El tesoro oculto de la Alhambra: El almacén de bienes culturales
El Patronato de la Alhambra y Generalife gestiona en el ejercicio de sus competencias el Museo de la Alhambra y su fondo arqueológico, el Legado de Ángel Barrios y la Colección Artística. Se trata de colecciones que siguen incrementándose fundamentalmente como consecuencia de intervenciones arqueológicas en el propio monumento granadino, compras, donaciones y hallazgos.
La gestión implica desde la ordenación, control y conservación de las distintas colecciones, hasta su registro, inventario, catálogo y documentación en materia histórica y científica.
Las sucesivas normativas legislativas publicadas a lo largo de siglo XX, tanto estatales como autonómicas y locales, han subrayado el papel científico de los museos, y coinciden en incluir la investigación y estudio como parte de las funciones principales e imprescindibles desarrolladas en los museos con el fin de proteger, conservar, difundir y exhibir las colecciones museísticas mediante la realización de exposiciones, publicaciones, cursos, conferencias, proyectos de investigación, etcétera.
Dentro de esta línea tendente a optimizar y facilitar la accesibilidad al personal investigador y a la sociedad, el registro y la documentación museológica de las colecciones se muestra como una actividad esencial que requiere el desarrollo de una serie de procesos de actuación definidos, programados y protocolarizados.
El trabajo comienza con la recogida de materiales en el almacén de bienes culturales situado en el edificio de Fuentepeña. El almacén de los bienes culturales es un espacio donde se custodian las obras que no se exhiben, hay piezas inéditas, auténticos tesoros nunca expuestos al servicio de la colección permanente y de la investigación, conservación y difusión. Lo fondos, calculados en cerca de 250.000 piezas, se encuentran ordenados por sectores en función de los soportes materiales según un estricto control topográfico que contempla una división por áreas dedicadas a la conservación de cada tipo de material.
En el despacho de catalogación, un equipo especializado de historiadores, arqueólogos y museólogos que de forma multidisciplinar desarrollan cada una de las tareas para el inventario y catálogo de las colecciones.
Tras la limpieza superficial de los objetos, se procede al siglado de cada pieza mediante un sistema reversible e inocuo. Este proceso la vincula con un número de inventario único que la identifica e individualiza. Se inicia su análisis directo y exhaustivo con el fin de recoger datos para identificar y clasificar cada pieza: desde la toma de dimensiones, a la valoración de su estado de conservación y características formales, materiales, técnicas y cronológicas.
Tras el siglado y análisis de las piezas, se realiza la documentación fotográfica, imprescindible para el reconocimiento visual de cada objeto.
Por otra parte, se llevan a cabo el inventario y catálogo informático en el Sistema de Documentación y Gestión Museográfica DOMUS, de esta manera se registra la información existente como el tipo de colección, forma o fecha de ingreso, y se recoge la documentación cultural vinculada, como exposiciones y publicaciones bibliográficas, accesible a través de la páginas web institucionales. Esta tarea conlleva de forma paralela un proceso de investigación documental mediante el análisis delibros de registro, fichas de clasificación antiguas y estudios de colecciones similares.
Finalmente, atendiendo a su materia y tamaño, la conservación de las piezas requiere su adecuado acondicionamiento y embalaje en las distintas unidades de instalación, que también son identificadas y controladas informáticamente para controlar su ubicación, cuantificación, formato, peso y volumen.
El estudio, la ordenación, el inventario, el registro y la catalogación constituyen las funciones básicas para el conocimiento y puesta en valor del patrimonio al servicio del público.