La transición almorávide – almohade
En los últimos años del siglo XI, el islam andalusí sufría una profunda crisis, manifiesta por la conquista de Toledo en 1085 por Alfonso VI. Impotentes los “régulos” de taifas para contener a los castellanos, pasó a la Península, para ayudarlos en su lucha contra ellos, el emir almorávide Yūsuf b. TāšufÌn.
Las campañas de Yūsuf b. Tāšufin transformaron por completo la situación política en la Península. Liquidó el sistema de los reinos de taifa, iniciando una dinámica que, hasta bien avanzado el siglo XIII, marcó la evolución de los acontecimientos: la intervención de poderes norteafricanos en al-Ándalus.
En la segunda mitad del siglo XII un nuevo movimiento de origen religioso, el de los almohades, surge en el Magreb. La fortaleza de este movimiento acabará provocando el hundimiento del imperio almorávide. El imperio almohade llegó a extenderse por un enorme territorio que en el Magreb superó al de los almorávides al llegar a los confines de Libia, aunque en al-Andalus esos dominios fueron menores por la caída en manos cristianas de algunas zonas.
Almorávides y almohades van a actuar a la defensiva en la península por lo que las obras de fortificación cobran una especial significación. Torres rectangulares o de planta semicircular y entradas en recodo caracterizan las cercas almorávides. Torres poligonales, albarranas y barbacanas, formas todas procedentes de la arquitectura militar bizantina, se utilizaron en las fortificaciones almohades.
Mezquitas, alminares, palacios y viviendas además de los sistemas para proveer de agua a huertas, residencias y ciudades se construyeron durante el siglo XII en la Península.
En la arquitectura residencial de la primera mitad del siglo XII, es un hecho insólito en Occidente, la existencia de un barrio de viviendas modestas, cual es el Barrio de viviendas de la Alcazaba de Málaga, provistas todas de letrinas y un sistema de desagües para el alejamiento de las aguas sucias. En las residencias palatinas se generaliza sobre todo en la época almohade el uso de patios adornados con pórticos, alberca y vegetación en los cuadros rehundidos que quedan entre andenes.
Cambios dinásticos y transformaciones religiosas y políticas apenas influyeron en las industrias del Islam occidental. Los artesanos especializados en el trabajo de, entre otros materiales, tejidos como la seda, la madera y los metales, siguieron trabajando con las formas y técnicas tradicionales, modificadas por el paso del tiempo y las novedades llegadas de Oriente.
Se cuidó especialmente el sistema monetario. El dinar almorávide con su peso de 4 g y oro de gran calidad refleja la afluencia de este metal desde el Sahara hacia el Magreb y al-Andalus. La capacidad reformadora de los almohades alcanza a su numismática con nuevas formas, metrología y leyendas, con las que además transmitían sus mensajes religiosos e ideológicos.
En el ámbito de la cultura y el pensamiento destaca el apogeo filosófico y religioso alcanzado gracias a figuras de la categoría de Averroes.
Autora de este artículo: María Domingo García.