La directora del Patronato de la Alhambra y Generalife, Rocío Díaz, ha visitado esta semana la Sala de la Barca, donde se han restaurado dos paños de alicatados situados a ambos lados de la entrada, bajo las hornacinas, y que son un claro ejemplo del máximo esplendor nazarí al que llegó la producción de piezas cerámicas en el Conjunto Monumental. Presentan un tema geométrico compuesto por cintas blancas formando octógonos en cuyo interior se aloja una estrella de ocho puntas, y las piezas alternan las tonalidades blanca, melada, negra, azul y verde.
Según ha explicado Díaz, que ha estado acompañada por el jefe del servicio de Conservación y Protección del monumento, Antonio Peral, esta intervención ha contado con un presupuesto de 6.292 euros y ha permitido, además de eliminar el empapelado que protegía las piezas cerámicas, la limpieza de los vidriados y pastas cerámicas y la reducción de deformaciones de los paños, así como la inyección de mortero en las zonas que estaban separadas del muro. Los trabajos, que han tenido un plazo de ejecución de mes y medio, también han posibilitado la recuperación del volumen y el color mediante la reintegración volumétrica y cromática.
La composición de estos alicatados es una de las grandes aportaciones que hicieron los alarifes musulmanes en el periodo nazarí, y para ello utilizaron elementos de la geometría como el círculo, el triángulo, el cuadrado, el hexágono o el pentágono, conocido como el número de oro, símbolo del equilibro estable. En cuanto a la técnica, obtenían las pequeñas piezas mediante el corte de fragmentos mayores, lo que les permitía conseguir formas cerámicas totalmente planas y con la forma y el tamaño exacto para el diseño seleccionado. Con estas piezas ya cortadas, montaban en el suelo el paño alicatado que finalmente levantaban y fijaban al muro.