Carlos Ballesta: “Mis dos grandes pasiones son la cirugía y la cultura”
Entretenida entrevista a Carlos Ballesta, autor del libro El señor de la seda, que es la lectura elegida por el Club de Lectura de la Alhambra para su próxima sesión en el Carmen de Aben Humeya el día 25 de abril a las 17:30 h.
La vida de Carlos Ballesta –médico, filántropo y escritor- transcurre entre Madrid, Barcelona y Granada. Tiene poco tiempo libre, una agenda llena de reuniones y un teléfono móvil que no para de sonar entre mensajes y llamadas, pero atiende gentilmente al Patronato de la Alhambra y Generalife para realizar esta entrevista.
¿En su estado de WhatsApp tiene escrito «Yo como el Cid, trabajando, no se jubiló ni después de muerto» Trabajar, mantenerse activo, en movimiento, ¿esa es la clave para tener una vida feliz?
Yo creo que uno tiene que morirse vivo. Es decir, tu puedes ser joven pero si no tienes ilusión estás muerto. Yo no. Yo me quiero morir vivo, morir con proyectos por hacer y cosas por realizar. Esa es la mejor manera de estar vivo.
¿Y cómo gestiona su tiempo con una agenda tan ocupada?
Como puedo. Mi prioridad son mis pacientes, los enfermos, y después viene la cultura, en el sentido del arte, la literatura y la escritura; básicamente, a partir de ahí viene el contexto de las relaciones humanas.
Se le conoce como médico, escritor, bibliófilo y filántropo, pero ¿si la vida lo pone a escoger entre una de estas carreras, facetas, oficios, con cuál se quedaría?
La cirugía (responde sin dudar) Es mi profesión, pasión, ilusión y mi felicidad.
La pasión que siente por la medicina viene dada porque su padre era médico, creció viéndolo ejercer la profesión, ¿y la vena de escritor de dónde salió?
Mi padre, mis antepasados, tenían una buena biblioteca. Leer y estudiar era fundamental para él. Igual que para mis hijas también es fundamental leer, culturizarse, estudiar. La cultura es primordial porque es la parte que forma al ser humano. Primero tienes que leer para escribir. Yo siempre he leído mucho, sobre todo literatura antigua.
¿Qué es lo que más le gusta leer?
Historia. Yo leo bastante bien el castellano antiguo. Estudié latín en mi época de estudiante, aunque ya no me acuerdo- y teníamos que escribirlo de forma correcta, pero sobre todo, lo que más he leído es literatura clásica y también literatura del Siglo XVI.
¿Por eso escribe novela histórica?
Si, por supuesto.
Además de novela histórica, ha escrito libros de medicina pero ¿se ve escribiendo otros géneros?
No, yo lo que realmente escribo es historia. Yo recreo la historia, la hago novelada, para que el lector pueda entenderla
¿Y una autobiografía? ¿Ha pensado escribir sobre su vida?
Si, lo tengo escrito. Se llama “¿Por qué Dios no quiso ser cirujano?”. Se lo he regalado a mi asistente personal para que lo publique cuando me muera, porque es muy comprometido.
Es la historia de la medicina, de la visión que se tiene ahora y de la que se tenía en aquel entonces, que era otra.
¿Y por que después de muerto? ¿Por temor, vergüenza, miedo a las críticas?
Vergüenza no, sino no lo hubiera escrito.
¿Las críticas?
No, me da igual (risas). Considero que aparecen personajes que son reales y algunos se podrían molestar
¿Esos personajes reales, para el momento de esta conversación, están vivo?
Si. Hay algunos que están muertos y otros que están vivos. Así que esperamos a que todos estén muertos. Yo espero morirme de último y si queda alguno que no pueda criticarme: ¿por qué me sacaste? (ríe, de nuevo) Pues te saqué porque formas parte de la cirugía española del Siglo XX.
¿Ser escritor es un tema de inspiración o de disciplina?
De inspiración, sin lugar a duda. Hay noches que me levanto diez minutos solo para escribir la idea que me ha venido, porque por la mañana ya no la tengo. Entonces la plasmo en un papel, para desarrollarla luego. Ahora estoy con Ignacio de las Casas y creo que voy a acabar jesuita.
¿Ese es su próximo libro?
Si, quiero que esté listo para diciembre.
Con una agenda tan ocupada, si su vida transcurre en un avión entre tres ciudades, ¿en qué momento escribe?
Escribo siempre que todos los enfermos estén controlados. Si hay un enfermo que no está bien ya no tengo capacidad para escribir.
¿Se lleva al enfermo a casa?
Viven conmigo. El enfermo duerme conmigo. (Saca el móvil del bolsillo de su chaqueta y muestra una pantalla atiborrada de mensajes y llamadas) Todos mis pacientes tienen mi número de teléfono personal. Si los enfermos están bien entonces tengo capacidad creativa. Me levanto siempre a las 3 de la mañana para escribir, como mínimo de tres a seis. Ya a las 6 de la mañana se me agota la idea y entonces me voy a pegar una cabezada, porque a las 8 tengo que estar trabajando en el hospital .
¿Cómo le va con la tecnología?
(Risas) Con la tecnología quirúrgica, vanguardista total, pero con la otra –móvil, tableta, ordenador- se la doy a la secretaria y a los compañeros más jóvenes.
¿Y cómo escribe las novelas?
A lápiz.
¿En cuadernos?
No, en hojas y luego depende de quién, se las regalo. Mira, ahora estoy escribiendo un capítulo de Ignacio de las Casas (abre el maletín y saca varios folios escritos a mano, con letra corrida a bolígrafo azul). Yo escribo todo a mano y se lo doy a la secretaria. Ella da el visto bueno, lo transcribe y luego me lo da impreso para que lo vuelva a corregir. Una vez intenté escribir en el ordenador pero no funcionó para mi.
Hablemos de su biblioteca, se dice que es la más importante sobre libros moriscos de España, ¿dónde la tiene?
En Barcelona.
¿Cuanto tiempo le ha tomado crearla?
No lo sé, todavía.
¿Ha hecho un inventario?
No, que lo haga mi hija.
¿Ha leído todos los libros que tiene en la biblioteca?
Si y los mas leídos son muy fáciles de saberlo porque están subrayados en rojo, pero cuando es un libro que tiene un peso histórico, o es muy antiguo, intento no tocarlo. Si puedo compro un facsímil para guarrearlo porque saco mucha información de este tipo de libros.
¿Es usted de prestar libros?
No suelo prestar. Regalar, sí. Si alguien me pide un libro prestado prefiero comprarlo y regalárselo.
Si le digo La Alhambra ¿qué es lo primero que piensa, lo que le viene a la mente?
Mi infancia. Cuando era niño y estudiaba en el Sacromonte nevaba tres veces al año y lo que me viene a la mente es la guerra de bolas de nieves. En aquella época no había guardias, te estoy hablando de hace muchísimos años. Entonces, la mitad del grupo subía a la parte de arriba, la otra mitad se quedaba abajo y nos tirábamos bolas de nieve.