Vencejos, culebras viperinas, sapos y… ‘otros’ habitantes de la Alhambra
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La Alhambra es mucho más que un conjunto de bellos palacios. Es un paisaje, en el que la arquitectura convive con la vida. La vida no solo de los viajeros que a diario nos visitan, sino también de las 167 especies animales que habitan en esta ciudad palatina. Hace unos días acompañábamos a un grupo de jardineros a un taller de formación que nos sirvió para descubrir otra mirada sobre el Monumento.
Empezamos en el Patio de los Leones con el vencejo común. ¿Habíais oído hablar de esta especie? Es un ave insectívora y migratoria que anida en los huecos de las yeserías y árboles de la Alhambra. En total, se han contabilizado 150 parejas de vencejos en las yeserías perimetrales que decoran los arcos del Patio de los Leones y el Patio de la Alberca. Aunque os parezca extraño, les necesitamos, ya que se comen insectos. Y para que sus nidos no afecten a la conservación del patrimonio, desarrollamos programas especiales para mantenerlos en la Alhambra pero cambiando su ubicación. Así, se han instalado barreras protectoras en los artesonados y zonas más sensibles y se han colocado nuevos nidos para mantener la colonia en la cornisa del Palacio de Carlos V.
A estos nidales se suman otros simulados bajo las cubiertas de los palacios, que impiden que las aves tengan que romper tejas en busca de un hogar. Nos contaba Marina, una de nuestras biólogas, que cada polluelo de vencejo comía al día 500.000 insectos, 50 gramos de aeroplasma? ¡Qué barbaridad! No sé qué haríamos si no hubiese vencejos en el Patio de los Leones. La visita sería una auténtica pesadilla.
Con Juan Ramón nos fuimos hasta los jardines del Partal. Íbamos a repoblar las albercas de huevas de ranas comunes. Así que intruducimos varios hilos con millones de huevas de renacuajos.
Muy pocas de estas huevas conseguirán sobrevivir, por eso se ponen millones.
Cuando estamos a punto de echarlas al agua? ¡Sorpresa, sorpresa!
Descubrimos que unas culebras viperinas dormían plácidamente al sol primaveral, en una de las albercas de los Jardines del Partal.
Nos contaron que estas culebras viperinas eran inofensivas para el hombre y que también se las conocía como culebras de agua debido a su gran afinidad por las zonas húmedas y encharcadas y a su gran habilidad de nadar y bucear.
Y aquí termina nuestro recorrido. Una mañana intensa, pero gratificante. Nos hemos acercado con otros ojos a la Alhambra, hemos mirado el detalle, no solo arquitectónico, sino también de estos otros habitantes que hacen que todo en esta ciudad palatina mantenga el equilibrio de su ecosistema natural. Gracias a estos trabajos, la Alhambra es un Monumento pionero en Europa en desarrollar un proyecto en el que la fauna y la conservación son protagonistas.