El papel de las sultanas en la Alhambra
El Reino Nazarí se forjó a partir de los S.XII y XIII como provincia o “kora” del Califato Almohade manteniéndose como el último reducto de al-Andalus desde su fundación en 1232 por parte de Muhammad I y hasta el año de la Conquista Cristiana en 1492.
En todas las estructuras políticas bien actuales o antiguas, se suceden momentos de crisis combinados con otros de excelencia política, social, económica y cultural y que en bastantes ocasiones, se dieron gracias a la intervención de mujeres excelentes que vivieron a la sombra de esposos, hijos o padres medio ocultas en el harén entre los muros de la Alhambra.
Las mujeres pertenecientes a la familia real nazarí podían adquirir el título de sultanas o “malikas” reinas como consortes, nunca ejercerían tal función por sí mismas y solo tendrían capacidad para “dirigir algo menor”. Localmente podían ejercer su autoridad necesitando un certificado de legitimidad con la bendición del soberano.
A pesar de lo dicho anteriormente, hay que destacar que jurídicamente podían actuar con libertad para administrar sus propiedades bajo tutela masculina. Esta capacidad jurídica se debe al contexto socio-político del Reino de Granada sujeto a la Reconquista, lo cual provocaba una reducción de la presencia masculina entre la población en general y más particularmente entre los sultanes y nobles de la corte debido a la guerra de conquista y en este contexto es especialmente importante el papel que desempeñaron las sultanas de la Alhambra.
El estudio de las mujeres de la dinastía nazarí se basa en el testimonio de documentos escritos por hombres, quienes se encargaban de componer crónicas, diccionarios bibliográficos etc…y es aquí dónde radica la falta de información sobre las mismas, también considerar el extravío y la destrucción de textos debido a la guerra o la quema de archivos tras la conquista cristiana.
Los cronistas limitaban la información con respecto a las sultanas porque la cultura árabe–islámica las mujeres libres, es decir “nobles” en referencia a las sultanas son consideradas sagradas por lo que se debía evitar mencionar sus nombres, describir su belleza o mencionar cualidades personales en presencia de otras personas. No existía tal pudor a la hora de describir de forma poética las cualidades en referencia las mujeres esclavas.
Existía una escala social dentro del mundo femenino en el harén real, en el vértice se sitúan las esposas legales pertenecientes al propio linaje, son matrimonios endogámicos. En segundo término las concubinas-madres del hijo del sultán quienes poseían todos los derechos hereditarios y seguidamente las concubinas propiamente dicho que se consagraban al servicio doméstico.
Las sultanas nazaríes ejercieron en bastantes casos un papel preponderante como la sultana Fátima quien con la ayuda de su consejero Riwan fue tutora de sus dos nietos menores de edad Muhammad IV y Jusuf I futuros sultanes, a su vez dirigió la política del reino de Granada durante varias generaciones de su familia. También la nieta de Muhammad V tuvo una actuación relevante en política exterior cuya interlocutora femenina fue la reina María de Aragón. Tenemos también el caso de la Zarh al Riyad esposa de Muhammad IX quien apoyó a su esposo incondicionalmente.
Adentrados en el siglo XV son resaltables las figuras de las sultanas Aixa mujer de fuerte carácter, inteligente y decidida que luchó con todas sus fuerzas para legitimar el trono en la persona de su hijo Boabdil. La sultana Morayma mujer culta y abnegada vivió momentos personales muy difíciles como fue la entrega de su hijo como rehén de los Reyes Católicos durante la Guerra de Granada o la sultana Soraya segunda esposa de Muley Hacén y rival de la reina Aixa.
Autora del artículo: Lourdes Ruiz López