El Albercón de las Damas y el Jardín del Oratorio, donde el palacio nazarí se funde con el jardín romántico
El área de la Alhambra que conserva las estructuras arquitectónicas palatinas más antiguas del recinto se sitúa sobre la muralla septentrional, por encima del valle del río Darro y frente al actual Albaicín, conformando uno de los paisajes patrimoniales más destacados de nuestra ciudad. Aquí se ubica el alcázar de los sultanes nazaríes, uno de cuyos edificios más antiguos conservados en pie es el denominado Palacio del Partal, cuya tipología decorativa permite atribuir su construcción a la época del sultán Muhammad III (1302-1309).
La disposición del palacio, semejante a la de otros posteriores como el de Comares, presenta una gran alberca central ante un pórtico de cinco arcos, tras los que se desarrollan sus estancias principales.
Este “albercón”, que toma su nombre de la torre principal del edificio, la torre de las Damas, se encontraba en el siglo XIX completamente oculto por una huerta, como puede verse en el grabado de Lewis (1834). El arquitecto Modesto Cendoya lo desescombra y recupera entre 1906 y 1908 y, siguiendo la disposición del patio de Comares, planta en sus lados mayores sendos setos de arrayán. En 1923 el entonces arquitecto conservador de la Alhambra Leopoldo Torres Balbás repara sus tuberías de plomo, recompone la infraestructura del jardín y, un año más tarde, da agua a los dos grandes leones de mármol (siglo XIV) que estuvieron situados al otro lado del pórtico, hasta 1995 cuando fueron trasladados para su restauración. Estas singulares esculturas, originarias del antiguo Maristán en el Albaicín, hoy se conservan en el Museo de la Alhambra.
El reflejo del agua en la alberca realza y devuelve la belleza arquitectónica del palacio, en cuya plataforma se integran el inmediato Oratorio y las llamadas Casas de la Pinturas, entre una singular vegetación que se extiende hacia los jardines anexos.
En la etapa cristiana de la Alhambra, hasta finales del siglo XIX, hubo en el sector varios cármenes privados, algunos de cuyos jardines se han conservado hasta nuestros días, como es el caso del llamado Carmen de la Mezquita, junto a la alberca, que ahora constituye el jardín del Oratorio, el más antiguo de ellos.
Con modificaciones posteriores, el recorrido por sus paseos de trazo ahora curvo y delimitados por setos de boj (Buxus sempervirens) resulta muy agradable por la sugestiva floración de fin de invierno y comienzos de primavera de peonías (Paeonia x suffruticosa) o membrilleros del Japón (Chaenomeles speciosa) y por el frescor y densa sombra estival que ofrecen tilos (Tilia x europaea), chopos (Populus nigra), magnolios (Magnolia grandiflora) y, cómo no, cipreses (Cupressus sempervirens) con el acento de color y olor de rosales de copa.
BIBLIOGRAFÍA
La Alhambra y el Generalife. Guía oficial (2010). Bermúdez López, Jesús.
Plantas de la Alhambra (2017). De la Cruz Márquez, Rafael; García Montes, José Manuel.
Los jardines de la Alhambra y Generalife: información básica (2011). Servicio de Jardines y Huertas del Patronato de la Alhambra y Generalife.