Fuente de Lindaraja: La epigrafía y decoración
Aunque la fuente más conocida de la Alhambra sea la del Patio de los Leones, cabe destacar otra, particular por su belleza, e interesante por su texto epigráfico: la fuente de Lindaraja. Su nombre guarda relación con el lugar en el que fue ubicada en 1626, el Jardín de Lindaraja, tras las trasformaciones que había sufrido esta zona en el siglo anterior. Hay varias hipótesis sobre el lugar original de su emplazamiento. Una de ellas la sitúa en el Patio del Cuarto Dorado, espacio en el que en 1943 colocaron una réplica. Otra apunta a que ya habría estado anteriormente en el Patio de Lindaraja y simplemente se habría modificado su posición original. De estar colocada a ras de suelo, se levantó a más de metro y medio de altura y se dejó descansar sobre un pilar de piedra, formando así parte de una fuente compuesta, de estilo completamente distinto de la primitiva. En 1995 la taza original se restauró y entró a formar parte de la colección del Museo de la Alhambra. En el Patio de Lindaraja se instaló entonces una copia.
DESCRIPCIÓN Y CARACTERÍSTICAS DE LA PIEZA
La fuente es una taza agallonada, con un diámetro de 210 cm y una altura de 27 cm. El grosor de su borde es de 4 cm. Se trata de una sola pieza de mármol compuesta por sesenta gallones, en la que se alternan treinta lóbulos más anchos,
de 12.5 cm, con otros treinta más estrechos, de 7.5 cm.
En el centro de la fuente existe un orificio con un diámetro de 8 cm. A 52 cm de éste se puede ver otro desagüe con un diámetro de 2.5 cm. Se puede apreciar, además, cómo las dos aberturas están conectadas por una hendidura que, inclinándose desde la parte exterior hasta el centro, facilitaba probablemente el vaciado del agua.
La decoración de la pieza la constituyen una banda epigráfica continua de 4.5 cm de altura, en la parte superior, y un motivo de líneas inciso con forma de dientes de sierra, en la parte inferior. Cabe observar que varios lóbulos de la fuente aparecen desnudos de decoración epigráfica. Asimismo, gran parte de la ornamentación geométrica se halla desgastada. Esto se ha atribuido a una mala nivelación de la fuente, lo que habría provocado el desbordamiento del agua, o bien a un tallado incompleto.
EL TEXTO EPIGRÁFICO
El elemento más interesante del motivo decorativo de la fuente es, sin duda, el texto epigráfico que la rodea por el borde, amoldándose a sus formas curvas. Se corresponde con una inscripción tallada en relieve y escrita con trazos
cursivos. El texto conserva los puntos diacríticos que caracterizan y distinguen a unas letras árabes de otras, así como los signos de vocalización, lo que permite, en su conjunto, leerlo sin dificultades añadidas. Cabe señalar que los espacios vacíos que dejan las letras los ocupan pequeños motivos de decoración vegetal.
Según E. García Gómez, el epígrafe se corresponde con un poema de veinte versos, atribuido a Ibn Zamrak (1333-93), uno de los más famosos poetas de la Alhambra, visir del sultán nazarí Muḥammad V (1354-59/1362-91).
El poema,autodescriptivo, consta de dos partes: la primera aporta detalles y características de la propia fuente, en tanto que la segunda puede que dedique elogios al sultán, a la dinastía nazarí y a su origen. La inconcreción de esta última se debe a que el texto presenta lagunas en su parte central, en la que se advierte la falta de tres versos, supuestamente compuestos para ensalzar la figura del monarca nazarí.
He aquí el texto árabe del poema, compuesto en metro ramal y rima “bi”:
1 لى في الحسن أجل الرتب * صفتي تعجب أهل الأدب
2 ما رأى أعظم منى ساحة * أحد في مشرق أو مغرب
3 لا ولا نال كمثلى ملك * قبل في عجم ولا في عرب
4 أنا حقا فلك الماء بدا * للأنام ظاهرا لم تحجب
5 لجة عظيمة ساحلها * من بديع المرمر المنتخب
6 ماؤها كذوب در سال في * برد أعظمه من العجب
7 شف عنى الماء حتى أننى * لست حينا عنك بالمحتجب
8 فكأنى والذى حويته * من معين الماء 5 في المنسكب
9 قطعة من برد فبعضها * ذائب وبعضها لم يذب
10 وإذا طفا الحباب خلتنى* فلكا أطلع شتى الشهب
11 فكأن الجهر منى صدف * جامع جوهر ذاك الحبب
12 […]
13 […] * من تفتى راكبا بالذهب
14 […]
15 حادثتنى: السعود أعصرا * للهمام الغالبى النسب
16 من بنى الأقيال من اليمن 6 * غرر الفضل ومغنى الحسب
17 من بنى قيلة من خزرج هم 7 * مظهرو الحق وأنصار النبى
18 سعده قرب كل نازح * هديه أوضح كل غيهب
19 فالبلاد في أمان دائم * والعباد برجاء مخصب
20 قائد للدين والدنيا معا * في حمى ملك رفيع المنصب
[Ed. E. García Gómez]
Reproducimos, a continuación, la versión castellana:
- Logro el grado más alto en hermosura * y a los hombres de mundo mi ser pasma.
