Carolina Molina: “Granada ha sido algo impactante. Igual que te enamoras de una persona, te puedes enamorar de una ciudad y ese fue mi caso”

A Carolina Molina (Madrid, 1960) la vida siempre la llevó a poner su atención en Granada. Cuando tenía 11 años, luego de hacer la típica visita a la Alhambra, su padre le recomendó leer Cuentos de la Alhambra de Washington Irving; con 16 años pintó un cuadro muy pequeño, que todavía conserva en una de las paredes de su casa, sobre el “castillo rojo”, pero el flechazo definitivo, el que lo cambió todo, fue precisamente un libro: La casa de Bernarda Alba de Federico García Lorca. Desde entonces una mitad de su corazón está en la capital y la otra en el sur de España.

“Con 17, 18 años descubro La casa de Bernarda Alba y fue un impacto literario y emocional tremendo. Para mí Federico (García Lorca) fue el inicio de todo, pero lo fue más por su obra teatral que poética, ¡es curioso! Y luego más por su vida en general, que por su muerte. Hubo un flechazo al ver sus fotos antiguas y la Granada de aquel momento me dio la sensación de que había algo que estaba relacionado a mi. Cuando llegué a la ciudad, hace 30 años, me di cuenta que la conocía por las cartas de Federico, por todos los mapas callejeros y las alusiones que había leído sobre ella. Granada ha sido algo impactante. Igual que te enamoras de una persona, te puedes enamorar de una ciudad y ese fue mi caso” afirma la periodista y novelista española, autora de Guardianes de la Alhambra, novela seleccionada para la cuarta sesión del Club de lectura de la Alhambra, que se realizará el 26 de septiembre en la sala de conferencia del Palacio Carlos V.

La influencia de Lorca, de su obra teatral y de la pasión que siente Carolina por el teatro se puede apreciar en cada una de sus obras. “Para mi es muy importante los diálogos. Se podría entender mis novelas casi con los diálogos. Trabajo mucho en ellos, por eso me interesa introducir términos típicos de la persona que está hablando, en el lugar donde está hablando. Esto a veces le cuesta un poco a los correctores de las editoriales, cambian cosas y yo ¡no, este personaje habla así!” (risas)

En cuanto al proceso de creación de Guardianes de la Alhambra, Carolina Molina admite que fue largo, pero al mismo tiempo gratificante y muy divertido. La obra es una fiesta de personajes del siglo XIX, en la que desfilan nombres como Washington Irving -pieza central que une distintas tramas y personajes- Théophile Gautier, Prosper Mérimée, Richard Ford, Alejandro Dumas, entre otros. Con un narrador que guía al lector por más de 300 páginas llenas de historia, leyendas, amor y sucesos inesperados, Maximiliano o “Max, el romántico”, quien enlazará el siglo XIX en Granada y la destrucción de su patrimonio, para aparecer de nuevo en Noches en Bib-Rambla, la continuación de esta novela, donde denunciará el desmantelamiento de la famosa Puerta de las Orejas y finalmente en El último romántico, novela en la que será incriminado por sus detractores de causar el peor incendio que sufrió la Alhambra.

¿Tenías premeditado, cuando escribiste Guardianes de la Alhambra, que Maximiliano se convertiría en un personaje recurrente? “La idea inicial era hacer una única novela sobre el siglo XIX en Granada. Cuando empecé me di cuenta de que la novela iba a ser de 3.000 páginas. Imposible. Entonces decidí dividirla en varias partes. Hacer una trilogía. Lo primero eran los viajeros románticos, sobre todo Washington Irvin. Tenía mucho interés en escribir sobre él porque es un persona que me parece esencial en la historia de Granada, en la historia del diecinueve y más todavía en la historia de la Alhambra. En Granada es un pilar de la cultura, pero fuera de la ciudad no lo conocen”.

Molina reconoce que el siglo XIX tiene “algo” que la atrapa y que la hace sentir muy cómoda a la hora de escribir sobre este periodo de la historia. Además, resalta que así como la influencia de Federico García Lorca está presente en su escritura, la figura del escritor español Benito Pérez Galdós también juega un papel importante dentro de sus obras. “Hay una base muy Galdosiana por mi parte madrileña. He leído mucho a Galdós de jovencita. Le entiendo muy bien porque conozco ese ambiente madrileño. Tenemos esas inmensas novelas de él que abarcan toda España y el siglo XIX. A veces me da la sensación de que vivo en el siglo XIX”.

Para terminar el encuentro, esta vez virtual porque Carolina vive en Madrid, le hago la pregunta habitual a los protagonistas de nuestro club de lectura: si te digo la Alhambra ¿qué es lo primero que piensas, sientes, recuerdas? “Ufff… la Alhambra es así como una meta. Es algo así como esa imagen que tienes que te da suerte y en la que piensas cuando quieres ser feliz. Es un símbolo, es muchas cosas y desde luego, quizás, una de las palabras mas usadas en mis novelas”.

Entrevista realizada por Betty Hernández.