El Patronato de la Alhambra y Generalife y el Centro José Guerrero organizan la exposición Desbordamiento de Val del Omar
El Patronato de la Alhambra y Generalife y el Centro José Guerrero organizan la exposición Desbordamiento de Val del Omar, que tendrá lugar, del 13 de mayo al 4 de julio, en dos sedes: el Palacio de Carlos V de la Alhambra y el Centro José Guerrero. La muestra se centra en los trabajos cinematográficos del artista, sus aportaciones a la técnica cinematográfica y fotografías de la época.
Lugar: Cripta del Palacio de Carlos V.
Fecha: 13 de mayo al 4 de julio de 2010.
Horario: Lunes a domingo, de 9:00 a 20:00 h.
Lugar: Centro José Guerrero.
Fecha: 13 de mayo al 4 de julio de 2010.
Horario: De martes a sábado de 10:30 a 14:00 h y de 16:30 a 21:00 h y domingos de 10:30 a 14:00 h.
SÍNTESIS DE LA EXPOSICIÓN
“Soy un suceso. No tengo otra silueta que el cambio.”
El perfil de José Val del Omar (Granada 1904 – Madrid 1982) no puede ser adscrito a un epígrafe de actividad demasiado concreto, si bien tuvo su puntal mayor en el cine. Perteneció a una generación que creyó en el cine como un arte de pleno derecho, antes que como un nuevo opio para las masas. Por otra parte, si se le vincula al medio cinematográfico es como un creador maldito, de obra exigua; al menos, en cuanto al metraje que se conserva actualmente. Un excéntrico en el seno de la cinematografía española, tan poco propicia para el experimentalismo, con el paso del tiempo ha devenido una figura de culto cuya veneración se renueva y crece constantemente.
Val del Omar dedicó gran parte de su tiempo a la exploración tecnológica, tanto en aspectos concernientes al cine y a los retos planteados en su tiempo (cine sonoro, en relieve, en color, en pantalla ancha…), como en otros terrenos que incluyen la electroacústica, la radio, la televisión y las aplicaciones educativas de los medios audiovisuales. Algunas de sus invenciones pretendían soluciones prácticas, especialmente en el marco de la depauperada economía de la España de Franco, tan dependiente de las importaciones en materia de tecnologías, stocks de película y otros recursos. Pero otras se adentraron en la noción del espectáculo total con un instinto visionario insólito, más aun si se tiene en cuenta que muchas de sus ideas al respecto ya las hizo públicas entre 1928 y 1944. Éstas incluyen el desbordamiento de la pantalla y la persecución de un cubismo acústico y visual mediante el sonido diafónico, envolvente, y la tactilVisión con sus técnicas basadas en una iluminación pulsatoria, parpadeante.
Además, Val del Omar siempre se mantuvo al corriente sobre los últimos medios y tecnologías y llegó a atisbar las posibilidades que se abrían con la cibernética, el láser, el vídeo digital y la noción de medios mixtos. En sus últimos años se recluyó en su propio taller o laboratorio, el PLAT, sigla que enhebra los conceptos de Picto Lumínica Audio Táctil a fin de designar la práctica a la que aspiraba, sobrepasando su raíz cinematográfica.
Esta exposición pretende abordar el sin fin de Val del Omar, en alusión al rótulo característico con el que concluyen algunos de los escasos films que dejó terminados. Se trata de presentar una obra fragmentaria e inconclusa, reflejo de una trayectoria magullada por la travesía de una guerra civil y de una larga dictadura, así como por una falta de estímulos frente al derroche de sus incesantes iniciativas. O sus “intentos”, según otro término que empleó abundantemente y con resignación para referirse a su tenaz quehacer en torno a la imagen y su rebosamiento. Una obra no tan orientada a un fin como al sinfín de un proceso constante que discurre entre el cine y los medios electrónicos, la poesía y la creación sonora, la contumaz persecución de un arte total y una inquietud vocacional por la innovación técnica (pero que se traduciría en dispositivos tan sencillos como versátiles, donde la inventiva prima sobre lo aparatoso).
De ahí que el espacio museístico, una vez quebrantados los distingos entre el cubo blanco y la sala oscura propia del cine y otras prácticas del espectáculo, pueda ser un lugar propicio para presentar y apreciar el legado de Val del Omar, al ubicarlo en el campo expandido, multimedial y mestizo de la creación artística contemporánea.
