Los colores de la Alhambra
En los palacios nazaríes de la Alhambra conviven distintos materiales y técnicas, pero si algo tiene en común la decoración arquitectónica de estos espacios es un elemento: el color.
Zócalos de alicatado con gran variedad de formas geométricas y colores, yeserías policromadas y doradas revistiendo los muros, techos decoradas con mocárabes o artesonados de madera pintados, e incluso celosías con vidrios de color. Además de alfombras de vivas tonalidades en los suelos y cortinas que cubrirían los vanos y ventanas. Es decir, todo un despliegue de colores que invadía el espacio y los sentidos.
En época nazarí gustaba la riqueza decorativa y la ornamentación con vivos colores. Todo un juego de cromatismo que engalanaba los espacios interiores de viviendas y palacios, y que constituía una parte muy importante del acaba final de la arquitectura. Hacernos hoy una idea de la cantidad de color de los espacios interiores de la Alhambra no siempre resulta fácil. Actualmente, algunos de los colores originales se han ido perdiendo; otros están apagados como consecuencia del paso del tiempo o han sido repintados o modificados; falta además todos los elementos textiles y complementos de mobiliario que aportarían también mayor intensidad cromática. Rojos, azules, verdes y dorados fueron las tonalidades predominantes, que fueron utilizados en prácticamente todos los elementos que componen la arquitectura nazarí.
El vidriado cerámico El alicatado, que cubría la parte baja de los muros a modo de zócalo, es un elemento esencial para poder conocer los colores usados en época nazarí pues es uno de los pocos ejemplos en los cuales el cromatismo se mantiene en todo su esplendor. Al estar ubicados en un lugar de mayor deterioro por el roce y la humedad, se realizaban en un material duradero como es la cerámica vidriada. Esto ha hecho que estas zonas de tan vivos colores hayan llegado hasta nosotros con una tonalidad conservada que en muchos casos es prácticamente igual a la de su estado original. Azul, verde, melados, negros, blancos? En los zócalos de la Alhambra y en los que se pueden encontrar expuestos en el Museo de la Alhambra, podemos encontrar todos estos colores, combinados o en composiciones bicromáticas. También los azulejos conservados nos muestran el colorido de la Alhambra, tonos dorados, azules y blancos que cubrirían los suelos de espacios como el Salón de Comares o el peinador de la Reina, Ningún espacio quedaba sin decoración y cromatismo, el alféizar de la ventana se cubría con alizares de cerámica, como éste del peinador de la Reina de la Alhambra, que destaca por la excepcional decoración de reflejo dorado sobre blanco y con trazos de azul, una técnica costosa y rica que deslumbraba por su tonalidad. Este fuste entrego de la Sala de los Reyes es otro ejemplo de la abundante decoración arquitectónica de la Alhambra. En esta pieza de ruedas de ocho zafates en torno a una serie de almendrillas y estrella de ocho puntas, se usan colores fríos. Los zafates son de color azul, verde y negro; las almendrillas en blanco; las estrellas en negro, verde y blanco. Cada color presenta además diferentes variaciones. Las yeserías Uno de los elementos que más suele sorprender al hablar del color en la Alhambra son las yeserías que cubren la parte alta de los muros, pues aunque hoy aparecen prácticamente blancas, originalmente estarían pintadas en vivos colores similares a los de los alicatados de la parte inferior. En ellas se usaron colores como el cinabrio, que aportaba una tonalidad roja-anaranjada de alta intensidad; la azurita y el azul ultramar natural, que daban a la yesería una tonalidad intensa; la malaquita, para conseguir colores verdes, etc. También se utilizaba el dorado aplicado en finas láminas de estaño. Aunque casi todo este color ha desaparecido con el paso del tiempo aún se conservan bastantes restos de pintura en las partes internas del relieve de muchas de ellas, al ser partes menos expuestas. Algunas piezas singulares del Museo de la Alhambra nos acercan a conocer cómo estarían pintadas estas yeserías, tal es el caso de un alfiz de alacena del Palacio de Comares que destaca por el buen estado de conservación de su decoración pintada. Esta pieza estaría además dorada, como se aún se puede observar en la