El chapín de la tenería de la Alhambra
El chapín es un tipo de calzado de suela de corcho de tradición hispanomusulmana que originalmente se usaba para el baño, de ahí su amplia suela que aislaba los pies del calor y de la humedad del suelo. En el Museo de la Alhambra se conservan varios chapines: el más conocido es este chapín mudéjar hallado en una intervención en la torre de la Vela. Tanto la suela como el recubrimiento superior del zapato están forrados de cuero repujado y pintado con trazos en color negro sobre una base dorada aplicada directamente sobre la piel. Las piezas de cuero necesarias para su fabricación pudieron realizarse en la tenería de la Medina de la Alhambra, donde se transformaban las pieles en cuero para abastecer al gremio de zapateros de la ciudad palatina. Las normas que regulaban el oficio de los curtidores establecían que debían realizarse extramuros, aunque lo mismo que ocurre con la tenería de la Alhambra, no hay duda de que gran parte de las tenerías de madīnat Garnāta̩ estaban dentro de la ciudad, en el barrio de los curtidores, el h̩ārat al-Dabbāgīn. Se situaba al Este de la mezquita mayor, en la ribera del río, la actual calle Milagro, lo que conocemos gracias a los hallazgos arqueológicos de las intervenciones llevadas a cabo por Antonio Malpica, Juan Cañavate o Antonio Orihuela.
La tenería de la Alhambra, se encuentra en la zona del recinto monumental conocida como el Secano. Fue excavada en 1931 por Leopoldo Torres Balbás y contiene algunos elementos del ciclo productivo del curtido como piletas y tinajas que, por su pequeño tamaño, corresponderían al curtido de pieles de oveja o de cabra. Estaba conformada en torno a un patio con una alberca central. Alrededor se encontraban las galerías con las pilas en las que se curtían las pieles. El nombre de estas pilas en árabe es nuqā’a, y deriva al castellano como “noque”, similares a las que todavía se encuentran en uso en Fez o Tetuán.
El proceso de transformación de la piel en cuero se dividía en tres fases: la primera conocida como “trabajos de ribera” se realizaban cerca de un curso de agua con ceniza y sal, después las pieles se sumergían en agua de cal durante un mes, transcurrido el cual se dejaban secar al sol. En segundo lugar, se realizaba el trabajo propiamente dicho de curtido que transformaba las pieles en cuero y, finalmente, el proceso de refinado y teñido. En esta tenería identificamos las dos últimas fases del ciclo, ya que las pieles serían adquiridas ya limpias y secas, una vez finalizada la primera fase, en la ribera del río Darro. Se accedía a las instalaciones por el Este, a través de una pequeña puerta que daba acceso a un patio. La galería del lado norte sería descubierta y en ella hay una primera alberca que puede identificarse por los restos de cal con un meraquel, lugar donde se limpiarían inicialmente las pieles de los restos de cal.
Además, hay otras cuatro albercas rectangulares con una profundidad variable entre 1,70 m y 1,80 m.
Para el curtido de la piel se utilizaban los taninos obtenidos de una pasta de granos molidos de la planta conocida como zumaque (Rhus coriaria L.). Los granos debían ser escogidos y molidos previamente y disueltos en agua caliente; en la galería Este se conserva el mortero de piedra de rio donde se preparaba la pasta de zumaque. Además de curtir la piel, la corteza de la raíz de la planta de zumaque tiñe el cuero de color rojo; las hojas y los tallos jóvenes producen un tinte amarillo y las bayas, según su grado de maduración, pueden teñir el cuero de color marrón o negro.
En algunos casos, para la elaboración de piezas más finas después del curtido pasaban a otro baño en el que se podían utilizar higos en maceración, que aporta flexibilidad al cuero. En la galería Sur que estuvo techada hay dos albercas que pudieron tener esa función en un espacio de trabajo cubierto donde se conserva una tinaja empotrada en el suelo y una letrina.
Autora del artículo: Paz Gázquez. Asesora técnica del Departamento de Arqueología. Patronato de la Alhambra y Generalife.