Por otro lado, ésta no pretende ser una exposición sobre sino de Val del Omar, de manera que el aparato explicativo se reduce al mínimo a efectos de guiar la visita, pero sin desviar la atención de la obra misma. Que en este caso son también sus máquinas, los residuos de sus intentos cercenados o inconclusos, y los escritos, gráficos y collages que reflejan las desbordantes ideas de una actividad continua. La exposición incluye en este sentido un número de elementos inéditos o apenas conocidos hasta ahora.
“No llevo maletas. Llevo conciencia y amor.”
La época de las Misiones Pedagógicas, primer área de la exposición, reúne documentos e imágenes en relación con las actividades de Val del Omar en los años de la Segunda República, particularmente aquellas que le vinculan con la experiencia colectiva de las Misiones Pedagógicas. Incluye una amplia selección de las fotografías que se conservan en diversos archivos, así como las películas que han logrado recuperarse: Estampas 1932 y los documentales que rodó en Murcia, Cartagena y Lorca.
Aquí no se trata de autentificar su firma sobre las imágenes que se exhiben sino de reflejar su participación como un misionero más en un proyecto público que favorecía el anonimato, el intercambio de experiencias y conocimientos, y la libre circulación y reproducción de tales imágenes.
Con un especial énfasis en la serie de fotografías de los rostros del público encandilado ante la pantalla durante las proyecciones ambulantes de las Misiones, otras imágenes y documentos se organizan en torno a las diversas actividades o secciones de este proyecto alfabetizador y culturalista –Museo Circulante o del Pueblo, Coro y Teatro del Pueblo, el Retablo de Fantoches de Rafael Dieste– y a las localidades recorridas y fotografiadas por Val del Omar en tierras de Andalucía, Galicia, Segovia, Las Hurdes…
Por fin, se presentan también algunos documentos relativos a otras de sus actividades en el periodo republicano: la asociación Creyentes del Cinema; sus propuestas e intentos de una pedagogía kinestésica basada en la imagen y los medios de reproducción; su proximidad con Josep Renau y Mauricio Amster… O, ya durante la Guerra Civil y después de verse atrapado por la entrada de las fuerzas rebeldes en Valencia, la instauración del Circuito Perifónico en dicha ciudad.
“Soy un hombre, una criatura enamorada de la creación,
que vibra entre la teoría y la práctica.”
Poesía de la técnica se refiere a la dedicación de Val del Omar a la invención tecnológica en las áreas de la imagen y el sonido. Pero también al aliento poético subyacente en toda su actividad y al concepto que acuña de una mecamística o “mecánica de lo invisible”, donde la espiritualidad se cruza con la ciencia. Substrato que se manifiesta en su particular manera de expresarse –incluso en sus escritos más técnicos y en la correspondencia burocrática–, y en la manera de visualizar las características de sus propuestas mediante diagramas, composiciones gráficas y collages.
Val del Omar ideó diversos sistemas de grabación y reproducción sonora y varios microproyectores de vistas fijas y móviles, indistintamente concebidos para una función didáctica u ociosa. En los años sesenta desarrolló diversos formatos cinematográficos (BiStandard 35, Intermediate 16-35 y otros) en busca de un mejor aprovechamiento de la película, tanto para los sistemas de pantalla ancha como para los nuevas necesidades que la televisión introdujo. También desarrolló la maquinaria necesaria para la aplicación de sus técnicas: diafonía, tactilVisión, pictolumínica… Y, entre otras ocurrentes invenciones, perfeccionó o adaptó a su conveniencia diversos aparatos de uso común en la producción y exhibición audiovisual.
Esta sección compendia dichos aspectos mediante documentos diversos: patentes, fotografías, gráficos, collages, elementos de demostración, etc.
Como contrapunto a esta progenie mecánica, se proyecta la llamada “película familiar” que Val del Omar filmó en los años treinta, entre Granada, Madrid y Valencia, y en la que retrató a su esposa y sus hijas.
“60 minutos palpando el misterio
tres cortometrajes en los que todo anda presintiéndose.”