cenefa geométrica perimetral, donde se conserva claramente visible. En opinión de Antonio Fernández-Puertas el dorado se extendió también por la epigrafía, el escudo y las flores de la cartela lobulada circular. Destacado es también por el color unos paneles de yesería procedente del Generalife. Estas piezas estaban ubicadas en torre mirador del palacio del Generalife, el conocido como mirador de Ismail, y corresponden a la etapa constructiva de Muhammad II. En la reforma de Ismail fueron tapados para colocar encima otros paneles de yesería, y como consecuencia de ello estuvieron menos expuestos y más protegidos. Esto ha hecho que su policromía original haya llegado a nosotros prácticamente intacta. Una banda epigráfica con el lema de la dinastía nazarí que conserva el color del fondo, pintado con almagra como pigmento. Una fina cenefa, con cuatro cintas lisas que se entrelazan sobre un el fondo negro.. Los vanos que alternan los tonos verde y rojo, mientras que en las albanegas de los arcos, con los mismos elementos decorativos, se usa de fondo solo el rojo almagra. Dos cintas lisas que forman nudos sobre fondo negro marcando la separación de los espacios. Y una compleja composición de cintas, una con fondo azul, en la que se repite el lema dinástico nazarí, y otra mixtilínea, con fondo verde claro, con palmas redondeadas. Estas yeserías nos permiten hacernos una idea de todo el despliegue de color que llenaría los muros alhambreños. La decoración pintada sobre yeso La pintura mural en la Alhambra es una solución que no se encuentra abundantemente representada en los muros, pues se prefirió hacer uso de otras soluciones como los alicatados o las yeserías, pero hay ejemplos de espacios más íntimos y domésticos en los que están presentes estas soluciones. Se conservan restos in situ de pintura mural del siglo XIV en el Patio del Harén, con un zócalo polícromo de composición geométrica rematado por una cenefa; en la parte baja del Peinador de la Reina, con medallones polilobulados y decoración de epigrafía; en el retrete de la Sala de la Barca , con composiciones de lacería con octógonos y estrellas, y de medallones; y en la cisterna del Patio de los Leones, con un pequeño resto vegetal que indica que también este espacio debió estar así decorado. Donde más abundante la decoración pintada en la Alhambra es en los techos de mocárabes, espacios que por su ubicación en altura se han beneficiado además de sufrir un menor desgaste y ser menos modificados en periodos posteriores. Un ejemplo de la espectacularidad de este tipo de decoración lo podemos ver en la bóveda de mocárabes del Palacio de Dos Hermanas, estancia del Palacio de los Leones. A pesar de que la bóveda se encuentra a más de 12 metros de altura, fue pintada con detalle, con una composición tridimensional en la que abundan la tonalidad roja, azul y verde, así como el dorado que brillaría con los reflejos de la luz. Otro ejemplo lo podemos ver en un fragmento una bóveda de mocárabe quebrada del Palacio de Comares hoy en el Museo de la Alhambra, en la que se aprecian finos y delicados temas decorativos epigráficos, vegetales y geométricos pintados en azul y rojo, delimitados en negro y con predominio de dorado. Madera pintada Artesonados de madera, gorroneras, tabicas, canecillos y gran variedad de piezas constructivas hechas en madera que estructuraban o completaban el espacio arquitectónico y que igualmente estaban originalmente decoradas con vivos colores. El blanco y el rojo fueron dos de los colores más empleados en las maderas de la Alhambra, el primero proveniente del blanco de plomo y en el caso del segundo utilizando cinabrio como pigmento. El negro de carbón también se utilizó de forma habitual para perfilar dibujos o delimitar espacios. Los azules y verdes son también tonalidades presentes, aunque son colores frecuentemente degradados por el paso del tiempo. En las maderas de la Alhambra se han encontrado pigmentos como la azurita natural o el verdigrís. Un ejemplo de la decoración pintada en la madera lo podemos ver en esta gorronera del Cuarto Dorado, con restos de policromía. Para delimitar zonas y piezas se usan bandas decorativas en blanco o negro y sobre ello un perlado negro o blanco respectivamente, estas cenefas siguen las formas de la composición y crean