- Nadie espacio más grande vio que el mío, * por igual en Oriente que Occidente,
- ni rey, cristiano o árabe, tuvo antes * una fuente que a mí se pareciera.
- Soy como órbita de agua que a los hombres * manifiesta reluce y no se oculta;
- mar muy grande, cerrado por riberas * de bellísimo mármol escogido.
- Mi agua es perlas fundidas, que por hielo * ves correr (tenlo a grande maravilla),
- y, por diáfana el agua, a través suyo * ni un distante de ti desaparezco.
- Se diría que yo y el agua pura * que contengo y por mí se desparrama
- masa somos de hielo, que una parte * se fundió, y otra parte no se funde.
- Cuando flotan burbujas, me imaginas * una esfera en que salen muchos astros.
- y, cual concha de nácar por de fuera, * junto dentro ese aljófar de burbujas.
- […]
- […]
- […]
- Díjome: Que hay dicha eternamente * para el bravo, de estirpe gālibía,
- descendiente de régulos del Yemen * (de excelencia luceros, cuna noble,
- los Jazráŷ Banū Qayla, paladines * de la fe, Valedores del Profeta).
- Te arrima su ventura lo lejano; * su guía te esclarece lo sombrío,
- en país que está siempre a buen seguro, * con vasallos de vida acomodada,
- jefe al par mundanal y religioso, * de un altísimo imperio en el sagrado.
[Trad. E. García Gómez]
El texto comienza con la autodescripción que la pieza hace de sí misma, resaltando su hermosura, el asombro que provoca su belleza, su singular tamaño, sin parangón en Oriente ni Occidente, así como su rotunda certeza al afirmar que, siendo tan única y especial, jamás un rey cristiano o musulmán habrán poseído una fuente similar. Luego se apuntan algunas de sus características: su superficie de agua es completamente visible, el mármol de que está hecha es de hermosa factura, siempre mantiene el mismo nivel… En esta descripción están presentes algunos elementos claramente representativos de la poesía árabe clásica. Ejemplo de ello puede apreciarse en la comparación que hace del agua con perlas fundidas, o de la fuente con una esfera celestial.
Si tenemos en cuenta que los tres que lo preceden no se han conservado, es a partir del verso quince cuando podemos hablar de elogios dedicados a la dinastía nazarí. Préstese atención al término الغالبى , que García Gómez traduce como ‘de
estirpe gālibía’, en tanto en cuanto representa el comienzo del lema de la dinastía nazarí ولا غالب إلا الله (= ‘No hay vencedor sino Allāh’). Obsérvese, además, cómo se hace referencia a la familia de los Ansares, de la que descienden los nazaríes, para dar así más realce a la dinastía granadina y consolidar su legitimidad.
Cabe señalar que los estudiosos de este poema no coinciden a la hora de poner número a los versos que lo componen. E. Lafuente Alcántara, A. Almagro Cárdenas o A. R. Nykl hacen primero el verso que E. García Gómez señala como cuarto.
Este último justifica su elección basándose en la presencia de rima en sus dos hemistiquios y no sólo en el segundo, tal como suele apreciarse en la poesía árabe clásica.
Teniendo en cuenta que el texto anotado por Lafuente presenta muchas lagunas y que Nykl ofrece una versión parcial del poema, se puede comprobar cómo los que han estudiado esta inscripción dan versiones distintas de determinados vocablos:
Por ejemplo, en el segundo hemistiquio del cuarto verso11, tanto Almagro como Lafuente leen يحجب en lugar de تحجب que es el vocablo anotado por García Gómez. Lafuente, además, transcribe el último vocablo del siguiente verso como . المستنجب Tampoco coinciden en la versión que dan del segundo hemistiquio del sexto verso: Almagro lee برد أعظم بنى من عجب Lafuente برد أعظم … عجب y Nyk برد أعظمه من عجب lecturas, todas ellas, distintas de la que ofrece García Gómez. A continuación, en el séptimo verso, Nykl invierte el orden de los vocablos ع , انيح mientras que Almagro, en el octavo verso, lee حومه y ماء en lugar de الماء y حويته . En el primer hemistiquio del décimo verso, aparece el vocablo الحباب que tanto Nykl como Almagro leen .الجنان Este último, además, transcribe خلت en lugar de .خلتنى .
