El Cuerpo de Guardia de la Alhambra, los vigilantes de la ciudad
La llegada de los Reyes Católicos a la Alhambra cambió muchos espacios de la ciudad palatina nazarí, fruto del proceso de adaptación a las costumbres cristianas. Una de esas modificaciones fueron los accesos a la ciudad palatina. Mientras que en época nazarí la salida natural a la ciudad era la Puerta de las Armas, que era la utilizada habitualmente y la única que conectaba directamente Granada con la Alhambra, tras la conquista cristiana el acceso principal se trasladó a la llamada Puerta de la Justicia.
Los monarcas cristianos consideraron esta entrada como la puerta natural a la ciudad conquistada y, de hecho, por ella entraron a la Alhambra los Reyes Católicos en sus tres largas estancias granadinas en 1492, 1499 y 1500-1501, Carlos V en 1526, acompañado de su mujer Isabel de Portugal para pasar aquí su luna de miel, y posteriormente los reyes Felipe IV en 1624, Felipe V en 1730 y años más tarde Isabel II y Alfonso XIII.
Para vigilar la entrada y salida de personas a la ciudad palatina, la corte cristiana estableció en la Puerta de la Justicia el Cuerpo de Guardia de la Alhambra, que residió en esta puerta-torre desde el 2 de enero de 1492 hasta 1860. En el piso más alto de la torre se construyó una vivienda que fue utilizada como residencia del alcaide de la Puerta Principal o torre de la Guardia, que era la persona encarga de controlar este acceso en nombre de la corona. En su tarea contaba con la ayuda de dos porteros encargados de abrir y cerrar la puerta a las horas marcadas y de controlar de forma exhaustiva a las personas que entraban y salían. Tras la conquista cristiana, la Puerta de la Justicia se abría rigurosamente al amanecer y se cerraba el anochecer, e incluso hubo un tiempo en el que estaba prohibido entrar o salir de la Alhambra durante el horario nocturno, según se narra en el libro ‘Bab Al-Saria. Bienvenidos a la Alhambra’
Poco antes de su apertura, al amanecer, un gran número de personas esperaban dentro y fuera de la puerta para salir o entrar a la fortaleza, según cuenta Juan Antonio Vilar Sánchez en el mencionado libro. Tras la conquista cristiana de Granada, esta puerta era testigo también de todas las órdenes emanadas de la corona católica o de los alcaides de la Alhambra, pues además de ser pregonadas públicamente, “eran colgadas en este puesto de guardia para conocimiento de la guardia y de los transeúntes”. Así lo atestiguan, por ejemplo, dos bandos oficiales que datan de 1742 y 1802, y que fueron fijados en la Puerta Principal de la Alhambra. Había incluso un pequeño calabozo donde cumplían penas cortas los que infringían levemente estas ordenanzas.
Lugar de esparcimiento
Ese punto de encuentro en el que se convirtió la Puerta de la Justicia también tenía un lado lúdico y de ocio. Y es que en la zona extramuros, justo delante de la puerta, era donde los soldados y otros vecinos de la ciudad se ‘liberaban’ de las “estrictas pragmáticas reales que prohibían el juego en el interior de la fortaleza”, según cuenta Vilar Sánchez. Así, durante la Edad Moderna el espacio cercano a la puerta se convirtió en lugar de juego de cartas y quínolas, lo que llevó aparejada también la existencia de numerosas riñas y peleas entre la soldadesca de las que quedan reflejadas varias denuncias en el Archivo de la Alhambra.
BIBLIOGRAFÍA
Bab Al-Saría. Bienvenidos a la Alhambra. Rafael López Guzmán (Coord.). 2017