La presencia de leopoldo torres balbás en la alhambra (1923 – 1936)
El 17 de abril de 1923 tomaba posesión como arquitecto
conservador de la Alhambra Leopoldo Torres Balbás. Educado en el ambiente y en los valores humanísticos de la Institución Libre de Enseñanza, sus intervenciones sobre el monumento nazarí van a suponer un giro radical, no sólo en su conservación y consolidación, sino en la aplicación de criterios históricos y arqueológicos dirigidos a la recuperación de las obras de arte a escala nacional e internacional. Su rigurosidad y su capacidad de trabajo, unidas a su insobornable honestidad lo convierten, sin lugar a duda, en el personaje más importante del siglo XX para la Alhambra que hoy conocemos.
Leopoldo Torres Balbás nació en Madrid el 23 de mayo de 1888. Su padre, Rafael Torres Campos (Almería,1853 – París,1904) se convertiría con el tiempo en un eminente geógrafo, muy vinculado a la fundación de la Institución Libre de Enseñanza (ILE). D. Leopoldo conservaría siempre una imagen idealizada de su padre y será su modelo, cuya muerte prematura a los 51 años supuso un duro golpe para él cuando tenía 16 años.
Sus inquietudes se van a expresar sobre todo en la revista Arquitectura, además de en los congresos de Zaragoza (1919), París (1921) y Atenas (1931) y, posteriormente, en una prolífica obra de investigación. Torres Balbás fue muy crítico con las actuaciones inspiradas en los métodos de Viollet-le-Duc (1814-1879) y que estaban representadas en España por el arquitecto Vicente Lampérez y Romea (1861-1923). En ellas se defendían unas formas de restauración de los monumentos basadas en un historicismo ecléctico, que buscaba la apariencia de la unidad de estilo, la eliminación de elementos aportados al monumento en otras épocas posteriores y la reconstrucción de las partes desaparecidas, incluso imaginando y añadiendo otras que nunca existieron. Por el contrario, las propuestas de Torres Balbás parten de un principio básico:
“Conservar los edificios tal como nos han sido transmitidos, preservarlos de la ruina, sostenerlos, consolidarlos, siempre con un gran respeto a la obra antigua; nunca completarlos ni rehacer las partes existentes”.