Una de las piezas más destacadas del Museo de la Alhambra es un tablero de ajedrez nazarí de los siglos XIV-XV decorado bellamente con formas geométricas en taracea. Pero muchas personas desconocen que en el reverso de esta ajedrez se encuentra otro tablero de juego: el del tablas. El ejemplar del Museo de la Alhambra es una pieza de los siglos XIV-XV realizada en taracea en madera de nogal, con abedul, metal y hueso. Su tamaño es de 46.5 x 36 x 3.5 cm. En un lado se localiza el juego del ajedrez y por el otro está el tablero de las tablas. En la cara de las tablas la labor de taracea decora la pieza con tres grandes estrellas que albergan otras dos y se conectan por cuadrados en diagonal. El eje de la composición aquí es un tema de lazo que forma cinco espacios cuadrados que inscriben ajedrezado en su interior, dicho lazo se confecciona con un motivo de cordoncillo. Las tablas es uno de los juegos más antiguos que se conoce y sus orígenes se remontan al Juego Real de Ur, datado entre el 2600 y el 2400 ANE. Los romanos lo utilizaron con el nombre de tabula y en Persia se llamó nard. A través de una y otra vía, este juego penetró en la península ibérica y fue usado tanto en territorio hispanomusulmán como cristiano. El juego es muy sencillo en su reglas y desarrollo, pero a su vez tiene un fuerte componente estratégico. Se trata de conseguir sacar todas las fichas propias del tablero antes que el adversario, y se va haciendo en función del resultado que marque los dados. El Libro de los Juegos del rey Alfonso X el Sabio, publicado en Sevilla en 1283, habla de este entretenimiento, en concreto los folios 72r a 80r hacen referencia a las tablas, y describe las distintas formas de jugar con hasta a 15 variantes diferentes con miniaturas ilustrativas de los mismos. A nivel general el juego de las tablas, o Tablas Reales como se le conoce en España, es un juego para dos jugadores enfrentados sobre un tablero dividido en dos partes, diferenciadas una y otra a través de una sennal o barra. Esta señal es un elemento divisor que, tanto en el ejemplar conservado en el Museo de la Alhambra como en las ilustraciones del Libro de los Juegos, aparece representado por un saliente decorado que parte del centro de los lados longitudinales del marco y está a la misma altura que éste. Acerca del tablero dice Alfonso X que debe ser cuadrado y dividido en cuatro cuadrantes o cuadras: “?a de seer cuadrado, e en medio a de auer sennal en guisa que se fagan quatro quadras, e en cada quadra ha de auer seys casas, que se fagan por todas ueynt e quatro,? por esso fue fallado por meior de fazer barras de fuste al tablero, cauadas a manera de media rueda en que puedan encasar las tablas que an de seer redondas”. En el tablero conservado en el Museo de la Alhambra se pueden apreciar a simple vista, a través de los espacios marcados por la decoración, los cuatro cuadrantes en los que se divide el ámbito de juego. Cada cuadrante tiene seis espacios diferenciados o casas, según las nombra el manuscrito, lugares en los que se ubican las fichas. Se tiene así en total 24 casillas de juego, en las que los jugadores colocarán las fichas para empezar y realizarán los movimientos. Cada una de las casas del tablero se numera del 1 al 6.
segunt los puntos delos dados an ellas de iogar en aquellas casas que son sennaladas pora ellas. En esta imagen se puede visualizar mejor los distintos cuadrantes, casas y la numeración que según el manuscrito de Alfonso X el Sabio se asignaría a cada una de las casas del tablero, según propuesta de Basulto y Camúñez (2012). Como ejemplo, las tablas del Museo de la Alhambra están dividido visualmente por una señal formada por un doble motivo de palma de dos hojas. Las casas, o puntos de los que parten las fichas, son seis en cada lado y están delimitadas a través de una serie de casilleros hechos en los lados longitudinales del marco del tablero con forma de media circunferencia. El tamaño y la forma de estos casilleros nos habla a su vez del tamaño que debían tener las fichas que en ellos se insertaban.
Las fichas o tablas son las piezas que dan el nombre al juego y tienen forma redonda. El número de fichas por jugador solía ser entre 12 y 15, dependiendo de la modalidad de juego escogida. Cada contrincante utiliza fichas de un color diferente, pudiéndose así distinguir fácilmente las de uno u otro cuando el desarrollo del juego las mezcla por el tablero.
“E otrossi a mester que la meetad delas tablas sean duna color e la otra meetad dotra, por que sean connoscidas vnas dotras”.