Cabe recordar que en la versión de García Gómez no aparecen los versos doce y catorce, ni el primer hemistiquio del verso trece. Este texto sí se puede leer en la edición de Almagro, en la que es interesante comprobar cómo aparece una mención al sultán nazarí: مولاى ابن النصر (= ‘de mi Señor Ibn Nazar’).
En la segunda parte del poema, en la que se hace el elogio a la dinastía nazarí, también podemos encontrar vocablos que han sido leídos de diferentes maneras por los que han estudiado el texto. Ejemplo de ello son las palabras من اليمن y قيلة que aparecen en el primer hemistiquio de los versos dieciséis y diecisiete respectivamente, leídas tanto por Lafuente como por Almagro, de la siguiente manera: من ذى يمن y قبيلة . Este último, además, lee el comienzo del verso dieciocho سعد فى كل نصاح en lugar de .سعده
قرب كل نازح En este mismo verso, Almagro y Nykl transcriben la primera palabra del segundo hemistiquio como يهدم y علمه respectivamente, en lugar de هديه . Además, en el penúltimo verso del poema, donde García Gómez lee برجاء Nykl transcribe رجاء
فى y Almagro فى حار , mientras que Lafuente deja el texto incompleto.
Por último, se pueden apreciar versiones distintas del verso final del poema: Nykl empieza el texto con el vocablo خالد y Almagro ofrece una lectura completamente diferente ) للدين ولكل ببايعا (, mientras que Lafuente no recoge el verso.
A pesar de las diferencias que puede haber entre las distintas versiones del poema en cuanto a algunos vocablos determinados del texto, éste sigue siendo uno de los más interesantes, no sólo por su contenido, sino también por el lugar en el que se encuentra tallado y por la belleza de su escritura.
TIPOLOGÍA DE LAS INSCRIPCIONES ÁRABES DE LA ALHAMBRA
Uno de los elementos que mayor interés suscita en la Alhambra es su decoración. La flexibilidad del material que le sirve de base le permite acoger todo tipo de motivos ornamentales. Éstos aparecen mayormente en relieve; algunos de ellos, pintados, y muy pocos, incisos en las paredes. En algunos casos se conservan íntegros, manteniendo incluso su color original, mientras que en otros se encuentran bastante deteriorados.
Entre los materiales empleados como soporte de esa decoración figura la madera, presente en todos los elementos arquitectónicos. Ejemplo de ello lo constituyen techos, puertas y ajimeces.
En cuanto a la piedra, su empleo ornamental fue muy limitado, ya que requería de un gran esfuerzo para el grabado y el adorno.
Por lo que respecta al mármol, fue utilizado para revestir y adornar paredes, oratorios y ventanas, así como para fabricar pilares, capiteles, tacas y fuentes. En los palacios de la Alhambra encontramos varios ejemplos de decoración sobre mármol. De entre ellos, cabe destacar la lápida fundacional de la Puerta de la Justicia, las tacas de acceso a la Sala de la Barca, o la famosa Fuente de los Leones.
También se hizo uso del azulejo, un tipo de ornamentación basado en el empleo de barro cocido con revestimiento de esmaltado. Fue utilizado esencialmente para cubrir los zócalos de los muros en el interior de los edificios y, en menor medida, las albanegas de los arcos. Ejemplos de esto último pueden contemplarse en la Puerta del Vino y en la Puerta de la Justicia.
El material de soporte más empleado fue, sin duda, el yeso, un material moldeable y adaptable a cualquier elemento arquitectónico: muros, arcos, pilares, bóvedas… Tal especificidad hizo de él un elemento ideal para cubrir obras de mampostería y adornar paredes con elementos decorativos.
Entre los materiales menos utilizados como soporte para la decoración epigráfica figura el bronce. Quedan muy pocos ejemplos de objetos metálicos ornamentados con inscripciones. No obstante, la metalistería nazarí ha dejado piezas tan llamativas como la lámpara de la mezquita mayor de la Alhambra.
Los motivos ornamentales presentes en el Conjunto Monumental son principalmente geométricos, vegetales y epigráficos. En menor número aparecen diseños antropomórficos y zoomórficos.
