Un arte milenario mantiene segura la Alhambra. Los nuevos “guardianes” del entorno del monumento granadino son los hermanos Rómulo y Remo, dos aguilillas de Harris que, junto a un azor y dos halcones, sobrevuelan estos días el Generalife para intentan disuadir a las palomas torcaces y domésticas que se han establecido en la zona, una concienzuda labor que busca evitar daños en las huertas medievales y en los materiales constructivos y ornamentales de la ciudad palatina.
El Patronato de la Alhambra y Generalife, dependiente de la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico, ha puesto en marcha un proyecto experimental de control de palomas mediante aves rapaces de cetrería, una actividad declarada por la Unesco Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad y muy ligada a la propia historia de la Alhambra, ya que en época nazarí tuvo un lugar destacado como herramienta de apoyo a la cinegética e incluso una “halconera” en la que se criaban y adiestraban polluelos de una calidad reconocida.
Ahora, siglos después, las rapaces vuelven a sobrevolar jardines y bosques, pero esta vez para salvaguardar tanto el patrimonio natural como artístico del conjunto monumental. “Realizamos vuelos de marcaje con las aves, con el objetivo de intimidar a las palomas, hacer que se sientan inseguras y busquen otra zona de asentamiento”, explica Paulino Vázquez, cetrero y responsable de este proyecto, quien reconoce asimismo que las palomas han encontrado en el entorno de la Alhambra un hábitat cómodo para ellas: hay comida en las huertas, árboles para dormir, agua…
“Nuestra labor es intimidarlas con la presencia de aves rapaces, que ellas identifican como depredadores naturales, para conseguir que desplacen su asentamiento”, subraya Paulino Vázquez. Así, la primera fase de actuación de este proyecto se centrará en alejar de las huertas medievales a los grupos de palomas torcaces sedentarias que han desarrollado hábitos de alimentación basados en los recursos de la zona, para mitigar así el daño que provocan sobre los cultivos tradicionales y las prácticas de conservación del patrimonio histórico agrícola que se llevan a cabo en el Generalife.
El programa de trabajo también busca ahuyentar al grupo de palomas torcaces invernantes que han establecido su dormidero en el bosque de Gomérez. Para ello, se aprovechará la función disuasoria que se consigue con los vuelos controlados de aves rapaces de cetrería en horarios estratégicos, fundamentalmente al atardecer, para reducir el asentamiento de palomas y, por tanto, la problemática que generan en el entorno natural y cultural, así como en la calidad de la visita al recinto monumental.