El Partal alto: viendo la historia a través del jardín
Los jardines del Partal ocupan una amplia zona situada al este de los Palacios Nazaríes que llega hasta la torre de la Cautiva. Es un espacio con desnivel, salvado con diferentes aterrazamientos que van desde la muralla, en la parte baja, hasta las edificaciones actuales en la parte superior. Se trata de un área muy heterogénea por su su topografía y por los elementos que la integran, aunque se diría que posee una unidad paisajística donde el jardín es el nexo. En ella se encuentran restos arqueológicos de palacios y viviendas de personajes relacionados con la vida cortesana en época nazarí, excavados a principios de siglo XX, primero caóticamente por Modesto Cendoya, siendo el arquitecto de la Alhambra, Leopoldo Torres Balbás, quien diseña los actuales jardines en 1924. La mayoría de los espacios se ajustan a las ruinas existentes, manteniendo su estructura para que puedan ser reconocidos; a su vez se les da vida a estas ruinas llenando de agua sus albercas o haciéndola correr por sus canalillos.
Estas ruinas correspondían, en época medieval, a una de las tramas urbanas más antiguas de la Alhambra y, probablemente, el primer asentamiento palaciego nazarí dentro de la medina. Era el llamado palacio del Partal alto, construido al parecer durante el reinado de Muhammad II, a finales del siglo XIII, y que tras la Reconquista sirvió de residencia de los marqueses de Campotéjar, condes de Tendilla y alcaides de la Alhambra. De este palacio, que debió de ser uno de los más suntuosos fuera de la Casa Real, solo se conservan restos de cimientos y muros, algunas estructuras del baño, accesos y dependencias anexas, y parte de una gran alberca, eje y elemento principal del palacio. Las notables dimensiones de esta alberca dan idea de la importancia de las construcciones de esta zona y de sus moradores. Su lámina de agua se interrumpe hoy con unas frondosas matas de cala o flor del pato (Zantedescllia aethiopica) y grupos de nenúfar blanco (Nymphaea alba).
Los cuatro parterres rectangulares que la abrigan a levante y poniente ―separados dos a dos por un andén transversal en lo que habría sido el eje medio de la alberca― debieron de estar igualmente ajardinados en su origen. Estos jardines, también conocidos como de Yusuf III, en alusión al sultán que reformaría este palacio a principios del siglo XV, continúan la tradición moderna del jardín granadino ya consolidada a finales del XIX con setos de boj perimetrales coronados por semiesferas en encuentros de alineaciones.
Como novedad de inspiración árabe, se incorporan particiones interiores de rombos y estrellas que con el color de las flores que se colocan en su interior recuerdan a los alicatados de los muros interiores de la Alhambra y el Generalife.
En la parata intermedia de los jardines del Partal se recorre un tramo de calle angosta, pavimentado con el tradicional empedrado: la calle Real Baja, vía principal de comunicación entre los palacios de la Alhambra. El tramo de calle se convierte en un privilegiado mirador de los jardines del Partal. Ante este mirador de la Alberquilla, surge de forma espectacular la bella figura del pórtico del palacio del Partal recortado sobre el paisaje del Albaicín y el Sacromonte. El pretil que nos sirve de barrera es en realidad el muro que delimita el palacio del Partal, ante el que se extienden los restos de lo que debió ser un bellísimo pabellón, en eje con el pórtico, que ha conservado parte del pavimento cerámico original. Rodeado por dos curiosos estanques que forman una U y dominando el descenso escalonado de jardines, este bello espacio recuerda como ningún otro la disposición de Madinat al-Zahra’, a la que tanto debe la arquitectura hispanomusulmana.
Son numerosos los árboles y arbustos que se encuentran en estos jardines, entre ellos cipreses (Cupressus sempervirens), macasares (Chimonanthus praecox), celindos (Philadelphus coronarius), deutzias (Deutzia scabra) y abelias del Himalaya (Abelia triflora). Pitosporos (pittosporum tobira), membrilleros del Japón (Chaemomeles speciosa), vergelias (Weigela florida), mahonias (Mahonia fortunei) y rosales de copa. Cuentan también las paratas de cultivo con puntuales elementos arbóreos y arbustivos como un magnífico magnolio de hoja caduca (Magnolia x soulangeana), un olmo de inusual resistencia a la grafiosis (Ulmus laevis) o un magnifico rosal de pitiminí (Rosa banksiae) enredado en un gran ciprés.
Todo ello sobre camas de flor de estación con, según época y año, alhelí (Matthiola incana), bocas de león (Antirrhinum majus), primaveras (Primula sp.), moñas (Ranunculus asiaticus), marisalar (Bellis perennis), pensamientos (Viola sp.), carraspique (Iberis sempervirens), salvia azul (Salvia farinacea) y roja (S. splendens), guisantes de olor (Lathyrus odoratus), alegrías (impatiens walleriana), dalias (Dahlia spp.) o tagetes (Tagetes erecta) entre otras especies que aparecen de forma natural como la flor de la viuda (Trachelium caeruleum) o el culantrillo de pozo (Adiantum capillum-veneris).
BIBLIOGRAFÍA
La Alhambra y el Generalife. Guía oficial (2010). Bermúdez López, Jesús.
Plantas de la Alhambra (2017). De la Cruz Márquez, Rafael; García Montes, José Manuel.
Los jardines de la Alhambra y Generalife: información básica (2011). Servicio de Jardines y Huertas del Patronato de la Alhambra y Generalife.