La Torre grande
El flanco oriental de la Alcazaba, el más accesible en caso de ataque enemigo, lo conforman desde época nazarí tres torres, unidas entre sí por altas murallas y presumiblemente protegidas por un antemuro bajo destinado a defender la muralla principal.
La más septentrional de las tres es la Torre del Homenaje, cuyo nombre árabe es Burŷ al-ᶜAẓīm ᶜala-l-balad ―Torre Grande sobre el territorio― que define perfectamente su función: es una de las más altas de todo el conjunto que, por su altura y ubicación, domina todo el contorno. Construida seguramente bajo el fundador de la dinastía nazarí Muhammad I (1232-1273), domina prácticamente toda la Alhambra, como centinela de todo lo que sucede en el interior de la medina. En su terraza se encuentra el punto más elevado de la fortaleza, lo que permitía el contacto visual con las torres atalayas diseminadas por las montañas del entorno, tal vez mediante espejos o señales de humo, para obtener información puntual de los posibles movimientos de tropas enemigas. La torre, por su gran altura y la peligrosidad del terreno sobre el que se eleva, tuvo que ser restaurada a menudo especialmente por los periódicos movimientos sísmicos de la zona.
Presenta una vivienda con patio en su piso más alto, quizá la primera residencia alhambreña de la dinastía nazarí, anterior a la construcción del Alcázar. Esta sencilla pero espectacular vivienda fue usada en época cristiana como residencia del alcaide de la Alcazaba, continuando con la importante función de controlar tanto el interior de la fortaleza como sus alrededores más inmediatos. También fue utilizada como cuartel por unidades militares del recinto y, ya en el siglo XVIII, pasó a ser prisión militar hasta su traslado a las Torres Bermejas en 1877.
El interior de la torre es descrito por Simón de Argote en 1807 así: “la torre se distribuye en su interior en dos piezas, dentro de las cuales hay tres separaciones cuadradas en cada una, con bóvedas en forma de media naranja, sostenidas por cuatro arcos torales, con lunetos en sus ángulos. Sobre esta hay cuatro prisiones: las del norte y mediodía son dos piezas […] Al testero de esta pieza se ve una reclusión o calabozo […] que recibe la luz de la pieza principal por una pequeña lumbrera que tiene sobre la puerta. Las prisiones de levante y poniente no tienen calabozo. El grueso de los muros de la torre es de dos varas y cuarta”.
Tras la salida del ejército napoleónico, la torre siguió siendo usada como prisión militar para oficiales. En 1819 hubo un intento, fracasado, de trasladar la prisión debido a las malas condiciones higiénicas que presentaba y a que su seguridad no era excesiva, llegando a fugarse alguno de los condenados. En agosto de 1838 se hundió una parte de la torre, quedando su plataforma coronada por un pequeño habitáculo con tejado a dos aguas. Todo ello no impidió que la torre siguiera siendo usada como prisión, tal y como nos lo describe Giménez en su Guía de Granada de 1846, o Madoz en 1850.
La Torre del Homenaje mantiene hoy la tradicional imagen castrense, tanto de su etapa medieval, por el curioso parapeto perpendicular que, además de obligar a rodearlo durante el acceso, oculta el portón de entrada a la fortaleza para evitar que se pudieran controlar desde el exterior, los cambios de turno de la guardia; como de la etapa cristiana, por la disposición en su lado N de la Torre del Cubo y de los elementos poliorcéticos relacionados.
BIBLIOGRAFÍA
La Alhambra y el Generalife. Guía oficial (2010). Bermúdez López, Jesús.
Murallas, torres y dependencias de la Alhambra (2016). Vilar Sánchez, Juan Antonio.