tramas mixtilíneas presentes en todo el volumen. Predomina la cenefa blanca con perlado negro que se extiende por todos los contornos de la gorronera; mientras que la cenefa negra con perlado blanco se reserva para delimitar los planos de mocárabe donde se inserta la vdecoración vegetal. En este dintel decorado con geometría del Mexuar de la Alhambra se observa la intensidad de la policromía en rojo. También todos los zafates, o pequeñas piezas que conforman las cubiertas atauleradas, se encontraban decorados y pintados. Un ejemplo lo podemos ver en el taujel Este del Mexuar de la Alhambra. Destaca por su decoración pintada de desarrollo longitudinal en la que están presentes unas formas vegetales de carácter naturalista pintada en rojo y negro, con palmetas y frutos en torno a una roseta central de cinco pétalos. Todo el bisel de la pieza se encuentra policromado en negro con perlado en blanco. Complementos textiles Además de los elementos arquitectónicos, los textiles que a modo de alfombras, cortinas, ropa de alcoba o almohadones, se usaron en las estancias de la Alhambra aportarían otros toques de color al espacio. Estas piezas tejidas en seda o lino estaban tintadas en llamativos colores, que se intercalaban creando composiciones de gran vistosidad y belleza cromática. Los tejidos se tintaban en madejas usando como colores principales, según lo describen las fuentes, el azul, el rojo y el amarillo. El azul se obtiene de las hojas de las Isatis tinctoria o hierba pastel. Ibn al-Awwam se refería a esta planta como el índigo de los jardines. El rojo se de la raíz de la rubia roja (Rubia tinctorum), que daba un color anaranjado; también del Quermes, que daba un tono carmesí que se obtiene del parásito Coccus iilicis; o del Carthamus tinctorius, también llamado azafrán bastardo, que daba una tonalidad rojo anaranjado. El amarillo se obtenía de los estigmas del azafrán y lo marrones y negros de la cáscara de nuez Junglans nigra y de las raíces de Acoro falso Iris psuracorus.
No son abundantes los tejidos de época nazarí que han llegado hasta nosotros, pues por su naturaleza orgánica tienden a degradarse con facilidad. Pero algunos ejemplos conservados nos permiten conocer cómo serían. Es el caso de un fragmento realizado en seda del siglo XIV con decoración de ataurique y en el que predomina el color rojo o granate. Tiene una primera cenefa central con fondo azul y motivo vegetal en rojo. A ambos lados se localizan cenefas muy estrechas que albergan flores pentapétulas, tallos y hojas. Presentan fondo rojo y vegetales dorados. Le siguen nuevas cenefas con merlones blancos y rojos con motivos vegetales en su interior que resaltan en el conjunto. Tras esta banda de merlones se repite arriba y abajo la cenefa estrecha de flores pentapétulas. Las siguientes cenefas, también una a cada lado, son igual de anchas que la primera o central y repiten el mismo motivo vegetal de árbol de la vida inscrito en un círculo. No obstante cambian los colores, ahora el fondo es rojo y el bordado decorativo es dorado. Finalmente la parte inferior continúa con tramo de tejido de color rojo sin decoración. Esta pieza nos permite conocer la riqueza y el intenso cromatismo que tendrían los tejidos que engalanaban las estancias de la Alhambra. En definitiva, en los palacios nazaríes abundaba todo un despliegue de colores que se extendería por suelos, paredes bajas con alicatados y que tendrían su continuidad en la parte alta de las paredes con las yeserías y en los techos. ¡Para Imaginar la Alhambra hay que llenarla de colores! https://www.youtube.com/watch?v=12hhSoFVFpk Para saber más:
GARCIA BUENO, A. “La policromía en la carpintería nazarí”. En: LOPEZ PERTÍÑEZ, M.C.; La carpintería en la arquitectura nazarí. Editorial: Fundación Rodríguez-Acosta/ Junta de Andalucía. 2006. Pp: 68-85.
MARINETTO SÁNCHEZ, P. “El uso del tejido y su decoración en los Palacios de la Alhambra“, A la Luz de la Seda, Madrid, 2012. MEDINA FLÓREZ, V.J. y GARCÍA BUENO, A. “Técnica pictórica de los zócalos nazaríes: el Cuarto Real de Santo Domingo y la Alhambra de Granada”. Revista: CUADERNOS DE LA ALHAMBRA, nº 37,2001 Pp. 9-20 RUBIO DOMENE, R. Yeserías de la Alhambra. Historia, técnica y restauración. Patronato de la Alhambra y el Generalife. Editorial Universitaria de Granada. 2010.