El ataifor de la tañedora de laúd
Entre las interesantes piezas que se conservan en el museo de la emblemática Alhambra, se encuentran tres ataifores fatimíes datados a finales del siglo X y principios del XI, 969-1050, cuya procedencia se sitúa en Fustat, El Cairo, Egipto. Una de estas piezas refleja a una tañedora de ´ud (laúd) que recuerda al observador tanto la relevancia de este instrumento en la época como su frecuente lazo con la mujer.
Siendo el laúd denominado como el “sultán de los instrumentos” durante el periodo medieval, al servir de base de la configuración de la teoría musical árabe, no es de extrañar su constante presencia en la escasa iconografía musical.
El estudio sobre el efímero arte de la música en las culturas antiguas constituye, desde hace años, un reto para las personas interesadas en ello. Mediante el análisis de fuentes conservadas hasta nuestros días se intenta recomponer o recrear la música de todas las épocas en los distintos lugares del mundo. La iconografía proporciona una valiosa información al plasmar distintos momentos y escenarios de la vida musical.
En este ataifor fatimí la instrumentista se representa con el pelo al descubierto, su mano derecha reposa sobre las cuerdas mientras que la mano izquierda pulsa el mástil, haciendo verosímil la interpretación. Son cuatro las cuerdas que cruzan el instrumento que son tañidas por unas largas uñas o plectos digitales. El instrumento se encuentra ricamente adornado pudiendo contarse, en su mástil arqueado, dieciocho clavijas. La intérprete sentada “a la turca”, y que dirige su mirada hacia la derecha, viste una túnica de amplias mangas y se adorna con unos grandes pendientes.
Una representación similar a ésta, que muestra además el hermanamiento artístico entre la cultura andalusí y fatimí, es la encontrada en Murcia perteneciente al siglo XII-XIII, hallada de forma fortuita durante trabajos de cimentación de unas viviendas en el centro de la ciudad. En este caso se encuentra como imagen principal en un vaso una intérprete de laúd sentada en una postura similar a la de nuestra protagonista. Igualmente, sobre sus piernas apoya su instrumento que cuenta con cuatro cuerdas que solo atraviesan la caja de resonancia, no llegando al mástil. Asimismo, se pueden localizar a otras tañedoras de laúd en piezas tan conocidas como el Bote de al-Mughira como parte de la “escena del trono” o en el Bote de Davillier, en el Museo del Louvre, donde pueden observarse dos personajes sentados sobre un estrado, uno de ellos toca el laúd y el otro sostiene un vaso. En este caso se piensa, también, que la figura representada con el laúd puede ser una mujer. Otro ejemplo donde puede analizarse una escena similar, se da en la Arqueta andalusí del Museo Victoria & Albert donde en el medallón derecho aparece una laudista junto a un hombre sentado que bebe.
Del mismo modo, la presencia de este instrumento musical se estudia en otros formatos tan conocidos como es el capitel de los músicos del Museo Arqueológico de Córdoba o el manuscrito Hadith o Qissat Bayad wa Riyad, donde se advierte en distintas imágenes la constante presencia de este instrumento en manos de tañedoras durante reuniones sociales.
La importancia de esta pieza desde la perspectiva iconográfica se encuentra, por lo tanto, en la escenificación de este momento musical, ya que, a no ser por este tipo de representaciones, estos episodios solo podrían ser estudiados a través de los códices de la época. Esta imagen nos traslada a un instante concreto que enriquece cualquier descripción que sobre ella pudiera darse, permitiendo dar voz a este instrumento que, por la caducidad de los materiales con los que fue construido, se ve trágicamente enmudecido por el paso del tiempo.