Hoy os hablamos de una pieza singular:
Jarrón de Antequera, que se puede ver en la
sala VII del Museo de la Alhambra. Este jarrón es uno de los pocos ejemplares que se conservan de los jarrones tipo Alhambra, unas piezas de lujo pensadas para ornamentar los ámbitos palaciegos. Actualmente en el museo se pueden contemplar cuatro de estos jarrones, lo que permite hacer un recorrido histórico que parte del del siglo XIV con el
Jarrón Fortuny-Simonetti y el
gollete Hirsh, continúa con la época de Muhammad V con el
Jarrón de las Gacelas y concluye con el
Jarrón de Antequera, fechada en el siglo XV. Esta pieza formaba ya parte de
Catálogo del Museo de Antigüedades realizado por Manuel Gómez-Moreno González en 1875. Y, por tanto, fue una de los primeros objetos del Museo Arqueológico de Granada, cuya primitiva colección se conformó con una
donación de la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos de Granada. El jarrón aparece ya por tanto en el primer inventario del museo fechado el 3 de enero de 1880. La pieza estuvo expuesta en el primer montaje museógrafico del Museo Arqueológico en la Casa del Castril, en 1921.
La ficha catalográfica del jarrón le asigna
Antaquira (
Antequera) como lugar de fabricación, y de ahí su nombre, aunque recientemente se han planteado dudas acerca de su procedencia. La pieza presenta fallos de cocción, lo que dificultaría que el jarrón hubiese entrado en el circuito comercial (C. VÍLCHEZ VÍLCHEZ). El Jarrón de Antequera está realizado en cerámica con
vidriado en blanco y decoración en dorado. Se trata de una pieza bien proporcionada cuya forma y dimensiones recuerdan al Jarrón Fortuny-Simonetti. El cuerpo mide 80 cm, con un diámetro máximo de 66 cm, y se eleva sobre una pequeña base de solo 15 cm de diámetro. Corresponde a una tipología muy concreta de jarrones, con solución de gallones verticales ocupando toda su longitud y recorriendo el cuerpo de arriba a abajo. La pieza ha perdido las dos asas, de las que solo se conserva el arranque, y el gollete aunque es probable que tuviera una
morfología similar al del jarrón Fortuny-Simonetti. El
programa decorativo, que se desarrolla entre los gallones verticales, se encuentra casi desaparecido. La ornamentación se realizó en
dorado sobre el vidriado en blanco, y parece ser que ocuparía todo el cuerpo de la pieza y las asas. Los motivos combinan el trazado geométrico con el vegetal y rellenaban la superficie rehundida ente los gallones. En los restos de decoración que quedan en la parte baja de la pieza, en la zona cercana a la base, aparecen unos motivos formados por
trazos horizontales en zigzag en una de las intersecciones entre gallón y gallón, y
ataurique vegetal en la zona aledaña. La pérdida de decoración no permite saber si se repetiría esta cadencia decorativa por el resto de la pieza. También se pueden apreciar unos restos de decoración vegetal en la zona de arranque de las asas. Este jarrón fue
reutilizado como contenedor de aceite, a modo de tinaja de almacenamiento, probablemente debido a que su ornamentación no resultaba tan espectacular como la de algunos de los otros jarrones de la Alhambra conservados. Sin embargo, y a diferencia de las tinajas que se encuentran debidamente impermeabilizadas por dentro, la pieza no tiene una cubierta vítrea al interior que aislara la cerámica del líquido almacenado. Esto provocó que el aceite que contuvo penetrara en los poros del material y hace que aún hoy, varios siglos después, el jarrón siga oliendo a almazara. La pieza presenta además unas
grapas de hierro históricas, horizontales y verticales, añadidas para dar estabilidad a zonas con peligro de rotura y asegurar su conservación. El Jarrón de Antequera se puede ver en la sala VII del Museo de la Alhambra.
Bibliografía: Vílchez Vílchez, Carlos. “Jarrón de reflejo metálico”, Los jarrones de la Alhambra. Simbología y poder, Granada, 2006, p. 154.