?Las flores son débiles, son ingenuas. Sus espinas les dan confianza, se creen terribles con ellas?
Saint -Exupéry- ?El Principito?
Estreno mes de marzo, y me sorprende esta cita en mi agenda. Parece una premonición porque cuando llego a la oficina, me encuentro con varios jardineros trabajando en la zona conocida como Secano, frente al área arqueológica del
Palacio de los Abencerrajes. Me doy cuenta que las flores de la Alhambra también son ingenuas, inocentes? Bellas. De repente, huelo a primavera, el color ha llegado a la fortaleza nazarí. Me invade una sensación de bienestar. Los Alhelíes, los ingenuos alhelíes de la
Alhambra, tienen la culpa.
Aunque existen distintas variedades de alhelíes, el amarillo (Erysimum cheiri (L.) Crantz.) es la
planta del mes en la Alhambra. Este año, como el frío nos ha acompañado hasta hace dos días, la primavera se ha retrasado más de lo habitual y los alhelíes están empezando a florecer ahora.
Os voy a contar alguanas de las curiosidades de esta planta de flores pequeñas, con cuatro pétalos, que podemos encontrarlas de color amarillas, rosadas, violáceas, celestes o anaranjadas.
Me cuentan los jardineros de la Alhambra que podemos encontrar los alelíes en climas muy cálidos, donde sus hojas de colores grisáceas, delgadas y largas pueden ser perennes. Los alhelíes son plantas herbáceas que suelen cultivarse anualmente, en arriates o macizos de flor.
Sorprende su procedencia: son nativas de la región del Egeo y pertenecen a la familia de las Brassicaceae. Su amplio cultivo como ornamental y su gran capacidad de diseminación han permitido que, en la actualidad, crezca de forma naturalizada en muchos lugares del mundo.
A los alhelíes les gusta vivir en la Alhambra, donde su época de floración se sitúa entre marzo y abril. En la fortaleza nazarí se reproducen con facilidad en superficies de madera, rocas y paderas, llegando a medir 80 centímetros.
El Alhelí amarillo también es fácil encontrarlo en la periferia de algunas ciudades de la Europa Meridional, sobre viejos muros, murallas o lugares rocosos alterados por la acción del ser humano. Sus hojas son generalmente estrechas.
Lo que más me llama la atención de los ingenuos alhelíes alhambreños es que son plantas bienales. El año pasado crecieron formando una rosata de hojas que constituían sus reservas alimenticias para seguir creciendo y desarrollándose durante los doce meses siguientes.
Este año, ha aparecido la flor y, en la cima del tallo, se encuentran sus perfumadas flores de cuatro pétalos que van del rosado al rojo, anaranjado, azul pálido, amarillo o blanco. Las abejas, abejorros y mariposas también se han fijado en ellas. Les gusta su suave tacto, el color con sabor a primavera.
El alhelí es una flor muy fácil de combinar con otras flores y si hay algo que realmente los caracteriza, además de sus bellos colores, es el aroma tan agradable que poseen. Para su buen cultivo precisa un suelo fértil, suelto, profundo, con agregado de materia orgánica y buen drenaje. Y en la Alhambra, me cuentan, son felices.
Texto: Ana Fernández
Asesora Comunicación Patronato de la Alhambra
Fotos: Pepe Marín y Departamento de Bosques y Jardines del Patronato de la Alhambra y Generalife