El Tríptico Elemental de España, la obra más conocida de Val del Omar, tiene una presencia crucial en el recorrido expositivo. Consta de tres cortometrajes rodados en un lapso aproximado de diez años (entre 1953 y mediados de los sesenta) en su Granada y en tierras de Castilla y Galicia, tomando como motivos simbólicos los elementos del agua, el fuego y la tierra respectivamente. Son la manifestación principal de su particular concepción cinematográfica en “la frontera entre la realidad y el misterio”, a través de la intensidad de unos films a los que se refirió como cinegrafías libres, documentales abstractos o simplemente elementales.
Aunque los concibió para la sala cinematográfica, el propio Val del Omar, en notas que datan de sus últimos años, dejó entreabierta la puerta para otras versiones y reconfiguraciones de este Tríptico o Retablo del duende de España. Sin llegar a soñar que algún día encontrarían en el espacio museístico uno de sus desbordamientos, más allá de aquellas técnicas específicas que imaginó para convertir su proyección en un acontecimiento.
Cada uno de estos “tres anhelos de comunicar lo inefable” se presenta en un espacio propio y se acompaña con diversos elementos gráficos y objetuales creados por el cineasta granadino, pressbooks, fotos de rodaje, descartes, diapositivas creadas a partir de fotogramas sobrantes, grabaciones sonoras y otra documentación.
Para dos de estas obras, el dispositivo de proyección trata de recrear la manera en que su autor pretendía –y logró alguna vez– presentarlas: con desbordamientos que sobresalen de la pantalla propiamente dicha (recreaciones en este caso inspiradas en algunas de sus notas sobre tales efectos) y con las colisiones acústicas de la diafonía.
Aguaespejo granadino (La gran siguiriya) se acompaña además con la proyección, en su cercanía, de otro film muy anterior, Vibración de Granada (1935), que en cierto modo prefigura ya la soltura asombrosa de sus cinegrafías líricas y la idea del retorno a las raíces que ensamblaría intuitivamente el Tríptico.
Fuego en Castilla (tactilVisión del páramo del espanto) –“ensayo sonámbulo en la noche de un mundo palpable” es otro de sus subtítulos– rebosa en el espacio entero por su iluminación parpadeante y sus percutores sonidos, fruto de una memorable colaboración con el bailarín vallisoletano Vicente Escudero.
Y para Acariño galaico (De barro), que Val del Omar no llegó a terminar de su propia mano, se trata de revelar su intríngulis en cuanto a la dificultad que halló su autor para completarlo y sobre las fuentes que manejó Javier Codesal para su montaje póstumo y escrupuloso de este tercer eslabón.
“Una angustia con alas de fuego me remonta a veces sobre el tiempo.
Y es entonces cuando puedo ver porque hay luz.”
El espacio Laboratorio PLAT: tientos en Picto Lumínica Audio Tactil presenta las diversas técnicas y ensayos de Val del Omar en sus últimos años, con una panoplia de medios mixtos que incluyen todo tipo de aparatos de proyección, lentes, polarizadores, filtros, obturadores, mecanismos, componentes electrónicos y “dedos láser”.
Estos artilugios incluyen su óptica biónica ciclotáctil, su tetraproyector-adiscopio para pictolumínica, diversos Enoscopes (proyectores de transparencias) modificados y el sorprendente despliegue de múltiples dispositivos ópticos, mecánicos y electrónicos que constituye lo que él denominaba su truca: más bien una máquina de procesar y componer imágenes, donde las distintas fuentes convergen en una pantalla de retroproyección para ser tomadas por una cámara, indistintamente de cine o de vídeo.
Todo lo cual se ha conservado en su laboratorio, prácticamente intacto después del fin prematuro, aunque presentido, de sus días. Como parte y consecuencia de este proyecto expositivo, se pretende poner de nuevo en marcha este complejo de aparatos que, de entrada, sale de su reclusión enmohecida y se presenta en estado inerte pero rodeado de proyecciones múltiples y de algunas fotografías de su ubicación original en el espacio de trabajo del PLAT, que Val del Omar convirtió también en su espartano habitáculo.
Se proyectan diversas demostraciones o pruebas que Val del Omar filmó en super-8 y en 35mm, entre las cuales la titulada Variaciones sobre una Granada, así como una selección de las diversas series de transparencias (diapositivas convencionales, vidrios y diakinas) que Val del Omar manejaba en estos singulares ensayos, o tientos, con los que imprimía dinamismo y otros efectos cinemáticos a unas imágenes fotográficas o creadas manualmente con materias tales como pigmentos, pequeños objetos o residuos, sustancias diversas… También pegamento, polvos indeterminados y otros materiales que les otorgan espesor y, por ende, relieve mediante los artefactos que ingenió para su proyección. Algunas de estas diapositivas, diakinas y vidrios se exponen también sobre mesas de luz.
