Las piezas de la Casa de Zafra

En el barrio del Albaicín podemos encontrar numerosos vestigios que nos hablan de su pasado hispanomusulmán: puertas monumentales como las conocidas puerta de Elvira y puerta de Fajalauza, aljibes, restos de la muralla nazarí y también espacios residenciales como el Palacio del Dar al-Horra, la Casa del Chapiz, la Casa de Horno de Oro o la Casa de Zafra. Esta última se levantó en el siglo XIV en el antiguo barrio de Axares, traducido como de la salud o del deleite, un arrabal que surgió en la ampliación zirí del siglo XI y que recibió este nombre  por sus buenas condiciones climáticas y la belleza del entorno y sus construcciones. En el siglo XIV el Albaicín era un lugar en pleno apogeo en el que vivían familias nobiliarias nazaríes que edificaban sus residencias siguiendo la tradición islámica, siendo la Casa de Zafra ejemplo de ellos. La Casa de Zafra se presenta al exterior de una manera sobria, sin decoración y con escasos vanos. La vida en la casa se desarrolla hacia la intimidad del interior, con una zona residencial que se organiza en torno a un patio central de tamaño rectangular con una alberca, un lugar donde fluye el agua y la vegetación ocupa un lugar destacado. A uno y otro lado se sitúan sendos pórticos con tres vanos apoyados sobre columnas, tras los cuales su ubicaban las estancias principales. El piso superior es un añadido construido en el siglo XV, en el que destacan los antepechos de madera y la decoración pintada con la que se ornamentó y de la que aún se conservan restos. En la colección del Museo de la Alhambra hay algunas piezas que provienen de este espacio, entre ellas destaca un panel de yesería nazarí realizado mediante la técnica de moldeado. Presenta una abigarrada decoración de sebka compuesta por palmas y arcos mixtilíneos entrelazados entre si, formando cartelas  con la palabra en espejo: yumn, que significa ventura  o felicidad, en epigrafía cursiva. � También se conserva un antepecho o barandilla  de madera de grandes proporciones que formaba parte de la galería alta de la casa y que abarcaba toda la luz de uno de los vanos. Esta pieza ingresó en el Museo en 1962, unos años antes de que comenzara la restauración del edificio. Presenta un bastidor formado por cuatro grandes peinazos de los que arranca la malla interior, y este bastidor a su vez es enmarcado por otra estructura moldurada. El marco contiene una composición geométrica de peinazos donde se combinan cuadrados con rectángulos en vertical y horizontal. Los rectángulos se apiñan en grupos de cuatro pudiendo describirse de dos modos: bien en una cruz giratoria o esvástica; o bien encerrando en su interior un cuadrado. Cada uno de los peinados, incluido el bastidor, recibe una labor de agramilado formada por un cuádruple surco. El marco exterior presenta además una moldura convexa de cuarto de circunferencia o nacela. El antepecho está realizado con la técnica del apeinazado, es decir, ensamblados entre sí y solo reforzado eventualmente con clavos. El marco exterior con moldura  está unido con clavos. Las celosías eran un elemento constructivo común en la casa hispanomusulmana y su ejemplo se puede ver aún in situ en la Casa de Zafra, en los vanos del Pórtico Sur donde se conservan restos originales. Similares fragmentos hechos en yeso forman también parte de la colección del Museo. Además de elementos de paredes y vanos, de la Casa de Zafra provienen unos azulejos de solería  que hoy pueden verse en la exposición permanente del Museo de la Alhambra, en la sala V. Los azulejos, dos triangulares y una cuadrangular, forman parte de un mismo conjunto, con una ormanentación similar en estilo salvo en algunas diferencias.  Las piezas están  vidriadas en azul y dorado sobre cubierta blanca, a excepción de las esquinas donde estaba previsto que fueses acopladas olambrillas circulares. Ornamentalmente se organizan a través de una retícula de cintas blancas mixtilíneas con línea central en dorado, que resalta  sobre el fondo azul intenso. En el centro de la composición se encuentra un circulo lobulado en el que se inserta o bien el escudo nazarí o bien el lema dinástico. El escudo de la dinastía nazarí está vidriado en dorado, con banda central blanca donde se sitúa el lema en tipografía cursiva. El lema  nazarí,?no hay vencedor sino Allah?, también aparece en los dos de los azulejos triangulares, de forma independiente escrito en dorado siguiendo el trazado  de una media forma circular. El resto de espacios generados por las cintas se rellenan con motivos curvos vegetales en dorado sobre reserva del blanco de fondo, con palmas dobles con espirales o pequeños digitados en dorado que resaltan sobre el azul. Las esquinas, que debían recortarse por la zona sin vidriar para dejar el hueco de las olambrillas a la horas de ser colocadas, nos indican que estas piezas debieron formar parte de un conjunto que no llegó a utilizarse. � � Además de elementos arquitectónicos, también proviene de este lugar una jarra de cerámica con decoración vidriada en cuerda seca parcial, hallada en la alberca del patio. Consta de solero ligeramente convexo en su centro con ruedo anular, cuerpo de forma globular, largo cuello cilíndrico con ligero ensanchamiento en su zona media, y borde engrosado y abiselado al exterior. La decoración alterna los colores azul y negro, con líneas geométricas en la parte baja del cuerpo y ornamentación vegetal estilizada en la parte alta y cuello. � � Tras la toma de Granada las propiedades nazaríes en el Albaicín fueron cedidas por los Reyes Católicos a sus colaboradores más leales. La Casa de Zafra y varios terrenos colindantes ocupados por otras casas palaciegas pasaron a manos del secretario de los Reyes, Hernando de Zafra. Tras su fallecimiento en estas propiedades se levantó el convento de Santa Catalina de Siena, quedando la Casa de Zafra inserta en sus dependencias. Esta nueva fase cristiana supuso cambios y remodelaciones en el lugar, y de los mismos también nos han llegado ejemplos materiales, como unos fragmentos de azulejos de cuerda seca, uno con decoración floral y otro con decoración geométrica en tonos melados, verde y blanco. Ambos siguen la tradición cerámica hispanomusulmana, pero siguiendo una estética acorde al gusto cristiano. � � � � En 1931 la Casa de Zafra se declara “Monumento Histórico-Artístico”. En 1946 el inmueble fue adquirido por el Ayuntamiento de Granada y se segrega físicamente del edificio del convento. Desde 1985 pasa a ser Bien de Interés Cultural por sus valores históricos y se acometen desde entonces varias restauraciones. En la actualidad la Casa de Zafra se puede visitar y alberga el Centro de Interpretación del Albaicín. � BIBLIOGRAFÍA: ALMAGRO GORBEA, Antonio; ORIHUELA UZAL, Antonio. La casa nazarí de Zafra.Granada: Universidad de Granada, 1997. Pp. 11-139. TORRES BALBÁS, Leopoldo. Arte almohade, arte nazarí, arte mudéjar. Madrid: Plus-Ultra, 1949. IV. P. 185. MARTÍNEZ CAVIRÓ, Balbina. La cerámica hispanomusulmana. Summa Artis. Historia General del Arte. Cerámica española. Madrid: Espasa-Calpe S. A., 1966. Pp. 120-125. MARTÍNEZ CAVIRÓ, Balbina. 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