La cerámica de fajalauza
Con el nombre de fajalauza o granadina se conoce la cerámica popular tradicional de Granada que lleva haciéndose en la ciudad desde el siglo XVI y que aún hoy se continúa produciendo, con diversas tipologías y formatos. Su nombre, con el comenzó a denominarse en el siglo XIX, proviene de uno de los núcleos donde se concentraba la producción cerámica desde época nazarí, la puerta de Fajalauza en el Albaicín, espacio en el que se ubicaron diversos talleres cerámicos. La importancia de esta cerámica radica en que da continuidad en la ciudad de Granada a la tradición nazarí a través de los artesanos moriscos, llamados ?olleros? en las Ordenanzas Municipales de Granada. De hecho estos ceramistas se organizaban en gremio propio y en los listados de nombres del siglo XVI se aprecía claramente la ascendencia islámica de la gran mayoría de ellos, siendo un oficio en el cual los cristianos viejos estaban poco representados. Los olleros granadinos hacen uso de los conocimientos heredados para crear tanto piezas cerámicas que mantienen las formas islámicas como otras nuevas acordes a las costumbres y usos castellanos. En este proceso empiezan a surgir diversos cambios y así el vidriado en azul y blanco, propio de la cerámica aúlica en al-Andalus, comienza a ser empleado por estos olleros para la creación de piezas populares hoy conocidas como fajaluzas. La fajalauza es una cerámica muy característica y fácil de reconocer que destaca por su vidriado, fundamentalmente en azul cobalto y blanco, aunque también fue popular el verde cobre y blanco. El azul de cobalto era extraído de las Minas de Cerro Minado y de Don Jacobo, en Almería, y en función de su mayor o menor pureza se obtenía un tono azulado más intenso o más grisaceo. Su decoración se caracteriza por el uso de formas vegetales diversas, con flores y frutos como las granadas; figuras animales, como los pájaros; o motivos heráldicos, entre los que destacan las águilas bicéfalas. También es habitual las inscripciones epigráficas y los motivos geométricos, habituales para marcar bordes o crear cenefas. Las composiciones pueden ser tanto muy sencillas como densas y abigarradas, quedando el fondo blanco prácticamente oculto. En fajalauza se han realizado una gran diverdidad de piezas, encontramos formas de cocina; objetos usados para el servicio de mesa, como fuentes, platos o jarritas; lebrillos para usos múltiples; orzas y jarras de almacenaje, etc. Muchas de estas piezas son herededas directas de las tipologías nazaríes, aunque con el paso del tiempo y el proceso de mestizaje y aculturación muchas de estas formas se perdieron o transformaron dando lugar a nuevos tipos. También hicieron uso de la fajalauza en el gremio de los tejeros que la emplearon para la creación de tejas o revestimientos arquitectónicos. En Granada es tradición además hacer con cerámica de fajalauza las placas conmemorativas, identificativas de lugares y las que dan nombres a las calles, y aún hoy se continúa esta tradición que se remonta a época moderna y aún hoy muchas de las calles de la ciudadestán identificadas con placas de este tipo de cerámica. El Museo de la Alhambra tiene una colección de piezas tradicionales de esta cerámica típicamente granadina, que aunque popular y de humildes orígenes es seña de identidad de la ciudad.