“Yo soy un río, cuya alegría es derramarse.”
La cripta alumbrada
En la cripta y espacios anexos del Palacio de Carlos V –en el conjunto monumental de la Alhambra tantas veces pisado, fotografiado, cinematografiado por Val del Omar–, se ofrece un despliegue más amplio de las filmaciones y otras imágenes que tomó en su Granada y en este mismo entorno que ahora las acoge.
Como pórtico se proyecta la “película familiar” que filmó en 16mm en los años treinta. Con una cierta simetría, y con el título de puñados de tiempo, se presenta además un extracto correspondiente a la parte final de Tira tu reloj al agua (Variaciones sobre una cinegrafía intuida de José Val del Omar), largometraje realizado por Eugeni Bonet en 2004. Dicho segmento fue elaborado a partir de las películas y los escritos más privados de Val del Omar, completando así su semblanza al final de su vida.
La inmaterialidad de unas briznas sonoras conduce hasta un espacio de documentación en el vestíbulo de la cripta. Estas grabaciones se han tomado del amplio archivo sonoro de Val del Omar, que llenaba cintas enteras con el croar de las ranas, el cantar de los pájaros o el rumor del agua.
“Granada es Oriente y Occidente”, decía el programa de mano para una de las primeras proyecciones de Aguaespejo granadino. “Hasta ahí se extienden las piedras germánicas, para encontrarse con el Islam. Las columnas del Palacio de Carlos V, con las fuentes del Palacio del Agua de la Alhambra. Granada es el producto de dos ríos de sangre y de dos culturas en un encuentro vivo.”
La proyección de esta obra preside el recinto de la cripta. Y los principios del desbordamiento y la diafonía (“sonidos en oposición y choque”) hallan un eco en las proyecciones múltiples que se distribuyen alrededor de este espacio central. En esta cueva de imágenes se yuxtaponen así unos motivos constantes en las diversas filmaciones que Val del Omar realizó en su eterno retorno a la tierra en que nació.
Vibración de Granada, una de sus primeras aproximaciones a la plástica lírica por la que se decantaría su cine, data de unos veinte años antes. Según su propio testimonio, esta cinta, en blanco y negro y muda, la proyectaba con un filtro verde y sonorizada con discos. Esto último se omite, pero su rítmica se halla en las mismas imágenes y el sonido se contagia de la contigua proyección de Aguaespejo…
Las tomas en color que realizó en los años sesenta y setenta, tanto en 35mm (y en su formato BiStandard) como en super-8, se desglosan en dos series de imágenes ensambladas según algunos de los motivos y los tratamientos que apuntó para un hipotético tríptico granadino que no llegó a consumar.
Con el título de Val del Omar en su Granada, se presenta un montaje abreviado de una filmación en super-8 realizada por Mario Sáenz de Buruaga, pero en la que Val del Omar acaso pudo tomar la cámara en algunos momentos; tal es la empatía de estas imágenes con algunos de sus motivos más recurrentes.
Por fin, en otro espacio colindante con la cripta se proyecta una de las series de diapositivas que Val del Omar elaboró en sus últimos años, en el marco de sus tientos en pictolumínica.
“¿Quién vive aquí? Yo que me fui.”
Publicaciones
• Desbordamiento de Val del Omar, catálogo de la exposición, documenta ampliamente sus contenidos y recoge diversos ensayos, en su mayor parte escritos expresamente para la ocasión, los cuales examinan la obra de Val del Omar desde diversos ángulos. Textos de Francisco Baena, Thomas Beard, Eugeni Bonet, Nicole Brenez, Javier Codesal, Víctor Erice, Horacio Fernández/Javier Ortiz-Echagüe, Pedro Jiménez, Carlos Muguiro, Manuel Palacio, Carmen Pardo, Pedro G. Romero, Gonzalo Sáenz de Buruaga y Manuel Villegas López.
• José Val del Omar: Escritos de técnica, poética y mística es un volumen independiente que recoge una amplia selección de textos del propio Val del Omar, con edición y notas a cargo de Javier Ortiz-Echagüe, y un ensayo introductorio de Santos Zunzunegui.