La Torre Artillera o de la Pólvora
En el complejo programa defensivo de la Alcazaba de la Alhambra, la Torre de la Pólvora debió ejercer un importante papel de salvaguardia y control, que trasciende la etapa medieval y continúa e incluso incrementa su importancia en época cristiana. Su actual denominación es reveladora del estratégico papel que jugó como almacén de pólvora de la Alcazaba, llegando a tener un “alcaide de la Torre de la Pólvora” como recogen documentos del siglo XVIII. Es muy significativo que haya mantenido esa denominación en el tiempo, a pesar de que los documentos del siglo XVI la nombran como torre de Cristóbal del Salto. Fue llamada también torre de la Guardia y, en época de Carlos V, fue conocida como Torre que está sobre la calle de los Gomérez.
Se trata de un tipo de torre de tamaño más reducido que las grandes torres de la Alhambra pero de un alto valor estratégico. Está situada en el extremo suroeste y ligeramente avanzada en relación con la muralla, lo que le confería una situación estratégica para controlar a los atacantes que accedían por la vaguada situada a sus pies, actualmente Cuesta de Gomérez. Junto a esta torre parte la muralla que une la fortaleza nazarí con Torres Bermejas. Su función debió ser, por tanto, la de cuerpo de guardia para vigilar el acceso a la fortaleza desde la puerta del Barranco, devenida después la Puerta de las Granadas, así como regular el paso hasta el puente levadizo que aislaba la torre de la Vela.
La Torre de la Pólvora también protegía el costado meridional de la torre insignia de la Vela y controlaba a modo de poterna, o puerta secundaria, la puerta y el antemuro meridional, hoy soterrados bajo el Jardín de los Adarves; un sector que aumentó su importancia estratégica en el siglo XV con los avances de la artillería y la poliorcética.
En época cristiana, fue incorporada como un importante elemento defensivo a las reformas llevadas a cabo a mediados del siglo XVI, tendentes a adaptar esa parte de la Alcazaba a la defensa mediante el uso generalizado de la artillería. Lo que hoy es el jardín de los Adarves en aquel momento fue una potente plataforma artillera de la que esta torre fue su baluarte extremo. Dos siglos más tarde, aprovechando el aterrazamiento de la zona entre los lienzos de muralla de la Alcazaba, derivaría en el ámbito lúdico ajardinado actual, desde el que se divisan las Torres Bermejas y el Carmen de Peñapartida. Tal vez por eso fue el lugar de la Alhambra elegido en 1957 para inmortalizar en piedra los famosos versos del poeta mexicano Francisco de Icaza: «Dale limosna, mujer, que no hay en la vida nada como la pena de ser ciego en Granada».
Bibliografía:
La Alhambra y el Generalife. Guía oficial (2010). Bermúdez López, Jesús.
Murallas, torres y dependencias de la Alhambra (2016). Vilar Sánchez, Juan Antonio.
Web del Patronato de la Alhambra y Generalife (en línea) Accede aquí