El ataifor fatimí del elefante
En el programa de la pieza del mes de mayo indagamos en el estudio de la cerámica fatimí de reflejos dorados, a través de una pieza única y muy singular de la colección del Museo de la Alhambra, el ataifor fatimí del elefante, con Elena Gómez. Su contexto cultural nos hace viajar hasta la Edad Media de Egipto, en concreto al antiguo núcleo de Fustat y posteriormente El Cairo. La obra está datada entre finales del s. X y principios del s. XI. Se trata de un recipiente cerámico elaborado a torno y con reflejos blanco y dorado. Útil para el servicio de mesa y con una decoración exquisita en su manufactura y en la elección del motivo decorativo. El ataifor de gran diámetro de base anular, se levanta en paredes curvas y termina su forma en borde plano. En el interior y ocupando casi la totalidad del anverso, se representa con una masa cromática dorada el perfil de un elefante en pie ataviado con un tejido en el lomo y adornos en los tobillos. El espacio que circunda la figura animal es ocupado por formas vegetales en dorado sobre blanco con tallos y frutos trilobulados, que se alternan con grupos de espirales. Dos círculos encuadran toda esta representación y marcan el límite con el borde. El origen de la técnica del reflejo dorado en cerámica hasta el momento se otorga a creaciones musulmanas, siendo una de las contribuciones a las artes más extraordinaria por su alta calidad técnica y belleza que le otorga a la obra. El desarrollo animalístico en la decoración, encarna en el arte fatimí una proliferación de seres animados. En cerámica aparecen representaciones unitarias centralizando la pieza o compartiendo espacio con una figura humana; en tablas de madera están talladas las figuras por parejas o en procesión e intercaladas con figuración humana y motivos vegetales y geométricos. Se despliega así el repertorio en yeserías, orfebrería, tejidos, cristal de roca, mostrando el habitar aún de culturas preislámicas como la persa aqueménida y sasánida. La dinastía fatimí con su asentamiento en Egipto, hizo que las artes vivieran un renacimiento. Con la creación de la ciudad de El Cairo se erigió una “ciudad palacio”, la nueva arquitectura trasformó la urbe con mezquitas, palacios y monumentos funerarios y conmemorativos. Los artesanos se afanaban en dotar a la corte y a su entorno de objetos áulicos. Tras el ocaso de la dinastía y decaimiento de su medio, las artes decorativas son prueba de una refinada sociedad dotada de una artesanía con plena destreza en el uso de la técnica y muy característica por la representación de sus motivos ornamentales. Por analogías y semejanzas el arte fatimí se va nutriendo en el presente de las colecciones públicas y privadas no solo en El Cairo, sino a nivel internacional, donde el ataifor fatimí del elefante es junto a otras piezas del Museo de la Alhambra una hermosa muestra de ello. Conoce esta singular pieza todos los sábados del mayo en la conferencia de la pieza del mes de mayo.