia del Tercio
Sin duda las acequias son uno de los elementos más tradicionales del paisaje agrario, incluso en los derechos, usos y costumbres que las conservan. Sin embargo, no son completamente inmutables. La Acequia Real de la Alhambra fue multiplicándose con el tiempo y ya en época nazarí se le desgajó otro. Se le llama Acequia del Tercio, por la cantidad de líquido que substrae, quedando el conducto principal, la propia Acequia Real, como la de los Dos Tercios. Se inicia mucho antes de la entrada al Generalife, en el llamado carmen del Partidor. El objetivo era ganar altura al llegar a la finca del Generalife. Así pudo crecer una huerta irrigada, la de Mercería.
Los Albercones
La huerta de Mercería se había regado previamente elevando el agua mediante un costoso y complejo ingenio, los Albercones. Se conoce bien su funcionamiento y se conservan sus elementos, por lo que merece la pena que nos detengamos. Primeramente desde la Acequia Real un canal se introducía en la montaña. En esta ladera, a mayor altura, una noria de sangre, con su tracción animal y un pozo conectado con el canal permitían elevar el agua. El líquido se almacenaba en una alberca. Desde allí de nuevo el agua podía hacerse descender abasteciendo los cultivos. Más tarde, la construcción de la acequia del Tercio permitió que esta huerta fuera alimentada por el nuevo canal, anulando el ingenio anterior.
La Acequia de los Arquillos y el complejo hidráulico de la Alberca Rota y los Pozos Altos del Cerro del Sol
Esta expansión nazarí sobre el territorio se evidencia en el Cerro del Sol. En el último tercio del siglo XIV, bajo el reinado de MuḥammadV, se construyó una nueva acequia más elevada, esta vez procedente del río Beas. Su destino era alimentar el complejo hidráulico de la Alberca Rota y los Pozos Altos. Para ello fue necesario de nuevo horadar la montaña, fabricar albercas subterráneas y poner norias en funcionamiento que permitían elevar el agua hasta los 59 m. Este sistema fue clave y complementario al de la Acequia Real, que también llegó a estar vinculada con dicho complejo. Gracias a la creación de este ingenioso complejo se posibilitó el cultivo irrigado de extensas parcelas y el abastecimiento de dos importantes fincas o almunias reales que surgieron en este contexto de crecimiento: al-Dišār (los Alijares) y Dār al-‘Arūsa (la casa de la Desposada).
Autores del artículo: Paula Sánchez Gómez (arqueóloga) y Manuel Pérez Asensio (arqueólogo)
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