Incensario almorávide, una pieza única en el arte hispanomusulmán
En el Museo de la Alhambra hay una pieza de bronce que destaca por su singularidad. Se trata de un pequeño incensario de época almorávide, un objeto del siglo XII que se utilizaba para aromatizar y quemar inciensos y perfumes, y cuya forma se adapta a esta función.
Está compuesto por tres partes, un cuerpo inferior con forma semiovoide que se apoya sobre una pequeña base; una tapa superior que está calada para permitir la salida de los aromas; y en su interior tiene una cazoleta independiente en la que se quemaban los perfumes y que presenta un orificio en la parte inferior para expulsar la ceniza al recipiente de la base. En los laterales del incensario están presentes unas arandelas por las que pasaban unas cadenas, hoy perdidas, que permitían sustentar la pieza en el aire.
Este incensario resalta asimismo por su ornamentación en la que se combinan elementos epigráficos, decoración calada vegetal y geométrica y figuración zoomorfa. Un ave esquemática apoyada en una esfera corona la tapa, en la que también están presentes una serie de orificios ornamentales, entre los que se encuentran formas vegetales de palma. En la base se sitúa una banda cincelada con caracteres cúficos en la que se puede leer la jaculatoria Bendición completa, prosperidad y gloria. Bendición completa y gloria. Bendición. Aunque se encuentra muy borrada por el uso que tuvo este incensario, el tipo de letra utilizado nos permite situar claramente este objeto en la etapa almorávide.
Pero la particularidad de este incensario reside además en un hecho curioso: no se conocen que existan otras piezas similares a este objeto en todo el arte hispanomusulmán. Es más, ni siquiera tiene una funcionalidad concreta dentro del mundo islámico. Este incensario estaba pensado para moverlo en el aire con unas cadenas y esparcir así el olor, una función que forma parte de la liturgia cristiana pero no de la musulmana.
De hecho, para encontrar objetos parecidos tenemos que buscar en el arte románico peninsular. Estos incensarios eran piezas comunes y la iconografía religiosa del siglo XII de los territorios cristianos así lo atestigua, pues modelos muy similares aparecen representados en frescos, en relieves escultóricos y en bienes muebles. Un ejemplo de ello es la pintura mural La anunciación y ángel turiferario, un fresco de la ermita de Santa Cruz de Maderuelo (Segovia), hoy en el Museo del Prado de Madrid tras ser trasladado a lienzo en 1947. En esta composición aparecen unos ángeles turiferarios quemando incienso en un incensario con gran similitud a la pieza del Museo de la Alhambra. Similar iconografía está presente igualmente en un fresco del ábside de la iglesia parroquial de Sant Pau de Esterri de Cardós, hoy en el Museo Nacional de Cataluña, una pintura románica de la segunda mitad del siglo XII que muestra a Cristo en majestad con dos ángeles turiferarios que portan en cada mano unos incensarios de parecida forma. También en los frescos de la ermita románica de San Miguel de Foces, en las pinturas de finales del siglo XII de la Ermita de San Esteban de la Viguera en la Rioja, en una arquivolta de la portada norte de la Iglesia de San Miguel de Estella, o la portada meridional de la Iglesia de San Juan de Mercado en Zamora, entre otros variados ejemplos.
¿Pero cómo es posible que una pieza creada por artistas almorávides presente estas similitudes con el arte cristiano? Pues según el profesor Antonio Fernández-Puertas, la respuesta se encuentra en los intercambios comerciales peninsulares, probablemente esta pieza fue hecha para ser vendida para el culto cristiano. El lugar en el que se encontraba refuerza esta idea, pues proviene del Convento de la Merced de Madrid y allí fue utilizado para el ceremonial litúrgico, de ahí el desgaste que actualmente presenta.
Este incensario almorávide, único y excepcional, podemos verlo actualmente en el Museo de la Alhambra.
AUTORA: Soledad Gómez Vílchez