Bordillos funerarios
En la tradición hispanomusulmana el levantamiento de un cementerio era un acto piadoso que propiciaba a su constructor gloria en la otra vida. Los cementerios islámicos se ubicaban extramuros, pues en el interior de las ciudades sólo se encontraban las Raudas, cementerios reales para personajes de alto rango, como la situada en la Alhambra. El resto de cementerios estaban en los caminos que conducían a las principales puertas de entrada de la ciudad y sin cercado. ?Ni tan mezclados con la vida urbana como los cristianos hasta los comienzos del siglo pasado, ni tan apartados de ella como los actuales? decía Torres Balbás al describir estos lugares, ?los cementerios islámicos, situados extramuros y junto a las puertas de la ciudad, quedaban integrados en su flujo y reflujo cotidiano. El recuerdo de los desaparecidos permanecía siempre presente entre sus familiares y amigos(?). Tras el sepelio de una persona venerada, por su rango, santidad, sabiduría o buenas obras las gentes acudían con frecuencia a su sepulcro (?). Los viernes, sobre todo después de la oración en la mezquita mayor, los caminos que conducían a los cementerios estaban concurridos por una muchedumbre de ambos sexos, que en ellos se mezclaban? (TORRES BALBÁS. 1957). En la Granada nazarí se conoce la existencia de siete cementarios, el más importante de ello era el que estaba situado junto a la Puerta de Elvira. Las inhumaciones que se llevaba a cabo en estos cementarios eran sencillas e individuales, según dictan los preceptos religiosos, pues el Islam conlleva una ausencia de la ostentosidad. El cadaver se enterraba de costado y con la cabeza mirando hacia la Meca. En la cabecera, a los pies o en ambos lados se colocaba un testigo para señalar el lugar, que podía consistir en una única piedra sin labrar o ser estelas funerarias de mármol o granito con grabados e inscripciones. El uso de unos u otros dependía de la categoría social o relevancia de la persona enterrada. Torres Balbás describe cuatro modelos de sepulturas: ? Sepultura con dos estelas funerarias rectangulares de piedra o mármol, una en la cabecera del enterramiento y otra a los pies. ? Sepultura con una estela de poco altura y sección triangular conocida como macabrilla, y también realizadas en piedra o mármol. ? Sepultura que tiene como testigo un fuste cilíndrico en la cabecera de la tumba. ? Sepultura formada por estelas en forma de disco de cerámica vidriada, ubicadas en la cabecera y a los pies. Durante el periodo nazarí proliferan en el Reino de Granada de manera considerable los bordillos funerarios o de sepultura y podemos encontrar lápidas que eran acompañadas por macabrillas e incluso bordillos funerarios que enmarcaban el espacio donde yacía el cadáver. Este tipo de enterramientos van aparejados a edificaciones funerarias reales, como el caso de la conocida Rauda en la Alhambra a situada entre el palacio de los Leones, al norte, y la mezquita de la Alhambra, al sur, y descubierta por Leopoldo Torres Balbás. Los enterramientos de la gente humilde estaban marcados austeramente casi siempre con bordillos a los pies o cabecera clavados en la tierra. Existieron miles de ellos en los diferentes cementerios que se ubicaban a extramuros, siendo bien conocidos los situados en las cercanías de la puerta de Elvira o en el actual barranco del Abogado aunque existieron más. Los bordillos nazaríes de Granada están esculpidos en calcarenitas y areniscas de las zonas colindantes a la capital. Se trata de una roca sedimentaria que encontramos en el Complejo Alpujarráide que separa la sierra de la vega de la ciudad, que con el tiempo y sometida a altos niveles de humedad tiende a desintegrars. Es muy abundante y fácil de extraer respecto a otros materiales, similar a la caliza, pero más blanda y practicable en su talla, lo que seguramente marcó una importante diferencia de precio con el mármol. Estos bordillos consisten básicamente en una piedra de forma rectangular más o menos alargada y que,en ocasiones, desarrolla un par de salientes poligonales. Su decoración es sencilla, consistiendo en la talla de un bajo relieve que se puede extender por ambas caras e incluso en ocasiones en la parte superior y laterales. En cuanto a los motivos decorativos podemos hacer dos grandes grupos: los epigráficos y los anepigráficos. Los bordillos epigráficos tienen inscripciones como baraka (bendición) o al-afiya (la salud o la felicidad), breves frases o palabras a modo de prerrogativas a Allah. El tipo de letra usada es la epigrafía cúfica simple, austera y de líneas claras y resueltas, más acorde con la idea religiosa islámica. Aunque no es la única, en las lápidas reales que se conservan en el Museo de la Alhambra emplean un tipo de letra cursiva más decorativa. Los bordillos anepigráficos (ampliamente estudiados por Carlos Vílchez Vílchez) presenten decoraciones geométricas similares a las que podemos observar ornamentando el resto de objetos y edificios nazaríes. Las tramas geométricas organizadas por estrellas son quizá el tema más recurrente, pero también existen otras formas geométricas muy comunes creadas a partir de arcos mixtilíneas cruzados, son los paños o galerías de sebka, que finalmente dan una apariencia de redes de rombos más o menos desdibujadas. Dentro de este último grupo se incluyen los bordillos funerarios en los que se esculpen motivos vegetales y constructivos, ambos siempre muy simples, vegetales típicos de las composiciones nazaríes y galerías de arquillos de herradura. En la exposición permanente del Museo de la Alhambra se puede ver un bordillo de sepultura en la sala VI, decorado por ambas caras con ornamentación vegetal de palmas enmarcadas por una cenefa a modo de cordón. Procede del Barranco del Abogado, donde estaba uno de los cementerios nazaríes. También en la sala II del museo, en la ventana arqueológica, están presentes bordillos funerarios pues se reutilizaron en la reparación de la acequía real de la Alhambra. Aunque los bordillos más frecuentes en la capital del Reino Nazarí son los de piedra calcareníta, en la Alhambra se conserva también un interesante conjunto de bordillos funerarios realizados en cerámica y decorados con vidriados comunes e incluso reflejo metálico. Hay ejemplares prácticamente idénticos en otras lugares como Málaga, en el Victoria and Albert Museum procedente de Giobralfaro, y en Sevilla, este último fuera de su contexto original. Uno de ellos, con decoración en azul y dorado y epigrafía cursiva, se puede ver también expuesto en el museo. Tras las Capitulaciones de Granada y la clausura de los cementerios islámicos muchos de estos bordillos de sepultura en piedra fueron reutilizados en distintas construcciones granadinas del XVI. ¿Queréis saber dónde?. BIBLIOGRAFÍA: