José Guerrero The Presence of Black, 1950-1966 , llega a la Fundació Suñol.

Llega a la Fundació Suñol José Guerrero. The Presence of Black, 1950-1966, una exposición con la que el Centro José Guerrero de Granada rinde homenaje a uno de los artistas más internacionales de nuestro país, José Guerrero (Granada, 1914 – Barcelona, 1991), en el centenario de su nacimiento. Se trata de la primera monográfica que explora en profundidad los años americanos del autor. Lienzos, grabados, dibujos y «frescos portátiles» son los protagonistas de la

exhibición, que cuenta con más de 50 obras procedentes de colecciones privadas y museos nacionales y norteamericanos, la mayoría de ellas nunca antes vistas en Barcelona. La exposición, que ha sido uno de los acontecimientos artísticos más relevantes de los últimos meses en España, ha sido organizada por el Centro José Guerrero de Granada y el Patronato de la Alhambra y Generalife, con la colaboración de Acción Cultural Española (AC/E). Después de ser presentada durante 2014 en el mismo Centro José Guerrero y la Capilla del Palacio de Carlos V y también en la Casa de las Alhajas de la Fundación Obra Social y Monte de Piedad de Madrid, una parte de la muestra aterriza en Barcelona —ciudad a la que el artista estaba muy vinculado y donde vivió sus últimos años— con el objetivo de reafirmar a Guerrero como uno de los artistas españoles más influyentes de la segunda mitad del siglo XX. Comisariada

por la exdirectora del Centro José Guerrero Yolanda Romero y el coordinador de exposiciones de la institución granadina, Francisco Baena, permite descubrir las primeras incursiones del pintor en la abstracción, su posterior integración en el expresionismo abstracto americano y, por último, el momento en el que se reencuentra con su memoria española.

The Presence of Black, 1950-1966 se ha dividido por secciones. La abstracción biomórfica abre la muestra con los primeros trabajos de José Guerrero después de su llegada a Nueva York, territorio dominado por el expresionismo abstracto. En las obras de este apartado, como por ejemplo Lavanderas (1950), se puede apreciar la tensión entre dos lenguajes difícilmente compatibles: la necesidad del suelo figurativo y la abstracción. También se exponen una serie

de grabados realizados en el Atelier 17 de París, cuyo fundador, William Hayter, había trasladado de París a la ciudad americana. En estas imágenes se puede apreciar cómo Guerrero lleva su evolución hacia la abstracción hasta las últimas consecuencias. A continuación encontramos la sección titulada De las bioformas al gesto, que comprende obras de la primera mitad de la década de los cincuenta. Trabajos como Black Followers (1954), Signos (1953) y Ascendentes (1954) evidencian que la abstracción biomórfica no implicaba

necesariamente la ausencia de la figuración por completo. Según el crítico Juan Manuel Bonet, Guerrero no evolucionó hacia el impresionismo abstracto ni hacia el minimalismo, sino que fue fiel a los conceptos de la primera generación del expresionismo abstracto, términos que convergieron en la exposición The Presence of Black (Betty Parsons Gallery, Nueva York,

1958), título que, según el crítico, hacía más alusión al estado anímico del pintor que al dominio del negro en las obras.

Después de la exposición The Presence of Black ya no hubo marcha atrás. Guerrero se adentró en una pintura gestual que daba prioridad al gesto temperado por las masas cromáticas irregulares dominadas por el sentimiento de ansiedad y duda del artista. La siguiente sección, El expresionismo abstracto, muestra cómo el color negro tenía el protagonismo que compartía con tonos azules, amarillos y ocres en creaciones que, cada vez más, se acercaban al modo del action painting. Fue en este periodo, entre la segunda mitad de la década de los cincuenta e inicios de los sesenta, que José Guerrero se consagró como expresionista abstracto gracias a lienzos como Presencia del negro con amarillo (1958), Blues and Black (1958) y Yellow and Brown (1958).

En las últimas salas, se sitúa La memoria revisada, que da visibilidad al momento en que Guerrero empieza a referenciar sus orígenes en su pintura y, a partir de 1962, titula muchas de las obras en español como, por ejemplo Albaicín (1962) y Sacromonte (1963). La reivindicación de sus orígenes llega a su punto álgido en 1965 con su retorno a España. Desde aquel momento se hace patente un cambio de escenario, pero no una modificación del lenguaje

creativo. Esta etapa culmina con la visita al barranco de Víznar en 1965, donde fue asesinado el poeta Federico García Lorca. Esta localización le sirvió de inspiración para el cuadro La brecha del Víznar (1966), que marcó un antes y un después en su trayectoria. En palabras del mismo José Guerrero: «Creo que abrió una nueva ventana […], he sacado muchos cuadros de ese

cuadro […], una línea en su sitio y bien puesta tiene tanta importancia como un cuadro lleno de líneas».

Finalmente, el último espacio acoge obras de la sección Pintura y arquitectura, en las que se puede distinguir la intención del creador de darse a conocer como muralista. La particularidad de Guerrero era que, en lugar de intervenir sobre los muros, pretendía integrar la pintura con los nuevos elementos que la industria de la construcción proporcionaba, es decir, impregnaba los cuadros de materiales como la arena, el cemento, uralitas o ladrillos refractarios. Desde que expuso por primera vez estos trabajos, a los que llamó «frescos portátiles», nunca antes de la actual exposición se había mostrado un conjunto tan amplio de estas piezas. En definitiva, José Guerrero. The Presence of Black, 1950-1966 es una retrospectiva que repasa e incide en los años americanos del pintor, que marcaron el camino artístico que seguiría

a lo largo de su carrera. Un relato que redescubre el lenguaje de Guerrero y que concluye con un espacio dedicado a fotografías, documentos y catálogos que complementan las obras.
José Guerrero The Presence of Black, 1950-1966 .Fundació Suñol. Paseo de Gracia, 98, Barcelona, 1ª planta
Exposición: del 8 de mayo al 5 de septiembre de 2015
Comisariado: Yolanda Romero y Francisco Baena