La ciudad de Granada
El origen de la ciudad de Granada se sitúa en la colina del Albaicín, donde se documenta poblamiento desde el final de la Edad del Bronce. Sobre la misma geografía, aunque con mayor amplitud, se desarrolló el oppidum ibérico (siglo VI a.C.). Tras la conquista romana, en el año 45 a. C. la ciudad adquiere el título de municipio, bajo el nombre de Municipium Florentinum Iliberritanum. En el año 304 d. C. se celebró en Ilíberis el primer concilio de la cristiandad hispana, aunque algunos investigadores se inclinan por situar ya en ese momento la urbe conciliar en las faldas de Sierra Elvira. Allí es donde en época emiral y califal se sitúa Ilbira, la ciudad más importante de la cora homónima. Ya para esos momentos las fuentes escritas también nos hablan de la existencia de un poblamiento fortificado perteneciente al distrito de Elvira, conocido como Garnata y que ha sido ubicado en el Albaicín. Tras la caída del califato Omeya de Córdoba, el emirato zirí (s. XI) establece un gobierno autónomo conformando una nueva medina conocida como Garnata. Se situó en el espacio ocupado por la antigua ciudad iberorromana, extendiéndose más allá de este núcleo, hacia el sur y el oeste, incluso por la ribera izquierda del río Darro. El poder político y militar se estableció en la alcazaba, ubicada en el entorno de San Miguel Bajo y Santa Isabel la Real. En época zirí se comenzó a construir la mezquita aljama de la ciudad Según Leopoldo Torres Balbás la mezquita aljama tenía planta rectangular, de 36 por 45 metros. Tenía 11 naves con la central y las de los extremos de mayor tamaño.
También tradicionalmente datado en este periodo es el Hammam al-Yawza o Baño del Nogal, conocido desde finales del siglo XIX con el diminutivo de Bañuelo por ser de menor tamaño que los baños reales de la Alhambra. Es uno de los baños árabes públicos mejor conservados de la península ibérica y la edificación civil hispanomusulmana más antigua de la ciudad.
Según L. Torres Balbás la construcción del Bañuelo se enmarca en una segunda etapa constructiva de la dinastía zirí, correspondiente a los reinados de Badis y de Abd Allah (1038-1090), caracterizada por el uso del tapial hormigonado. Está ubicado en el límite oriental del barrio de la qawraya castrense, que quedaba intramuros de la al-Qasaba al-Qadima o Alcazaba Vieja, muy próximo a una serie de edificaciones que se han adscrito al período zirí, como es el caso de la Bab al-Difaf. Su localización en una importante vía pública y junto a una puerta es algo característico de los baños andalusíes, además de ser una zona bastante poblada, e incluso tal vez en el flanco este del baño se adosaban una serie de tiendas que se abrían a la calle Bañuelo, lo que pone de manifiesto la importancia urbana de ese entorno.
El ritual de la limpieza física y espiritual era muy importante en al-Andalus. El Bañuelo sigue la estructura tradicional de los baños hispanomusulmanes, con un vestíbulo o zaguán; una sala fría de reposo con dos alcobas; una sala central templada con galerías de arcos de herradura; y una sala final caliente con dos pilas de inmersión. De este lugar destacan sino duda sus bóvedas y claraboyas.