La decoración geométrica, muy abundante en las paredes de la Alhambra, puede observarse tanto en los paños de yesería como en los zócalos. Los motivos más frecuentes son: 1.- La lacería, o cintas que se entrelazan formando figuras geométricas. 2.- Los paños de sebka, o rombos que se repiten de forma simétrica cubriendo los arcos o paños extensos de yesería. 3.- Los mocárabes, o figuras prismáticas, muy presentes en bóvedas y techos. 4.- Otros elementos, como los hexágonos, los octógonos, las estrellas de seis u ocho puntas, los círculos…
Otro tipo de ornamentación muy presente en el monumento nazarí es la vegetal o ataurique, que se muestra de manera profusa tanto en los paños de yesería como en los capiteles de las columnas. Una característica de este tipo de ornamentación es el entrecruzado con motivos epigráficos.
Precisamente, la ornamentación epigráfica es la que más ha llamado la atención de estudiosos y curiosos de todos los tiempos. Y eso debido principalmente a que el mundo islámico siempre ha reservado para la escritura un papel destacado, por cuanto ha sido y es un medio de materialización, transmisión y conservación del mensaje identificado con la palabra de Allah.
Además de proporcionar valiosa información sobre un determinado edificio, la función más perceptible de la epigrafía ornamental es la de estructurar las superficies murales.
Los tipos de escritura que se desarrollan en la Alhambra son básicamente dos: el kuf ī o ‘cúfico’ y el nasjī o ‘cursivo’. El primero, cuyo nombre alude a la ciudad donde nació, Kufa, se caracteriza por la angulosidad de sus trazos y la falta de puntos diacríticos que acompañan a las letras del alfabeto árabe. El cursivo, de formas más redondeadas y legibles, conserva en cambio esos puntos. Complementa a los descritos un tercer tipo de escritura que podemos denominar «mixto», resultado de combinar los dos anteriores en una misma inscripción.
Por lo que se refiere a su contenido textual, cabe destacar la amplia variedad de los epígrafes. Los más numerosos son, sin duda, los de tipo dinástico, o, lo que es lo mismo, aquellos que contienen el lema de la dinastía nazarí: «No hay más vencedor sino Allāh». Aparecen en la mayoría de las paredes de la Alhambra, tanto en paños de yesería como en alfices de arcos, escudos o rosetones; y también insertos en figuras geométricas, o incluso pintados.
Desde un punto de vista cuantitativo le siguen los rótulos de tipo jaculatorio y los de tipo votivo, ambos de extensión normalmente breve. Los primeros, conteniendo el nombre de Allāh, hacen referencia a la grandeza de Éste, a su unicidad, su poder y su gloria. Los segundos, compuestos la mayoría de las veces de una sola palabra, hacen una invocación a la felicidad o a la bendición que debe recaer sobre una estancia o un monarca determinados. Las llamadas inscripciones regias aparecen en menor número. Son denominados así los epígrafes que contienen en su texto el nombre de un soberano; información que a menudo sirve para datar la zona del monumento en la que se hallan. También con menor frecuencia es posible encontrarse con inscripciones coránicas, que, además de reproducir azoras o aleyas del Corán, gozan de un valor añadido.
Otro tipo de epígrafes, de carácter más bien histórico, son las inscripciones fundacionales. Éstas tienen como objeto la conmemoración de la construcción o restauración de edificios, de la fundación de instituciones, de la designación de
fundaciones piadosas… Los textos fundacionales tienen un valor muy importante, toda vez que nos proporcionan información muy valiosa: el nombre del soberano que encarga la obra, seguido por toda su genealogía; a veces, el del primer ministro que se ocupa de llevar a cabo las órdenes del soberano; la fecha y duración de la construcción; y, más raramente, algunas características del edificio. Es bastante claro que la intención de este tipo de textos es resaltar la imagen del benefactor.
La estructura de las inscripciones en general, y de las fundacionales en particular, sigue un repertorio hecho de frases no sólo para transmitir mejor el mensaje, sino también para que éste sea de fácil comprensión. El texto empieza con la basmala, a la que siguen unas aleyas coránicas y unas invocaciones religiosas. A continuación, se puede leer la frase أمر ببناء (= ‘ordenó la construcción’), que indicaba que el soberano había sido era el responsable de mandar construir el edificio en cuestión. Seguía el nombre del sultán, con una cadena de epítetos y con su genealogía, y luego el del responsable de haber ejecutado la obra. El texto se completaba con las fechas de inicio y conclusión de la construcción, su duración y las donaciones que se le habían asignado. Finalmente, otras citas coránicas o algunas frases religiosas completaban el epígrafe.