Para mover las fichas por el tablero se usaban dados de seis caras, por lo que el desarrollo del juego mezcla por un lado el ingenio y habilidad del jugador y por otro la suerte al tirar los dados. La tradición persa del nard usaba dos dados para jugar, y esta sería la forma utilizada en al-Andalus, si bien en el libro de Alfonso X se habla de la posibilidad de hacer uso de dos o tres dados en función de la variante que se usara. A falta de fuentes directas que expliquen exactamente cómo se jugaría en al-Andalus, vamos a recurrir a las referencias del Libro de los Juegos del rey Alfonso Xy a la forma de jugar que se usa en la actualidad (este tipo de juego es una versión antigua del hoy conocido como backgammon),tratando así de aproximar, a grandes rasgos y sin entrar en particularidades concretas, una idea general de la dinámica del juego. Para jugar los contrincantes se colocan frente a frente de forma que la señal, o espacio central divisor, quede de manera perpendicular a ellos. A continuación se colocan las fichas, que pueden partir de diferentes casillas o casas según la variedad del juego. En el libro de Alfonso X se muestran y explican las distintas variables, entre ellas el juego de Todas Tablas es el que más se parece al backgammon actual. En este ejemplo se muestra la distribución de las 15 fichas de cada jugador según la descripción del libro de Alfonso X y siguiendo la propuesta de Murray (1941). Esta forma de colocación es similar a la fijada en el backgammon actual. El objetivo del juego es conseguir que todas las fichas propias salgan del tablero, para ello cada una de ellas debe hacer un recorrido siguiendo todas las casas o casillas del tablero, las de un jugador en sentido de las agujas del reloj y las de otro jugador en sentido inverso, de forma que las piezas se cruzan en el espacio. El número de casillas que pueden recorrer las piezas lo marca la puntuación que se saque al lanzar dos dados, pudiendo el jugador elegir si mueve dos fichas (una por cada dado) o una sola ficha en dos movimientos seguidos. Como limitación a los movimientos se establece que una ficha no puede avanzar a una casilla que esté previamente ocupada por dos o más fichas del jugador rival. Las fichas además puedes ser capturadas, esto ocurre cuando una ficha se mueve a una casilla donde solo hay una ficha del jugador rival. La ficha capturada tiene que salir del tablero y se incorporará del nuevo al mismo por el cuadrante en el que estaban las dos fichas de su color, ubicándose en la posición que determinan los dados. En esto se diferencia del backgammon que se juega hoy en día, en el que las piezas capturadas se ubican en la barra divisoria central y parten de ahí para volver al juego. La partida se termina cuando un jugador consigue sacar del tablero todas sus fichas. Como suelen ser bastante rápidas, es habitual realizar varias rondas previamente pactadas y que el ganador sea el que más partidas haya conseguido, por ejemplo, el mejor de cinco. Mover las fichas por el tablero y al mismo tiempo, entorpecer el recorrido del contrario, implicaba establecer complejas estrategias de juego. En algunas de las miniaturas del Juego de las Tablas se ve a menores jugando con sus tutores y aprendiendo tácticas y habilidades para ganar. En el Libro de las Tablas de Alfonso X aparecen además ilustraciones con tableros muy similares al del Museo de la Alhambra. También en ellos se observa la demarcación de las casas a través de casillas redondas realizadas en el marco y similares señales para separar uno y otro lado del tablero.
El tablero del Museo de la Alhambra es una pieza portátil, pensada para moverse de un lado a otro y sacarse cuando fue necesaria, como así lo indica una argolla colocado en una de los laterales, que permitía llevarlo con facilidad y colgarlo.
Actualmente este antiguo juego de las tablas reales se sigue practicando con el nombre de backgammon, ¡y seguro que muchos de vosotros jugáis a él!
BIBLIOGRAFÍA: BASULTO SANTOS, J. CAMÚÑEZ RUIZ, J.A. El ?Libro de las tablas ? de Alfonso X el Sabio. Historia de la probabilidad y de la estadística VI / coord. por José María Arribas Macho, Alejandro Almazán Llorente, Beatriz Mañas Ramírez, Antonio Félix Vallejos, 2012, pp. 75-112. AUSTIN, R. G. Roman Board Games II. Greece & Rome, vol. 4, 1935. No. 11, 76-82. MARINETTO SÁNCHEZ, P. Tablero de juego. Arte islámico en Granada. Propuesta para un Museo de la Alhambra. Granada: Comares, 1995. pp. 427-428. MURRAY, H.J.R. The Mediaeval Games of Tables. Medium Aevum. 1941 pp. 57-69. MURRAY, H.J.R. History of Board-Games. Other than Chess. Harper Art Books, Inc. 1978. New York.
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27 noviembre 2024
Club de lectura de la Alhambra: literatura, historia y patrimonio
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