Durante las etapas almorávide y almohade (s. XII) el crecimiento de la ciudad es continúo conformándose nuevos arrabales que rodean casi en su totalidad la alcazaba y la medina. La dinastía nazarí llega al poder en Granada y su fundador, Muhammad Ibn al-Ahmar, traslada la sede regia a la colina de la Sabika, siendo el origen de la presente Alhambra. La antigua alcazaba pierde sus funciones, pasando a denominarse Alzacaba Cadima. En todo este periodo la ciudad de Granada crece y se construyen numerosos edificios públicos y privados. Hay que destacar el reinado de Yusuf I (1333- 1353), en el que se llevó a cabo un amplio programa constructivo. Era éste un momento de estabilidad, relativa paz y de florecimiento económico y político de la ciudad de Granada, los que permitió que se llevaran a cabo obras de entidad en Granada y la Alhambra. Bajo su mandato, y por iniciativa de su primer ministro Ridwān, se construyó en el año 1349 uno de estos edificios públicos: la Madraza o universidad, según se lee en su lápida fundacional, un momento tardío si se tiene en cuenta que es una figura que ya tenía un bagaje en el mundo islámico oriental. Fue la primera y única madraza de la Península Ibérica considerada pública en al-Andalus. En la Madraza granadina, estuvieron destacados maestros que hicieron de la misma un centro cultural de referencia en los siglos XIV y XV. Su ubicación no fue casual, pues se erigió frente a la mezquita mayor de la ciudad. El Maristán u hospital de enfermos mentales de Granada fue fundado por Muhammad V (1365-1367) siguiendo el modelo de la dinastía meriní de Marruecos, donde el sultán Abu Inan (1349-1358) había construido en la ciudad de Fez un primer Maristán hacia 1350. Situado en el bajo Albaicín, el edificio estaba construido en torno a un patio central con una gran alberca rectangular que, en el eje de sus lados mayores y centrados frente a frente, tenía dos grandes figuras de leones surtidores. Su ubicación permitía absorbe el aire que bajaba de la sierra y en el patio y con el agua de la alberca se creaba un espacio tranquilo y adecuado para favorecer la curación En la lápida fundacional se dice: Loor a Dios. Ordenó la construcción de este māristān, como muestra de amplia misericordia para con los más débiles enfermos musulmanes y como acercamiento útil -si Dios quiere- al Señor de los mundos, perpetró su buena obra que habla en la lengua elocuente, y realizó sus deberes de caridad para el transcurso y la sucesión de los años, hasta que Dios herede la tierra y a aquellos que están en ella, pues Él es el mejor de los herederos. El hospital nazarí siguió siendo principal hospital granadino hasta el siglo XIX. Otro espacio importante la Granada nazarí fue la Alcaicería. Era el lugar dedicado a la venta de sedas y productos de lujo. Existió en este espacio diversidad de tiendas, más de 200 según nos cuentas las crónicas, y variedad de mercancía, como lino, algodón o lana. Pero fue la seda la que jugó un papel destacado, existiendo en este lugar incluso talleres dedicados en exclusiva a la confección de piezas para la familia real nazarí. Se podía encontrar de todo tipo, tanto en madejas como tejidas en ricas telas de oro y plata o de coloridas tonalidades. El valor de la seda y de este lugar queda reflejado en la propia estructura de la alcaicería, amurallada y con nueve puertas que se cerraban y protegían al caer el sol. Hay que imaginar la alcaicería como un mercado abierto en las estrechas calles del entramado urbano granadino, lleno de color y de movimiento. El suelo estaba empedrado, los productos se agolpaban a la vista de los compradores y las calles se tapaban con las puertas abatibles de las propios comercios o con tablas a modo de toldo, para proteger del sol y de las inclemencias meteorológicas a los que paseaban por el lugar. Lugar también para el comercio fue la la Alhóndiga Yidida, un espacio que fue depósito de grano, almacén y albergue de viajeros. Tras la tras la conquista castellana recibió el nombre de Corral del Carbón por hospedarse en él los comerciantes del carbón. Se construyó a principios del siglo XIV y es el único edificio de este tipo que se conserva íntegramente en España. Está situado en la antigua zona de la medina de Granada, núcleo principal de la ciudad, cercano a la Alcaicería y a la mezquita mayor. Las alhóndigas eran edificios públicos destinados a albergar a los comerciantes y sus productos, así como a guardar cereales provenientes del campo para ser subastados. Lo más monumental del edificio lo constituye su magnífica portada, formada por un gran arco de herradura y decorada con una inscripción de alabanza a Allah, junto a motivos vegetales y geométricos. A través de un doble zaguán se entra en un amplio patio rodeado de tres pisos de galerías donde se encuentran las diversas dependencias. En el centro del patio, un pilar de dos caños recibe, según recoge la tradición, agua de los dos ríos principales de Granada, el Darro y el Genil. La conquista castellana de 1492 supuso que muchos de los edificios anteriores fuesen destruidos o remodelados, pero a través de los que han llegado hasta nosotros y de las piezas conservadas en el Museo de la Alhambra o el Museo Arqueológico de Granada se puede conocer una parte de la vida de la Granada andalusí.