Cabe señalar, por último, otro tipo de inscripciones que se reproducen a manera de sentencias o máximas, normalmente de carácter religioso.
Al hablar de las variedades decorativas de la Alhambra cabe mencionar otro tipo de ornamentación, como es el de las figuras pintadas. Viene muy a propósito recordar en este punto que el texto coránico no contiene ninguna prohibición expresa con respecto a las artes. Detrás de la legitimidad de éstas se hallan la moral religiosa y los valores sociales que es preciso seguir. Insistamos, pues, en que las artes figurativas no están prohibidas. En todo caso, fue la comunidad islámica la que, ya desde los tiempos de Mahoma, procurando distanciarse de su pasado pagano, puso freno a la idolatría. Dicho esto, en el caso de la Alhambra, pese al empleo limitado de la decoración figurativa, es posible encontrar ornamentación del tipo descrito. Ejemplo de ello puede observarse en la Sala de los Reyes o en la Casa de las Pinturas.
Señalemos, finalmente, que la ornamentación, ya sea geométrica, vegetal o epigráfica, es parte fundamental del Monumento, en tanto en cuanto es el elemento que otorga belleza a los edificios y hace que éstos destaquen. Precisamente por ello, los tres elementos decorativos se encuentran armónicamente combinados y plenamente integrados, ofreciendo así un espectáculo visual único e incomparable.
CONCLUSIÓN
No cabe duda de que la fuente de Lindaraja es una pieza de extraordinaria belleza e interés; sobre todo, por su decoración epigráfica. Es bien conocido que la epigrafía ha sido un arte por excelencia en el mundo islámico, en el que ha
desarrollado un papel muy importante, si tenemos en cuenta su naturaleza. Cabe decir que el texto coránico no registra ninguna prohibición expresa con respecto a las artes. Detrás de la legitimidad de ellas está la moral religiosa y los valores sociales que hay que seguir. Las artes figurativas no están prohibidas. Lo que se perseguía era distanciar a la comunidad islámica de su pasado pagano, ya en época del Profeta. La intención no era otra que la de prohibir la idolatría. En consecuencia, no todas las artes han sido desarrolladas. La creación artística buscó y siguió otros caminos para expresarse, bastante diferentes y alejados de las vías seguidas por el arte occidental. Uno de esos caminos es, sin lugar a duda, el arte de la escritura.
Un elemento constante y fundamental que marcó las pautas del arte islámico ha sido, desde su aparición, el texto coránico. Considerando que el Corán es el Libro Sagrado de los musulmanes, la revelación divina y definitiva a la humanidad, era de esperar que fuese también una de las mayores fuentes de inspiración para las inscripciones. La palabra de Allah ha tenido y tiene poder, y escribirla es la única forma de representarla. De ahí que la escritura haya llegado a tener un carácter tan sagrado que quizás se pueda comparar, salvando las distancias, con el arte iconográfico cristiano. La escritura representa el cuerpo visible de la palabra divina. El hecho de ser un medio de materialización, transmisión y conservación del mensaje identificado con la palabra de Allah, en definitiva de la revelación divina, le ha otorgado siempre un lugar privilegiado en el mundo islámico.
Es importante destacar el hecho de que las inscripciones han sido desde su origen un medio de comunicación, un tipo de propaganda visual. Han sido usadas por las poblaciones para dejar constancia de sus esperanzas, sus aspiraciones, sus oraciones, sus hazañas, sus propósitos. La visibilidad de las inscripciones les otorgaba, en mayor o menor medida, el papel de textos públicos, puesto que servían para proclamar los principios que regían a la sociedad, declarar la magnanimidad de un señor, atestiguar la pertenencia a una comunidad en lugar de otra.
Igualmente, los epígrafes han tenido un papel funcional: muchas veces han servido como fuentes documentales de las que se ha podido recopilar información sobre el objeto que las contiene o el lugar en el que aparecen.
Sin embargo, no hay que olvidar que siempre han constituido un objeto y una forma de expresión artísticos, llegando a alcanzar, según las épocas, unos niveles culturales muy altos. Ejemplo de ello puede considerarse la ornamentación epigráfica que se puede apreciar, en general, en la Alhambra, siendo la fuente de Lindaraja una de las muchas inscripciones extraordinarias que el Monumento nos ofrece.
Autora del artículo: Mariana Kalaitzidou.
Pieza del Mes en el Museo de la Alhambra en julio del año 2014.
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