Origen y puesta en valor de las huertas del Generalife
Los cambios generados en la agricultura durante los siglos VIII-XV en la Península Ibérica, y especialmente entre los siglos X–XIV, se produjeron bajo la influencia y dominio de la cultura musulmana, en el territorio conocido como al-Ándalus.
Las huertas añaden un valor cultural, histórico y paisajístico a su entorno, precisando continuas atenciones.
Los cambios generados en la agricultura durante los siglos VIII-XV en la Península Ibérica, y especialmente entre los siglos X–XIV, se produjeron bajo la influencia y dominio de la cultura musulmana, en el territorio conocido como al-Ándalus. Las modificaciones llevadas a cabo en los sistemas de cultivo fueron significativas: introducción de nuevos cultivos, nuevos regadíos y mejoras derivadas de las técnicas de gestión de regadíos, e intensificación del uso de la tierra mediante la reducción del barbecho incorporando fertilización, gestándose una nueva metodología en las técnicas de cultivo que ha llegado hasta nuestros días.
El territorio de al-Ándalus, tras las invasiones de almohades y almorávides y dos periodos de taifas, quedó finalmente limitado al reino nazarí. Allí se manifestará el último periodo de esplendor de la revolución cultural, artística y científica del mundo andalusí, un periodo y esplendor que dejarían una huella imborrable en la experiencia y paisajes agrícolas del Conjunto Monumental de la Alhambra y Generalife. Las huertas del Generalife son el resultado de la cultura y sociedad que las creó, la nazarí, de sus métodos, técnicas y sensibilidades culturales. Fueron creadas para satisfacer al sultán de la Alhambra, siguieron evolucionando tras la expulsión de los moriscos, manteniendo siempre el carácter de espacio agrícola productivo y huertos arbolados y llegarán a convertirse en un importante paisaje cultural que puede percibirse desde casi todo el entorno del Conjunto.
Los viajeros que a lo largo de los últimos seiscientos años visitaron Granada, la Alhambra y el Generalife, dejaron en numerosas ocasiones cuadernos o relatos en los que detallaban sus viajes, historias y vivencias. Pese a la subjetividad de las apreciaciones de estos viajeros y su particular percepción, podemos encontrar casi un centenar de descripciones que aportan información sobre el paisaje de las Huertas.
Las Huertas de la Alhambra y Generalife fueron siempre percibidas como un espacio productivo, arbolado, fresco y verde; algo similar a un vergel. La vid, el granado y las higueras, así como los naranjos, melocotoneros, ciruelos, avellanos, fresnos y mirtos, son algunas de las especies más mencionadas en los cuadernos de estos viajeros.
Entre las especies arbóreas citadas en esos valiosos cuadernos de viajes, hay algunas que poseen un significado especial en este entorno, como es el caso del granado, la vid y el almez. El primero de ellos dio nombre a la ciudad de Granada y es una de las especies de mayor presencia en el recinto de la Alhambra. Su precioso y sabroso fruto rojo perdura en el árbol durante los meses de otoño e invierno. Granados de fruto y flor, granados dulces y agrios; en definitiva, granados, emblema e identidad de unas huertas y de una ciudad. La segunda especie, la vid,se encuentra cultivada en cármenes, palacios y huertas, siendo una de las especies más importante en los cultivos del territorio de al-Ándalus. Por otra parte, el almez, proveniente del árabe al-mis, cuyo significado es el árbol, una especie perfecta para las laderas de la Alhambra, caracterizadas por una pronunciada pendiente, con elevado riesgo de desmoronamiento o de pequeños deslizamientos. El almez, a través de sus raíces,es capaz de sujetar el terreno y proporcionar sombra, abrigo y alimento para la fauna silvestre
Las Huertas del Generalife, con su importante valor paisajístico y patrimonial, muestran una singularidad excepcional respecto a otras localizaciones históricas de semejantes características. Esta excepcionalidad, en contra de lo que ha sucedido en otros territorios, emerge de la singularidad de haber mantenido su cultivo y aprovechamiento de forma ininterrumpida, desde época andalusí hasta nuestros días.