Las piezas de la Torre de las Damas
Dentro del conjunto monumental de la Alhambra y Generalife se localiza una amplia zona ajardinada conocida como el Partal. Preside este ámbito el palacio del Partal o del Pórtico, el más antiguo de los conservados en la Alhambra, cuya construcción se atribuye a la etapa del sultan Muhammad III (1302-1309). Se compone este palacio de un pórtico abierto con un gran arco central y cuatro laterales que se abren a una gran alberca rectangular que recuerda a la del Palacio de Comares. Sobre el portico está el torreón conocido como Torre de las Damas, un espectacular mirador desde el que se puede observar tanto el Albaicín como el Generalife. La decoración original de este espacio presenta desperfectos y lagunas como consecuencia tanto del paso del tiempo como por el uso que tuvo este lugar. La construcción no se incorporó al conjunto de la Alhambra hasta el 12 de marzo de 1891, tras ser cedida al Estado español por su propietario Arthur von Guinner. El haber estado en manos privadas y haber sido usado como una casa de dos plantas incidió en que el espacio sufriera distintas modificaciones, como se ve en esta imagen previa del Archivo de la Alhambra del primer tercio del siglo XX. Esta situación motivó que los arquitectos de la Alhambra Leopoldo Torres Balbás, en primer lugar, y Francisco Prieto Moreno a continuación, llevaran a cabo una serie de campañas tanto de restauración, para eliminar los añadidos, como de excavaciones en la zona. Como consecuencia de estos trabajos algunas piezas fueron desmontadas para preservar su conservación y muchas otras halladas en las excavaciones realizadas. Todos estos objetos forman hoy parte de la colección del Museo de la Alhambra, y en este artículo os queremos presentar algunos de ellos. Algunas de los piezas más significativas que provienen de la Torre de las Damas son estos tres canecillos de madera. Los canecillos forman parte de un alero y tienen gran importancia ya que aportan datos que facilitan la reconstrucción de la estructura en la que se insertaba. Estructuralmente se componen de tres partes: la cola, cuerpo y cabeza. La cola es la parte más cercana al muro y queda en su mayor parte oculta por la obra. En ella se puede observar la acanaladura para la tabica, que nos permite conocer el vuelo del canecillo y aproximar el vuelo del alero al que pertenecía. El cuerpo es el ámbito central del canecillo y tienen tres caras que conservan decoración: las dos laterales o costados, y la cara inferior, conocida como papo. La cabeza o extremo es la parte más alta del canecillo por la inclinación de su montaje y presenta forma levemente aquillada en el frontal. En el caso de estos tres canecillos sólo uno de ellos, el que se encuentra en la parte central de la imagen, conserva esta cabeza. Estas piezas son un ejemplo de canecillo de ocho. En el cuerpo del costado, y ocupando todo el ancho, se localizan una serie de nudos simples desarrollados a lo ancho y tallados a poca profundidad. Este tipo de decoración es una evolución de los canes y modillones de lóbulos de época califal, y representa el tipo de decoración en canecillos más frecuente en época nazarí. Entre los objetos encontrados en excavación en esta zona destacan los numerosos fragmentos de candiles. Se han localizado en esta área decenas de ellos, realizados en cerámica y decorados con diferentes tratamientos, desde sencillos vidriados en verde a elaboradas decoraciones, propias de la cerámica de lujo, en azul y blanco o de loza dorada. Estos candiles pertenecen a la tipología de candil de pie alto nazarí, con piqueras de pellizco y asa lateral. Y se han localizado desde tipologías más antiguas a formas propias del final del periodo nazarí. De la Torre de las Damas son también diferentes fragmentos de yesería decorada con temas vegetales de ataurique estilizado y decoración geométrica. Este fragmento de un arco es un ejemplo de ello. Uno de los aspectos más significativos de este lugar es su uso a lo largo del tiempo, hecho que también se evidencia en las distintas piezas encontradas en excavación entre las que abundan los restos de cerámica de época moderna. Estos fragmentos de un bacín y de un plato, con vidriado azul y blanco, nos muestran que el lugar estuvo activo más allá de la etapa nazarí y en él se desarrolló una vida cotidiana también en época cristiana. Esta escudilla, o recipiente semiesférico usado para tomar caldos y otros elementos, es también ejemplo de ello. Por último, os mostramos una curiosidad: una maraña de hilos de seda roja que se encontró en la Torre de las Damas entre las maderas del suelo en enero de 1908. Los espacios arquitectónicos cobran una mayor vida y riqueza cuando se le asocian a las piezas que en ellos estuvieron y se encontraron, como todas estas que pertenecieron a la bella Torre de las Damas de la Alhambra.