Taracea hispanomusulmana y su tradición
Según definición de la Real Academia Española el termino taracea, viene del origen del árabe hispano tarsí’, y este del árabe clásico tarṣī‘‘, que significa incrustación: “embutido hecho con pedazos menudos de chapa de madera en sus colores naturales, o de madera teñida, concha, nácar y otras materias”.
Desde el primer momento, en que se ha estudiado esta técnica hispanomusulmana, se ha puesto como origen de inspiración el mosaico alejandrino, como precursor de los bizantinos de piedra y vidrio que decoran el mirb de la Mezquita de Córdoba de época de al-akam II. En este caso, trasladado al uso decorativo del mobiliario, da riqueza y policromía usando maderas de diferente color (ébano, áloe, bakam, sándalo, limonero, etc.) junto con piececitas de marfil o hueso y metales, como plata e incluso oro.
La herencia de los talleres de taracea califales se mantiene en época almorávide y almohade, en los encargos o regalos de los minbares para las mezquitas al otro lado del Mediterráneo. En la Península Ibérica, no nos ha llegado ejemplo material hasta el periodo nazarí y a partir de este momento su desarrollo se mantiene hasta nuestros días en Granada.
La taracea nazarí, tiene un grosor de 1-2 mm. En muchos casos envuelve toda la superficie de la pieza usando un diseño de lazo complejo diseñado para el espacio a cubrir o la taracea incrustada con temas de lazo suelto.
La técnica de realización de la taracea nazarí requiere una traza geométrica adaptada al mueble a decorar rellena con piezas de pequeñísimo tamaño pegadas entre sí y después adheridas al mueble.
Los materiales utilizados en la taracea hispanomusulmana son muy diferentes: maderas de ébano, nogal, sándalo, bakam, limonero etc. Piezas de marfil o hueso, en su color natural o coloreado y plata en algunos casos.
Será en el oriente musulmán donde la estética decorativa cambie de forma más destacada, siguiendo su evolución autóctona. Quizás las formas más destacadas serán éstas que se muestran, con incrustaciones de nácar